«Maduro sigue, pero está sujeto por una inestable torre de palillos» - Alfa y Omega

«Maduro sigue, pero está sujeto por una inestable torre de palillos»

El líder se ha proclamado presidente de Venezuela para un tercer mandato a pesar de la victoria de la oposición, pero algunos observadores detectan «una fractura del chavismo»

Victoria Isabel Cardiel C.
Maduro pronuncia un discurso el día 10 en Miraflores, tras su investidura en la Asamblea Nacional
Maduro pronuncia un discurso el día 10 en Miraflores, tras su investidura en la Asamblea Nacional. Foto: EFE / Ronald Peña.

«Cualquier acción contra la usurpación de (Nicolás) Maduro y sus compinches está plenamente justificada, porque lo que se gestó el pasado 10 de enero fue un golpe de Estado». Es rotundo sobre la autoproclamación de Maduro de espaldas a la Constitución para un tercer mandato el periodista César Miguel Rondón, que dirige desde hace más de tres décadas el programa de radio más escuchado de Venezuela. Vivió la «burda ceremonia», apenas arropada por la presencia de una «pequeña cuadrilla de adulantes y de dos dictadores» —el cubano Miguel Díaz-Canel y el nicaragüense Daniel Ortega— desde Miami, donde tuvo que exiliarse hace siete años para eludir las amenazas del régimen. «No han desmentido las actas que ha mostrado la oposición» y que reflejan la victoria del candidato opositor, Edmundo González, «porque no pueden hacerlo. No es una cuestión de ideología sino de respeto a los principios de la verdad», asegura. Pero esta vez algo ha cambiado para siempre. La detención el día 9 y la liberación casi inmediata de la líder de la oposición, María Corina Machado, deja patente que «hay una fractura del chavismo». «Allí hubo órdenes y contraórdenes», sentencia. Aunque el día 10 pidió a González que no viajara al país como era su intención para protegerlo, la presencia de Machado en las protestas contra la investidura saliendo de la clandestinidad elevó los ánimos de los venezolanos que protestaron «no solo en Caracas, sino en las principales ciudades y en los pueblos más remotos» a pesar de la ferocidad de la represión. «Maduro sigue gobernando en Miraflores, pero está sujeto por una inestable torre de palillos», concluye.

«Siempre supimos que la última parte sería la más difícil. Vamos al round ganador»
María Corina Machado
Líder opositora

Actualmente hay más de 2.500 personas detenidas, en su mayoría «sometidas a desapariciones forzadas temporales, torturas físicas y psicológicas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, intimidación, amenazas y, en varios casos, detención de familiares y allegados», explica por su parte la abogada Tamara Sujú, del Instituto CASLA, que solicitó en agosto una orden de arresto contra Maduro a la Corte Penal Internacional (CPI). Seis años antes, en 2018, el tribunal abrió un examen preliminar y luego una investigación oficial a Venezuela por posibles delitos de violación de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad después de que Sujú presentase pruebas de más de 400 casos de víctimas de torturas producidas desde 2013. Hoy tiene muchas más y la brutalidad es palpable: «Tenemos asfixia con bolsas de plástico que contienen en su interior polvos de gases lacrimógenos; colgamientos por los brazos atados adelante y atrás; ahogamientos: les meten las cabezas en pozos y los mantienen así hasta que no pueden respirar; descargas eléctricas en la cabeza y los genitales. También usan lo que los torturadores llaman el “combo de bienvenida”:  golpes, patadas con la parte de hierro de las botas militares, con palos, con bates…». A los detenidos en las manifestaciones se les reserva lo que los esbirros del régimen llaman «combo especial», para «sacarles alguna acusación contra alguien en concreto, contra algún político. No hay edad. Tengo casos de niños de 13 o 14 años, así como personas de la tercera edad». Además, para el 70 % de las víctimas han incluido vejaciones sexuales.

Protesta en Caracas contra el régimen el 9 de enero, víspera de la toma de posesión del presidente
Protesta en Caracas contra el régimen el 9 de enero, víspera de la toma de posesión del presidente. Foto: EFE.

La crisis humanitaria y el conflicto político siempre han ido de la mano en Venezuela, lo que ha provocado el éxodo forzado de más de nueve millones de personas. «Estamos hablando de un tercio del país, cuya salida coincide con el momento de mayores ingresos económicos, porque el precio del barril de petróleo se disparó entre 2004 y 2012», explica el sociólogo Tomás Páez, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, autor de La voz de la diáspora venezolana, publicado en 2015 España por la editorial Catarata. Nueve años después está a punto de presentar un segundo estudio que concluye que la ruina económica, la inseguridad jurídica, pero sobre todo la violencia, son las razones tras la emigración. «La vida en Venezuela no vale nada. Si no se respeta la vida, no hay nada que hacer», detalla.

«La legitimidad presidencial no es solo una banda, radica en la voluntad soberana»
Edmundo González
Ganador de las elecciones

Se inaugura una etapa distinta para la oposición, con la mayoría de sus líderes presos, desaparecidos, en el exilio o en la clandestinidad, pero con el apoyo de la mayor parte del pueblo. «Maduro solo está en el poder sentado sobre las bayonetas. Es una muestra, más que de fortaleza, de gran debilidad», lamenta. Para él, el 10 de enero no es el fin del camino, sino el inicio de una nueva resistencia.