Los responsables diocesanos de discapacidad se reúnen para «regalar esperanza» - Alfa y Omega

Los responsables diocesanos de discapacidad se reúnen para «regalar esperanza»

Elena es una mujer ciega que da talleres de poesía en cárceles, Monse trabajaba vendiendo cupones y sufrió ludopatía o Paloma, que tiene un hermano con un 98 % de discapacidad. Ellas han sido algunos testimonios de este encuentro

Ester Medina Rodríguez
Imagen de grupo del encuentro
Imagen de grupo del encuentro. Foto: Área de discapacidad CEE.

Este sábado por la tarde ha finalizado en Madrid la tercera edición del encuentro nacional de responsables diocesanos para las personas con discapacidad organizado por la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado. Una preocupación, la de integrar la discapacidad en la Iglesia, que desde hace unos años se quiere hacer patente con la designación de un responsable diocesano, elegido por el obispo de cada zona, que aborde estos temas en los diferentes lugares y parroquias de esa diócesis.

Alrededor de 50 personas de varias diócesis, muchas de ellas por primera vez, han acudido a este encuentro con el objetivo de conocerse entre los responsables de discapacidad, sus formas de trabajar y poner en común experiencias que enriquezcan este trabajo pastoral. Este año, el lema ha sido Todos juntos regalamos esperanza, en consonancia con el jubileo que estamos viviendo.

«Hoy en día no se quiere vivir el sufrimiento y el dolor, y todo el mundo busca lo perfecto», relata Mariano Fresnillo, periodista y miembro del equipo del área de discapacidad en conversación con Alfa y Omega. La discapacidad «te descubre este tipo de cosas que no se venden hoy día y no están de moda, pero con la que puedes ver la vida de otra manera».

El encuentro ha comenzado con el saludo del obispo de Vic y responsable del área de pastoral de las personas con discapacidad, Román Casanova, y después ha tenido lugar la ponencia principal a cargo de Miguel Ángel Valero, delegado para la accesibilidad y responsabilidad social en la ETSIS Telecomunicación, que ha hablado sobre cómo esta accesibilidad puede ser fraterna, católica y transversal.

Testimonios de esperanza

El momento más emocionante ha sido con los testimonios de personas con discapacidad que han relatado cómo, a través de la acción social, transmiten esperanza a su alrededor. Un ejemplo es Elena Peralta, una mujer ciega que ha recorrido algunas cárceles de España haciendo talleres de poesía y relatando su experiencia con la que ha infundido esperanza a los reclusos.

En este intercambio de testimonios, también se ha hecho hincapié en la importancia de la familia y «cómo se aborda la esperanza cuando la incapacidad vapulea con fuerza», señala Fresnillo, que ha moderado la mesa redonda de la tarde. Con él se ha sentado, por ejemplo, un matrimonio joven, ella embarazada de ocho meses, con una hija de 9 años y otro de 6 con Síndrome de Down. Con emoción han contado la experiencia de tener a ese hijo y «lo maravilloso que es tenerle».

O también Paloma Zafrilla, de 24 años, que tiene un hermano de 27 con una discapacidad del 98 %. Sin diagnóstico, pero con problemas de todo tipo. Fresnillo ha subrayado su experiencia vital sobre «cómo lo ven todo de manera distinta para discernir la vida, a otro ritmo» y que su hermano, más que un problema, ha sido una riqueza. El cuadro de testimonios lo han cerrado Carlos y Monse, un matrimonio de personas ciegas, con una hija, también ciega, de 29 años. Monse era vendedora de cupones de la ONCE y, debido a su trabajo con el juego, sufrió graves problemas de ludopatía. Gracias a la ayuda de mucha gente, de su marido que la acompañó, esperó y cuidó, y de su fe, salió adelante. Ahora, se dedican a ayudar a personas con alguna adicción al juego.

Con estos testimonios, «reivindicamos que la discapacidad puede ser activa, que hasta ahora siempre se había considerado como un elemento pasivo. Eso es cierto en algunos, pero en otros puede ser al revés; parte activa que ayuda, colabora y comparte sus posibilidades viendo las capacidades diferentes y no las discapacidades», señala Fresnillo. «Descubrir la perfección dentro de mi imperfección».