Luica Villanego (Ruaj): «Necesitamos repensar el significado de la soledad»
La religiosa vedruna interviene este miércoles en la primera jornada de la Semana Nacional de Vida Consagrada que organiza el ITVR
Luica Villanego forma parte del Equipo Ruaj y de de las Carmelitas de la Caridad de Vedruna y será la encargada en la 51ª Semana Nacional de Vida Consagrada –que toca el tema de las relaciones– de abordar la cuestión de la soledad y el acompañamiento.
¿Cuáles son las claves que va a plantear?
Mi intervención se desarrolla, a partir de lo que vivimos en nuestra experiencia y reflexión como acompañantes, profundizando tres términos relacionados entre sí: soledad, conocimiento propio, acompañamiento. Pues el diálogo cordial con uno mismo es camino para conocernos y acogernos en nuestra vulnerabilidad y salir al encuentro de los otros. Para esto la mediación del acompañamiento es indispensable.
La vida consagrada es esencialmente comunitaria. ¿Puede existir sin acompañamiento?
La vida consagrada gana en calidad y hondura cuando en ella se vive la cultura del acompañamiento. Consideramos que el acompañamiento espiritual es personal y también grupal. Nos acompañamos comunitariamente, cuando en la comunidad se vive de manera sana y sanadora, es decir, se crean vínculos positivos, se comparten significados, se vive el cuidado entre sus miembros y nos interesamos unas por otras, unos por otros. Cuando se hace reflexión de lo que se va viviendo, ayudándonos a pensar y comprender lo que pasa, decidiendo cómo posicionarnos. Cuando compartimos lo que oímos a Dios en nuestra propia vida, en la comunidad y en la historia, cultivando la actitud de discernimiento. Esto no nos exime de la necesidad y oportunidad de expresarnos ante alguien que, como compañera o compañero de camino, se hace testigo de aquello que nos acontece y deseamos profundizar y acoger a la luz de Dios.
¿Sufren los religiosos de soledad hoy?
La vida religiosa se vive de manera contextualizada, es decir, las personas que eligen este modo de vida se ven afectadas por aquello que vive la sociedad. La soledad nos afecta hoy a todos y en todas las vocaciones, pero afecta de maneras diversas según nos relacionemos con ella. Puedo sentir miedo ante la soledad, miedo a encontrarme con ella y en ella con la responsabilidad de mi propia vida. Desde ahí, vivir en la superficie y no conectar conmigo misma. Puedo aislarme, gracias a la soledad, porque de quienes siento miedo es, precisamente, de los otros, por causas diversas. Quizá, una de las cosas que más necesitamos es repensar el significado de la soledad, asociada a la capacidad de pensar, de hacer silencio, de cultivar la propia interioridad, etc. Lo que más deseamos en la sociedad y en la Iglesia es una cultura en la que se favorezca el reconocimiento de la dignidad humana y del respeto, al estilo de Jesús. La cultura que denuncia todo modo de relación que hace sentir la soledad del rechazo, del abuso, de la indiferencia, la frialdad. Esa sí que lesiona, silencia y hace enfermar.
El acompañamiento espiritual en la vida cotidiana es mediación para ir haciendo camino hasta encontrar un modo diferente de relacionarnos con la soledad. Acogiéndola como posibilidad de crecimiento de nuestro mundo interior, la soledad nos posibilita el conocimiento propio, la capacidad de generar creatividad, la posibilidad de reconocer a los otros y crecer en alteridad, hacer el camino al corazón, descubrir al Dios presente.
¿Cómo de importante es el acompañamiento en la pastoral de las congregaciones religiosas?
Desde la experiencia sí vemos que ayuda a los jóvenes que alguien se acerque, se ponga a caminar con ellos, dialogue y les ofrezca preguntas, disponiéndose a escuchar con atención y activamente, lo que los jóvenes quieren compartir. Desde ahí vemos que es muy importante proponer y posibilitar espacios de acompañamiento en las propuestas de pastoral. A veces los jóvenes no buscan la experiencia de ser acompañados porque no saben del todo qué significa y conlleva dicha experiencia.
Progresivamente vemos cómo se incluye y ofrece la propuesta del acompañamiento en los itinerarios de pastoral, formación y en diferentes ámbitos de la vida. Cuando los jóvenes se inician en ello lo valoran cada vez más. Y va creciendo el interés por una formación sistemática en acompañamiento y su dedicación a ello.
¿Se demanda más esta formación para implantar el acompañamiento en los distintos procesos?
El interés por el acompañamiento va creciendo en las últimas décadas y esto se ha confirmado en la incertidumbre y adversidades como las que generó la pandemia y la situación que vivimos actualmente. Recibimos continuamente peticiones de acompañamiento tanto personal como grupal. Muchas instituciones sí incluyen ya el acompañamiento entre sus prioridades de animación y misión de la congregación y cuidan la formación de quienes acompañan en la vida diaria a hermanos y hermanas y a otras personas en sus comunidades y proyectos de misión.
La demanda no nos llega únicamente de la vida religiosa, órdenes contemplativas, diócesis y asociaciones de laicos también solicitan formación en acompañamiento y, en ocasiones, acompañamiento institucional, según sus circunstancias y necesidades.
¿Ayuda el acompañamiento a acercarse, por ejemplo, a personas alejadas de la Iglesia o en situación de especial vulnerabilidad social?
Sí, el acompañamiento en la vida diaria tiene como finalidad acoger la vida acompañando la vida, en expresión de Lola Arrieta. En el Equipo Ruaj esto es algo central en nuestros acompañamientos. Esto supone apoyar el crecimiento desde el punto de partida de cada persona. Desde su propia situación, ayudar a que se den o aprovechar las condiciones de posibilidad para que la personas pueda hacer camino de acogida de sí y de su realidad, en un proceso que incluye también la reconciliación y búsqueda de su proyecto personal en diálogo con su contexto y circunstancias, sea el que sea.
De hecho, en el ámbito de lo que es el acompañamiento en relación con la educación social, hace años ya mis compañeras Marisa Moresco y Lola Arrieta recogieron su experiencia reflexionada en este contexto y aportaron muchas claves metodológicas en su libro Educar desde el conflicto. Chicos que molestan. Otras publicaciones suyas en Cáritas avalan que este enfoque es válido mucho más allá de la vida religiosa.