Los scouts católicos refuerzan sus raíces
Soria y Gran Canaria acogen estos días dos macrocampamentos, con 8.000 niños y jóvenes del Movimiento Scout Católico y de Scouts de España. Ambas entidades reivindican una forma de educar que después de 110 años sigue siendo innovadora
En el verano de 1907, una veintena de muchachos ingleses con espíritu aventurero viajaron a la isla de Brownsea, en el canal de la Mancha. Eran los conejillos de Indias con los que el general Robert Baden-Powell quería probar los principios de su recién creado escultismo. 110 años después, 5.000 niños y jóvenes españoles están reviviendo este primer campamento scout en Covaleda (Soria). Es el I Jamscout, encuentro nacional del Movimiento Scout Católico (MSC). El domingo, los jóvenes celebraron la Eucaristía con el cardenal Osoro, arzobispo de Madrid; monseñor Xavier Novell, obispo de Solsona y responsable del departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal, y el obispo auxiliar de Pamplona, Juan Antonio Aznárez. Otros 3.000 scouts se dan cita en Gran Canaria, en el EsJamboree de la Federación de Scouts de España.
El campamento del MSC es el broche de oro al proceso de actualización que ha vivido la entidad en los últimos años, explica su vicepresidente, Carlos Lucas. Se han reformado los estatutos y se ha elaborado un programa educativo común para «acercarnos más a la esencia del escultismo original. En los años 80 se hicieron muchos cambios, en parte por la influencia de otras actividades de tiempo libre, y había mucha divergencia entre grupos. Debía notarse que no somos una ludoteca».
Entre otras muchas cosas, las dos grandes citas del MSC y de Scouts de España este verano comparten una vocación de servicio que se resume en la máxima de «dejar el mundo mejor de como lo hemos encontrado». En JamScout, los mayores limpiarán zonas recreativas y pintarán y restaurarán algunas construcciones de los pueblos cercanos, mientras los más pequeños servirán en el propio campamento. Los jóvenes reunidos en el EsJamboree de Gran Canaria harán limpieza de playas y otros entornos naturales, y también voluntariado con personas en riesgo de exclusión social.
«Todos los grupos scouts trabajan así en su entorno más cercano –explica Daniel Tito, portavoz de EsJamboree–. Intentamos que los niños comprendan la realidad social de sus barrios, y desde ahí la de su ciudad, su país y otros países. Cada año, por ejemplo, muchos grupos participan en la Gran Recogida del Banco de Alimentos. Y muchas veces, al decidir qué quieren hacer, hasta los pequeños nos sorprenden porque prefieren hacer proyectos sociales a otros de diversión».
¿Qué mejor forma de terminar este período de reflexión que con un gran campamento nacional? «Cuando nos planteamos cómo ambientarlo, en seguida salió la idea de Brownsea, para celebrar esta vuelta a los orígenes». Así, desde el 22 hasta el 30 de julio, niños y jóvenes desde los 6 hasta los 21 años están aprendiendo de forma adaptada a su edad a hacer las construcciones básicas para acampar, a seguir rastros, a conocer el entorno natural…
La receta de Baden-Powell
La vida en la naturaleza es uno de los pilares del método scout. «Estas cosas tienen incluso más valor ahora que antes –asegura Lucas–, porque los chicos descubren de lo que son capaces en un mundo que les enseña que lo único que tienen que hacer es sentarse y pulsar teclas. Vivir unos días sin estar conectados a la tecnología y dependiendo de lo que hacen con sus manos les abre los ojos de forma brutal».
Para el vicepresidente del MSC, esta vuelta a los orígenes es, al mismo tiempo, una apuesta de futuro. «El escultismo siempre ha innovado con cosas que luego los demás han ido adoptando. Todo eso de la educación por proyectos de la que se habla hoy, nosotros llevamos haciéndolo 110 años». Esta forma de trabajar, presente cada vez en más colegios, coincide con parte de la pedagogía que creó Baden-Powell: pequeños grupos de iguales que aprenden haciendo, asumen tareas y responsabilidades, y a los que el adulto solo acompaña y guía.
La pedagogía que está reforzando el MSC se completa con el uso de símbolos –tal vez el elemento más visible del escultismo– y, sobre todo, con lo que da sentido a todo: la espiritualidad, los valores y el compromiso de vida. El momento clave para todo scout es hacer la promesa, cuando solemnemente se compromete a servir a Dios y a su país, ayudar a los demás y vivir según la ley scout, también cuando deje el grupo. «Uno de los puntos fuertes de nuestro nuevo programa –afirma Lucas– es ayudar al descubrimiento vocacional. En las actividades se va viendo quién es un líder nato, a quién le interesa un campo en particular… En los scouts, todo el curso es una proyección hacia el campamento. Y el campamento es, al final, una proyección hacia la vida».
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Daniel (Monitor, grupo Sicónidas, Scouts de España)
«Cada rama se divide en pequeños grupos, en los que uno va adquiriendo progresivamente responsabilidades. Los niños son capaces de mucho desde pequeños, si los motivamos y les damos confianza. Además, los proyectos se eligen entre todos, sobre todo a medida que crecemos. Así nos acostumbramos a debatir y a vender nuestras ideas. Por eso, cuando empecé la carrera, estaba mejor preparado que muchos de mis compañeros para hacer presentaciones en público».
Desi (Ruta, grupo VII-Nervión, MSC)
«Cuando entré en Lobatos (9-11 años) quería conseguir todas las insignias (salud, cocina, creatividad…). Estos símbolos te motivan mucho. Lo más importante de mi vida scout ha sido recibir, al final de un campamento, el cuero rojo de Pioneros (15-17 años), el símbolo de que puedes coordinar a tu unidad. El segundo año en esa rama hice la promesa scout, porque estuve un año fuera y supe que no podía vivir sin los scouts. Pero entre mis amigos todavía hay alguno que no se decide. Es algo que nos tomamos muy en serio».
José Felipe (Consiliario de Scouts de Castilla-La Mancha, MSC)
«Baden Powell dijo que, sea cual sea su religión, un scout debe practicarla. La espiritualidad scout tiene dos elementos: la fraternidad y el servicio, que explicitan lo que debería ser nuestra relación con todos; y descubrir la presencia de Dios en el contacto con la naturaleza. Cosas como una Misa al atardecer ayudan mucho; así es muy fácil hacer una homilía. También hay más tiempo para hablar y contemplar. Por eso, si el sacerdote se hace cercano, los chicos acuden a ti para compartir».
Robert Baden-Powell, hijo de un pastor anglicano, volvió al Reino Unido en 1901 desde África como un héroe de guerra. Para su asombro, descubrió que un libro suyo destinado a los militares era leído con fruición por chicos jóvenes. Decidió escribir otro para ellos, basándose en sus propias experiencias y en sus investigaciones sobre la educación en distintas culturas y épocas. Tras el éxito de su primer campamento, Baden-Powell publicó por entregas Escultismo para muchachos. Antes de terminar la publicación, ya habían nacido varios grupos scouts.
En todo el mundo hay 50 millones de scouts: 40 millones de chicos y chicas en grupos de la Organización Mundial del Movimiento Scout, y diez millones de chicas en grupos femeninos reunidos en la Asociación Mundial de Guías. Es, posiblemente, el movimiento juvenil más importante del mundo.
En España el número de scouts ronda los 80.000. Scouts de España, federación aconfesional, engloba a 30.000 personas, y la Federación Catalana de Escultismo y Guidismo, a 20.000. Son confesionales el MSC, reconocido como asociación pública de fieles, que agrupa a unos 29.000; y Guías y Scouts de Europa, asociación privada de fieles de derecho pontificio con 700 miembros.
Ley scout: Este código recoge diez normas sencillas, entre las que se que pide al scout ser digno de confianza, servicial, respetuoso y puro, terminar lo que empieza, afrontar las dificultades con alegría y proteger la naturaleza como obra de Dios.
Ramas o secciones: Cada grupo se divide en Castores (6-8 años), Lobatos (9-11), Exploradores, Scouts o Rangers (12-14), Pioneros (15-17) y Rutas (desde 18). Cada rama tiene su marco simbólico. El más célebre es la de Lobatos, inspirado en El libro de la selva, de Rudyard Kipling.
Símbolos: Los signos scout por antonomasia son la flor de lis, el saludo scout –con los tres dedos centrales de la mano levantados– y la pañoleta del grupo. El uniforme permite, además, identificar la rama de cada chico –normalmente mediante colores–, e incluye las insignias que señalan su evolución personal.