«Los refugiados seguirán jugándose la vida para pedir asilo»
La reapertura de la frontera en Ceuta y Melilla no garantiza que puedan presentar su solicitud, denuncia el Servicio Jesuita a Migrantes
Las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos llevan ya más de una semana abiertas tras más de dos años sin movimiento por la pandemia. La situación en estos momentos, cuenta a este semanario el abogado del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) Javier Jiménez desde Melilla, «es muy tranquila». Es normal, pues solo pueden transitarla personas con la nacionalidad española o de la UE y con un visado Schengen. Hasta que termine el mes de mayo no lo podrán hacer los trabajadores transfronterizos, aquellos que cruzan a las ciudades autónomas españolas para trabajar. Y está por ver en qué condiciones y con qué requisitos.
Lo cierto es que las autoridades marroquíes están siendo muy estrictas en el tránsito desde España en estos primeros días. No permiten la entrada ni a sus propios ciudadanos –los hay que quieren volver y no pueden— que no cuenten con una autorización o un visado Schengen. Tampoco está permitido el paso de mercancías o productos. Según explica Josep Buades, coordinador del área de Frontera Sur del SJM, no está claro cuántas personas tendrán permiso para cruzar a Ceuta y Melilla en junio, cómo se concede o cómo serán los sistemas de control e identificación.
Su principal preocupación, sin embargo, son los migrantes más vulnerables, fundamentalmente aquellos con un perfil de protección internacional, pues su situación seguirá siendo la misma o incluso peor que antes, al no poder acceder a las oficinas de asilo y refugio que hay en los puestos fronterizos.
Así las cosas, Buades duda de que sirios, iraquíes, palestinos y argelinos, que conseguían llegar hasta la oficina haciéndose pasar por marroquíes y con documentación alquilada, puedan volver a utilizar esta vía si los medios de control del país vecino se modernizan. Ya no era posible para yemeníes ni tampoco para los subsaharianos. En la última semana no ha llegado ninguna solicitud. «Creemos que los refugiados seguirán jugándose la vida para pedir asilo», reconoce Buades, y añade que lo harán fundamentalmente por vía marítima, pues «la instalación de peines invertidos en la valla hace difícil los saltos exitosos». En cualquier caso, la intuición de este sacerdote jesuita es que «habrá ya pocos saltos numerosos y solo cuando así lo desee Marruecos como medida de presión».
Además de por la vida de las personas que intentan entrar en España, continúa el jesuita, también le «preocupa la práctica de rechazos en frontera y otras formas de devolución sumaria de personas en situación de vulnerabilidad y con necesidades de protección».
En Ceuta, el director de Cáritas, Manuel Gestal, no percibe grandes cambios desde el pasado 17 de mayo. A las limitaciones de entrada, añade que las autoridades «están siendo muy estrictas». Cree que en cuanto se amplíen los permisos y pueda pasar cada vez más gente lo notarán en la afluencia a los servicios de la entidad caritativa. «Hay cerca de 200 familias que se quedaron en Marruecos y que eran usuarias. Lo sabemos porque con la pandemia se redujo la afluencia. En cuanto puedan pasar, volverán a las parroquias para pedir ayuda», explica. Son personas, explica Gestal, que viven de la mendicidad o de los alimentos que desechan los supermercados al caer la noche. «En unas semanas podremos decir con datos cómo ha afectado», concluye.
Menores en Ceuta
Mientras tanto, según los datos recabados por este semanario de fuentes oficiales, todavía quedan en Ceuta aproximadamente 320 menores que llegaron hace poco más de un año, tras un salto masivo y sin precedentes. Además, a nivel legal, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía tiene pendiente resolver el recurso de la Delegación del Gobierno a la condena de un juzgado de Ceuta por la devolución de menores en agosto.
Lourdes Reyzábal, presidenta de la Fundación Raíces, una de las impulsoras de esta vía legal, estuvo a finales de la semana pasada en la ciudad para firmar un acuerdo con las autoridades locales para atender a los menores que están a punto de cumplir 18 años y ofrecerles vías seguras y acompañamiento en su camino a la península, a donde suelen ir. En los últimos tiempos habían comprobado cómo, cada vez más, llegaban a sus recursos en Madrid no sin antes «pasarlo muy mal». «Queremos trabajar con ellos y acompañarlos para que no tengan que estar ni un día en la calle», explica a Alfa y Omega.
El Gobierno de Ceuta ya ha identificado a 15 jóvenes que cumplen 18 años en los próximos meses y desde la fundación ya han entrado en contacto para conocerlos: sus motivaciones, habilidades… Luego, a través de una red de empresas en toda la península, les ofrecen un trabajo en el que, además, se forman; un alojamiento, y recursos económicos para cubrir sus gastos hasta que reciben el primer salario. «Entonces ya se independizan», concluye.