Madrid pide perdón a las víctimas de abusos: «No os hemos defendido»
A las puertas de la catedral de la Almudena la archidiócesis de Madrid pidió perdón públicamente a las víctimas de abuso en su Iglesia y aseguró el compromiso para un presente y futuro de buenos tratos
Era un acto necesario y esperado. Se leía entre líneas en los rostros de los presentes en la puerta lateral de la catedral, la que da a la calle Bailén. Allí, desde el pasado lunes, cada trabajador de la archidiócesis, cada viandante y cada visitante del templo principal de la capital recordará el mal cometido contra todas esas personas víctimas de abusos en nuestra Iglesia al cruzarse con una placa que reza: «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis». Al lado, un olivo; «una oración por cada corazón herido, por cada gesto silenciado, y un compromiso de paz y reconocimiento para nunca más pasar página y sembrar vida», tal y como proclamó un lector en la conclusión del acto de reconocimiento y reparación a las víctimas que tuvo lugar en la catedral de la Almudena el 21 de octubre. Hubo quienes rompieron a llorar; no sabemos si reconfortados por las palabras contundentes del cardenal Cobo durante su intervención en el interior del templo: «Las lágrimas y las heridas nos han abierto los ojos para reconocer que no hemos cuidado a las víctimas, que no os hemos defendido y que nos hemos resistido a entenderos cuando más lo necesitabais. Lo sentimos profundamente. En este acto reconocemos que ha habido abusadores dentro de la Iglesia. Nos ha costado reconocerlo. Son lo opuesto a lo que pretendíamos anunciar y hacer. Que los haya en otros sitios no nos sirve de ningún consuelo», dijo, rotundo. O quizá la emoción procedía de escuchar los testimonios de hermanos en boca de una docena de lectores —no se supo si víctimas o no; preservar la identidad de los sufrientes fue uno de los buques insignia del acto— que aterrizaban, con palabras inteligibles para todos, cómo el mal acampa en algunos corazones. O quién sabe si el llanto, también de los que se acercaron a acompañar a las víctimas anónimas en un momento de exposición pública, pudo proceder de la vergüenza de reconocer cuántas veces se ha mirado hacia otro lado. «Nunca será suficiente lo que hagamos para reparar lo que ha sucedido», recalcó el arzobispo de Madrid. «Solo nos quedan la fe y vuestras heridas. No serán en vano: gracias a vuestro tesón y valentía nos hemos sentido urgidos a repensar muchas cosas y a purificar nuestros estilos de relación dentro y fuera de la Iglesia». Este cambio decisivo se va encarnando «en el sentir y en las actividades de nuestra Iglesia de Madrid y en tantos lugares», añadió. «Es nuestro firme compromiso. Necesitamos seguir madurando para poner en marcha un modelo de funcionamiento eclesial menos clerical, más sinodal y corresponsable. Un modelo en el que la transparencia y el buen trato sean la forma de funcionar».
El aire libre imprime carácter. Sacar a la calle carteles con testimonios indelebles de personas abusadas y fotos que han realizado durante su proceso de sanación; leer en voz alta y sin bajar la mirada que «eres víctima y a la vez te consideras cómplice y te das asco a ti misma»; escuchar a la responsable de primera acogida del Proyecto Repara, de la archidiócesis, decir que «tras el horror padecido» las víctimas se ven arrojadas al «silencio y al olvido» y que «para sanar hay que hablar y son precisos la memoria, el reconocimiento y la reparación»; llevar a casa un marcapáginas para que nuestros libros nos recuerden que en la Iglesia en Madrid #NoQueremosPasarPágina, remiten a un compromiso que no caerá en saco roto. «A las puertas de este templo, con las personas supervivientes, la Iglesia de Madrid quiere ponerse en marcha. Queremos asumir la culpa que nos corresponde y caminar, junto con toda la sociedad, asumiendo tanto dolor, sin miedo y con esperanza», añadió José Luis Segovia, vicario Pastoral de la archidiócesis madrileña, frente a un nutrido grupo de asistentes, periodistas, los seminaristas de la ciudad, religiosos y religiosas, Francisco Martín —delegado de Gobierno en la Comunidad de Madrid— y miembros del equipo del Defensor del Pueblo, quien, en su informe sobre los abusos, también propuso, como una de las medidas reparadoras, la de la celebración de «un acto público de reconocimiento y reparación simbólica». En el caso de Madrid, como aseguró el cardenal a la prensa, «las víctimas han preparado también este encuentro».
Poner palabras al dolor y a las emociones ha sido un trabajo de fondo para muchas de ellas. Leerlas, o dejar que otros las lean, es una heroicidad. El pasado lunes, Madrid se tiñó de valor. «Para las personas que nos han dado estas palabras supone la visibilización de lo que han vivido y para nosotros, el aprendizaje de lo que supone entender lo que ha pasado», aseguró Valentín Rodil, coordinador de la atención terapéutica de Repara, antes del acto. «Aprendemos de tantos supervivientes a través de sus heridas una realidad ocultada en la Iglesia», añadió en el interior de la catedral. «Emprenderemos senderos renovados que pasan por el reconocimiento, el acto de contrición, la oración, la reparación y la penitencia, tal y como nos pide el Evangelio».