Lourdes Grosso aborda en el Curso Anual de Catequistas el testimonio de fe, amor y perdón de los mártires
La Delegación Episcopal de Catequesis continúa con las sesiones del VII Curso Anual de Catequesis, centrado en este segundo bloque en el testimonio
El Curso Anual de Catequistas impartido por la Delegación Episcopal de Catequesis continúa en este primer mes de 2024 con el foco puesto en el testimonio. Los apóstoles, los mártires, los santos en general y los padres de la Iglesia formarán parte de este recorrido «para acercarnos a esa riqueza» del testimonio de la fe dentro de la vida de la Iglesia, tal y como aseguró Manuel Bru, delegado episcopal de la Catequesis de la archidiócesis de Madrid.
La última de las sesiones, celebrada el jueves 18 de enero, fue impartida por Lourdes Grosso, directora de la Oficina para la Causa de los Santos de la CEE, profesora de la Universidad San Dámaso y miembro de la Comisión Diocesana de Comunión Eclesial. Bajo el título El testimonio de los mártires que confesaron la fe y la confiesan con su sangre, Grosso hizo una reflexión sobre cómo va resonando la fe a lo largo de la historia. Quiso que toda su exposición fuera un «acoger el sonido de la fe», que es «mucho más que doctrina, el lenguaje para expresarlo e incluso que los signos». Es «la forma en que Dios se comunica con nosotros».
Se centró en el martirio cristiano, «que fecunda la Iglesia desde el origen hasta nuestros días», y abordó cómo los mártires, como grandes evangelizadores, «nos pueden ser de gran ayuda en nuestra catequesis habitual» y en la manera de descubrir el sentido del martirio en la propia vida cotidiana. Como expresaron los primeros discípulos, «damos testimonio de lo que hemos visto y oído». Es un testimonio de fe, «y de fe martirial», al que están llamados todos los bautizados, recordó la responsable de la sesión.
Los dos modelos ejemplares de martirio cristiano, continuó Grosso, han sido Cristo y María. El del Jesús fue un martirio cruento y, frente a él, el incruento de María, al pie de la cruz, corredentora de su Hijo. «El dolor de María fue el de su corazón maternal», por eso es reina de los mártires. «Hay formas de martirios, de dolores, que no salen a la luz con la sangre, pero que hieren profundamente en el corazón» y este dolor es ofrecido sin reservas.
Mártires actuales
El martirio, que en los primeros tiempos era la única forma reconocida de santidad por la Iglesia, se sigue produciendo a día de hoy. Juan Pablo II supo, por su propia experiencia con el nazismo y el comunismo, «que el siglo XX ha tenido más mártires que en toda la historia». De ahí que quisiera que las Iglesias locales y la Iglesia universal recuperaran su memoria y sus testimonios. De ahí que en España se creara la Oficina para la Causa de los Santos de la CEE, y que la Iglesia haya podido reconocer a cientos de mártires en dos grandes beatificaciones: la de 2007, con 498 nuevos beatos correspondientes a 23 causas, y la del Año de la Fe, en 2013, donde se beatificaron en Tarragona —«tierra de mártires de los primeros siglos»—, a 522 personas.
La ponente lanzó también una serie de ideas a los catequistas para testimoniar a los mártires: celebrar su memoria litúrgica, el 6 de noviembre; peregrinar a sus sepulturas; realizar actividades de formación, o acudir a recursos catequéticos en internet, a museos (como el de los mártires claretianos de Barbastro), los escritos de los mártires, publicaciones sobre ellos o películas. En este punto destacó Un Dios prohibido, Bajo un manto de estrellas, Poveda, De dioses y hombres o Vida oculta.
Junto a esto, recordó que el Papa Francisco, con motivo del Jubileo de 2025 ha convocado de nuevo, como ya hiciera san Juan Pablo II, una Comisión de Mártires de la Fe «para que su memoria sobresalga como un tesoro que custodia la comunidad cristiana». La gran novedad de este nuevo martirologio es que será ecuménico, es decir, no involucrará solo a la Iglesia católica, sino que se extenderá a todas las confesiones cristianas.
Grosso quiso para finalizar dar una pincelada sobre cómo vivir el martirio en lo cotidiano. Para ello aconsejó la lectura del capítulo VII de la encíclica Fratelli tutti de Francisco, que lleva por título «Caminos de reencuentro». «La lección de los mártires para la vida cotidiana es no dejarnos llevar por las heridas, las luchas, las guerras, grandes o pequeñas, sino trabajar por la paz y reencontrarnos unos con otros», leyó Grosso. Así, además de la fe y la vivencia del amor hasta el extremo, afirmó la profesora, los mártires también enseñan como valor principal el perdón.
Es lo que el Papa llama la «memoria penitencial», que invita a cultivar, siendo «capaces de asumir el pasado para liberar el futuro». En este sentido, Grosso puso de ejemplo a Irene Villa: «Gracias al perdón no tengo amputado el corazón; la bomba solo pudo con mis piernas». O como dijo la madre de la beata Rani María Vattalil —asesinada por su fe en 1995— al verdugo de su hija: «Beso tus manos porque fueron las últimas que tocaron la sangre de mi hija».