Los tesoros que los madrileños regalaron a la Almudena - Alfa y Omega

Los tesoros que los madrileños regalaron a la Almudena

El Museo de la Catedral de la Almudena alberga los vestidos que reinas, princesas y damas querían que la patrona luciera y coronas hechas con joyas de los vecinos

Rodrigo Moreno Quicios
Imagen vestidera de la Almudena con un manto elaborado en 1786.
Imagen vestidera de la Almudena con un manto elaborado en 1786. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

Nos detenemos frente a una preciosa Virgen de la Almudena vestida de un blanco radiante. A los pies del manto que la cubre, descubrimos un pequeño texto bordado. No tiene erratas, es que está en castellano antiguo. «Este manto le dio la Serenísima Princesa de Asturias a devoción y dirección de don Santos Morso», el bordador que lo elaboró. Y más abajo, la fecha: 3 de septiembre de 1786. Casi 240 años después de que María Luisa de Parma regalara a la Almudena su manto de corte —que es como se llamaba este riquísimo vestido blanco con el que se presentó en sociedad—, la pieza descansa sobre los hombros de una copia vestidera de la Virgen que preside una de las galerías del Museo de la Catedral de la Almudena. Es una imagen elaborada en torno a 1892, cuando el obispo de Madrid-Alcalá Ciriaco Sancha exoneró de vestirse a la original —hoy fija en el interior de la catedral— porque el constante cambio de mantos dañaba la talla elaborada en el siglo XVI por Diego Copín. Y es una de las muchas joyas, en sentido literal y figurado, que pueden contemplarse en esta galería que alberga una colección rotativa de mantos y coronas de la patrona de los madrileños, que este domingo 9 celebrará su festividad.

Esta corona de 1828 ya no sale en procesión.
Esta corona de 1828 ya no sale en procesión. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

Recorremos la galería con la mejor de las guías disponibles, Cristina Tarrero, la directora del museo. Nos explica que la Virgen de la Almudena, al igual que la del Rocío o la del Pilar, acostumbraron a vestirse con estos ricos mantos desde finales del siglo XVI hasta principios del XX, cuando por motivos de conservación los cambios de vestuario —que a menudo implicaban algún forcejo con las tallas— cayeron en desuso. Y en el caso de la patrona de Madrid, que descansaba en la antigua iglesia de Santa María la Mayor y con el Palacio Real a tiro de piedra, era la Casa Real quien solía regalarle sus lujosos vestidos tras solo unas pocas puestas y algunos pequeños reajustes. Las donaciones provenían «no solo de las reinas y las princesas sino también de las damas de corte». De hecho, según explica Tarrero, en la galería hay mantos procedentes «de diferentes personajes» como la marquesa de Santa Cruz o el ya descrito de María Luisa de Parma. Ahora se ve blanco, pero está elaborado en «tafetán rosa de seda con bordado y aplicaciones a base de hojillas, lentejuelas, espejuelos y piezas troqueladas».

La directora del Museo de la Catedral de la Almudena revela que en siglos pasados existía la figura de «camarera de la reina», que tenía como misión «visitar y cambiar constantemente de traje» a las soberanas. Una pomposidad que permitió a la Virgen llenar sus armarios con estas telas de, en sentido estricto, segunda mano; pero con una calidad superior a la de cualquier otro vestido del siglo XVI. Una época en la que, además, «la gente rehacía mucho con la misma tela para elaborar modelos diferentes». Por ello, siguiendo los cambios de moda, se cosían y descosían hasta casi su descomposición. Con todo, eso no echaba por tierra la capacidad de hacer una donación a la Iglesia, pues «cuando estaban muy estropeados se hacían casullas».

Copia de resina en una sacristía de la catedral.
Copia de resina en una sacristía de la catedral. Foto: Rodrigo Moreno Quicios.

Otra tradición arraigada hasta principios del siglo XX, cuando se dejó de vestir a la Almudena, era ponerle vestidos acordes al «color litúrgico». Así, solía lucir «en Pascua de blanco y en la Inmaculada de azul». Era un modo de la nobleza para darse a conocer y mostrar su devoción a la Virgen cuando «no había Hola ni Alfa y Omega». Donar un vestido era un modo de «quedar para la posteridad» y ser reconocido por las gentes sencillas.

«Tenemos 15 juegos y los solemos cambiar. Si vuelve dentro de seis meses encontrará otro», nos confía Cristina Tarrero, quien añade que, como estas piezas están elaboradas «con hilo de oro y plata», en el museo «tenemos las luces muy bajas» para no dañar los materiales.

Coronas delicadas o portátiles

Otro de los grandes tesoros del Museo de la Catedral de la Almudena son sus coronas. La directora nos acerca a una de las vitrinas de la galería y nos muestra dos preciosas. Una es azul por el Niño Jesús y otra es roja por la Virgen. Mirándolas de cerca, vemos que están adornadas con diferentes pendientes. Ambas son de 1948 y fueron «un regalo de los madrileños» después de que en la Guerra Civil se perdiera otra célebre corona de la Almudena. «Se hizo una suscripción popular entre gente a la que le quedaba alguna joya y la elaboró Juan José García con parejas de gemelos».

Finalmente, Cristina Tarrero nos dirige a una corona enorme aunque, según nos revela, muy delicada. La elaboró el reputado Luis Pecul Crespo, broncista de Fernando VII, en 1828. No obstante, «es una obra de arte muy buena y se estropea porque al salir en procesión se bambolea». Para resolverlo y permitir a la Virgen salir a las calles para ser saludada por todos los madrileños, «una mujer anónima quiso regalarnos otra corona más sencilla para que pudiese procesionar». Será la que podrán ver los madrileños por las calles de la ciudad este domingo.

La Almudena irá de verde

Aparte de la emblemática talla de la Almudena frente a la que se canta en las celebraciones en la catedral, el cabildo cuenta con más copias. Una de ellas es la vestidera del siglo XIX que se encuentra en el museo, pero hay otras dos más elaboradas en resina tras un escaneo 3D de la que elaboró Diego Copín a principios del siglo XVI. Después se pintaron con temple al huevo igual que en la época.

Una de ellas permanecerá expuesta desde este jueves en la plaza de la catedral para que los madrileños puedan hacerle sus ofrendas florales. La otra saldrá en procesión el domingo, tras la Misa de las 11:00 horas. «Está elaborada en un material mucho más ligero y se puede subir a la carroza y ponerle el manto sin miedo de dañarla», detalla Tarrero. Y da una primicia: este año, en pleno Jubileo, al estar dedicado a la esperanza la Virgen irá de verde con un mantón donado en el siglo XVIII por Ramón José de Arce y Uribarri.