Los sanitarios se vuelven a enfundar la capa: andando hasta el hospital para llegar a su turno
Virginia recorrió cuatro kilómetros por la nieve para llegar el sábado por la noche hasta el Hospital Infanta Leonor. Elena tuvo que hacer siete turnos seguidos para atender a los usuarios del Hogar 2.000
Cuando a Virginia Echalecu le tocaba entrar a trabajar, llevaba nevando sin parar cerca de 30 horas y la nieve había cubierto por completo la ruta por la que normalmente discurre con su coche. A pesar del temporal, esta enfermera de quirófano del Hospital Infanta Leonor no se lo pensó dos veces y se trasladó hasta su puesto de trabajo de la única manera posible: andando.
«Nunca he faltado a mi puesto de trabajo y tampoco lo iba a hacer ahora», cuando estamos ante una tercera ola de la COVID-19. Además, con el temporal «eran previsibles intervenciones quirúrgicas por caídas, como nos sucedió en mi segunda noche de guardia», explica Echalecu a este semanario.
De esta forma, la enfermera de 57 años se enfundó sus botas de monte, el anorak, el gorro y la bufanda y su puso a andar. «Ni si quiera me pude poner mis pantalones impermeables porque no los encontraba». «Había quedado con una compañera a 5 minutos de casa y fuimos juntas hasta el hospital».
Las imágenes que se encontró son similares a las que todos hemos podido ver en los medios de comunicación. «La nieve lo invadía todo. Imposible circular en coche. Incluso había coches abandonados por la carretera», detalla.
En su caso, hubo de recorrer cerca de cuatro kilómetros para llegar hasta su puesto de trabajo. Y una vez en el hospital le pudo dar el relevo a sus compañeras, alguna de las cuales «dobló turno después de trabajar por la tarde y por la noche» porque muchas enfermeras no habían podido llegar al hospital por culpa del temporal.
Virginia Echalecu terminó su turno esta misma mañana, pero antes de emprender el camino de vuelta a casa, andando por supuesto, «me quedé un rato para ver si llegaban todas las compañeras». De lo contrario, estaba dispuesta a «seguir trabajando para que estuviera garantizada la atención a los pacientes», concluye.
Siete turnos seguidos
Elena Gómez López, por su parte, no tuvo que andar más que un kilómetro para llegar hasta el Hogar 2.000 de Cáritas Toledo donde trabaja como monitora-cuidadora. «Vivo a unos ocho kilómetros y estaba todo nevado, pero un vecino del pueblo pasó con una pala excavadora y yo aproveché para llegar hasta las inmediaciones del Hogar», cuenta a este semanario.
Pero en su caso, sí tuvo que doblar turno. Mejor dicho, tuvo que hacer siete turnos seguidos. «Entraba a trabajar el viernes a las 15:00, pero como estaba todo nevado, mi marido Javier –que también trabaja en el centro- y yo decidimos salir por la mañana y no pudimos volver a salir hasta el domingo».
Elena y Javier fueron los dos únicos trabajadores del centro durante todo el fin de semana, y estuvieron acompañados en todo momento por Alejandra, la coordinadora. «Entre los tres estuvimos atendiendo a los 27 usuarios», explica. El centro Hogar 2.000 atiende a personas sin hogar, «con perfiles muy variados, aunque ahora lo que más abunda son las personas con enfermedades mentales».
Ahora ya les han dado el relevo, pero la cuidadora no quiere protagonismos. Hasta el punto de que prefiere que publiquemos una foto suya de espaldas, subiendo por la nieve al centro. Prefiere que el reconocimiento se lo lleven los trabajadores de Infocam: «Sin ellos, todavía seguiríamos aislados en el centro. Limpiaron toda la carretera e incluso el interior y, además, me trajeron hasta mi casa», concluye Elena, que tuvo que abandonar su coche en la carretera ante la imposibilidad de llegar con él hasta su propio hogar.