Madrid pone a los vulnerables en el centro
Centros de acción caritativa y social, Cáritas parroquiales y personas atendidas peregrinarán el domingo a la catedral y compartirán la Eucaristía y un ágape con motivo de su Jubileo diocesano
«Cuando la Iglesia se arrodilla» junto al que sufre, «realiza su vocación más profunda: amar al Señor allí donde Él está más desfigurado». Esta frase del Papa León XIV en su exhortación apostólica Dilexi te sirve a Vicente Martín, obispo auxiliar de Madrid, para enmarcar la celebración en la capital de la Jornada Mundial de los Pobres y el Jubileo diocesano dedicado a ellos y a toda el área sociocaritativa de la archidiócesis. «El objetivo es poner en el centro de la vida y la misión de la Iglesia a las personas empobrecidas, y que estén presentes en ella, no solo en la dimensión caritativa y asistencial», explica a Alfa y Omega.
Con este fin, desde el pasado martes, «en Cáritas se han abierto las puertas de los centros para que la gente pueda conocer todo lo que se trabaja», desarrolla Martín. Los actos en sí comenzaron el miércoles con una oración de la mano del Observatorio de la Mesa diocesana de las Mujeres, en el Centro de Estudios Sociales de Cáritas Madrid. El momento fuerte será el próximo domingo. A las 11:30 horas, los centros de acción caritativa y social de la diócesis, las delegaciones implicadas, las Cáritas parroquiales y «todas las personas a las que servimos» están invitadas a peregrinar desde el metro de Ópera a la catedral de la Almudena, donde a las 12:00 horas será la Eucaristía jubilar. A continuación, habrá un ágape para «crear vínculos de fraternidad» y hacerles «sentir que forman parte de la comunidad».
El obispo auxiliar pide que, además, ese fin de semana «las personas más vulnerables y pobres, las que viven en situaciones de precariedad ocupen un lugar central en las parroquias». Se puede preparar los días previos con espacios de oración, escucha de la Palabra y encuentro. Asimismo, recuerda que el jubileo «se debe prolongar en el día a día de nuestras comunidades». En efecto, «para nosotros los pobres no son una distracción» sino alguien a quien tenemos «necesidad de acompañar permanentemente».
El lema de la jornada, «Tú, Señor, eres mi esperanza», «permite entrever ese grito de esperanza que sale del corazón humilde y agradecido de quienes viven en vulnerabilidad». Ellos «nos ayudan a descubrir más de cerca» cómo en la vida «hay muchas pequeñas esperanzas que no siempre satisfacen nuestra ansia de vida». Y es «en las situaciones límite, cuando uno ya no confía en las seguridades humanas», cuando se redescubre «la confianza en Dios como nuestra esperanza. Los pobres nos remiten a Él», asegura Martín. Por otra parte, «nosotros somos testigos de esperanza cuando trabajamos con ellos y por ellos por un desarrollo humano integral, por la construcción de la justicia».