Madrid acoge a Don Bosco
El cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, presidió el lunes el recibimiento una reliquia de san Juan Bosco en el Colegio de los Salesianos de Atocha. Ésta es la crónica de Javier Valiente, Delegado de comunicación de los salesianos
Desde las 10 de la mañana del miércoles, más de 1.500 alumnos del colegio salesiano de Atocha, acompañados por sus profesores y por los salesianos de la comunidad, llenaban el patio disfrutando de un día de fiesta especial que recreaba, con sorprendente fidelidad, el ambiente del primitivo Oratorio de Valdocco. Los más mayores, de FP y Bachillerato, ponían todo su ilusionado empeño en que los chavales más pequeños, los de Infantil, Primaria y Secundaria se lo pasaran en grande jugando a los juegos de toda la vida, como el sogatira, las chapas o las carreras de sacos. A la par, sonaba la música y muchos chicos bailaban y cantaban, haciendo las delicias de los educadores, presentes entre ellos, que no les quitaban ojo mientras sonreían emocionados ante tal espectáculo de sana y alegre juventud.
Poco antes de las 12, todos los chicos, educadores, miembros de la Familia Salesiana y amigos de don Bosco que no quisieron faltar a la cita, se distribuían por el patio alrededor del pequeño escenario preparado para la ocasión. Una marea de pañuelos blancos, amarillos, verdes y naranjas se agitaban al viento, en el momento en que el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio Mª Rouco Varela, entraba en el patio saludando personalmente a los más pequeños. En el aire, se sentía la inquieta expectación de la multitud congregada y los chavales gritaban ilusionados: «¡Bienvenido a casa!», cuando, puntual como un reloj, se abría el portón de la calle Sebastián Elcano y entraba don Bosco a encontrarse con sus chicos de Atocha.
Acompañado por los acordes de la Agrupación Musical Jesús de Medinaceli, de Alcalá de Henares –que contaba también con jovencísimos músicos–, la efigie de don Bosco recorría el patio hasta llegar a los pies del escenario, donde era recibido por el cardenal Rouco, el director de la casa de Atocha, don Manuel Aparicio, y el Inspector de Madrid, don Luis Onrubia, entre otras autoridades. Precisamente éste último fue quien abría el acto, recordando la multitud de jóvenes reunida en este mismo patio el pasado verano, durante la JMJ. «Entonces vino tu sucesor, don Pascual, pero hoy de verdad estás aquí y nos invitas a colaborar contigo y a ser santos», decía.
«Gran amigo de Dios, y por eso, gran amigo de los jóvenes»
Especialmente emotivos fueron los testimonios que, inmediatamente después, leían dos alumnas de secundaria. La primera de ellas recordaba sus primeros pasos junto a don Bosco, a los 8 años, leyendo un librito de Domingo Savio: «Decidí entonces que, de mayor, sería misionera, y aún lo mantengo». Y añadía: «Don Bosco y Domingo Savio me enseñaron a pensar en las personas que hacen el bien a los demás y en las que persiguen un sueño».
Por su parte, otra alumna contaba su primer día de clase en el colegio, recién llegada de Bangladés, su desconcierto al oír hablar de don Bosco, sus inquietas pesquisas para averiguar quién era ése del que todos hablaban y, por fin, su enamoramiento inmediato de la figura de don Bosco al conocerlo a través de la película. Un miembro de Hogares Don Bosco, ya entrado en años, decía entonces al escucharla, con lágrimas en los ojos: «¡Estoy emocionado!».
Por último, el arzobispo de Madrid, daba la bienvenida a la Reliquia en nombre de toda la Iglesia diocesana y se dirigía a los chavales con estas palabras: «La Iglesia en Madrid se siente gozosa, porque don Bosco fue un gran amigo de Jesús y, por eso, fue también un gran amigo de los niños y de los jóvenes». «La presencia de la Reliquia –añadía– es como si os dijese: Yo estoy en el Cielo y me siento a gusto en mi casa de Madrid». Para concluir, don Antonio decía: «Toda la Iglesia de Madrid se va asentir animada a conocer más a don Bosco. ¡Bienvenido, don Bosco, a casa!».
Dios siempre envía buenos pastores
Acto seguido, grandes y pequeños se ponían en marcha, comenzando una breve procesión por la calle Marqués de la Valdavia, ante la mirada curiosa de los vecinos asomados a las ventanas. La banda de música escoltaba la urna hasta el santuario, donde tuvo lugar la Liturgia de la Palabra, presidida por el cardenal. En su homilía, destacaba la necesidad de la luz para conocer a las personas, y como la Palabra de Dios era, en este caso, la luz para conocer mejor a don Bosco: «La Palabra nos enseña que Dios se ha ocupado siempre de los hombres como un Buen Pastor. Y así lo hizo también don Bosco con los jóvenes, sobre todo con aquellos que tenían el alma enferma, tanto es así que le pedía a Dios que le diera almas para llevarlas a la felicidad. Y conocemos el camino de la felicidad, porque conocemos el camino del Bien que nos ha enseñado Jesús». El cardenal de Madrid, señalaba que «Don Bosco fue, sobre todo, el pastor de los niños y los jóvenes, y quería acercarlos a Jesús porque sabía que sólo Él puede hacerlos felices».
La celebración concluía con la bendición del cardenal sobre los presentes, a quien los niños del colegio regalaron una imagen de san Juan Bosco como recuerdo de este día. Una vez más, la presencia de Don Bosco entre los jóvenes ha logrado el milagro de la alegría, de la fraternidad y de la fe.