Los que lo tocaban se curaban
Lunes de la 5ª semana del tiempo ordinario / Marcos 6, 53-56
Evangelio: Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.
Comentario
Todos los enfermos corren a ver a Jesús. Quieren verle, «tocar al menos la orla de su manto». Creen que quedarán sanos. Quieren recuperar la salud para volver a su vida. Quieren vida. La enfermedad y la muerte son los enemigos de la vida. Esa enemistad ahoga sus esperanzas, y llena el día a día de agotamiento y angustia.
Y han oído que Jesús tiene poder para vencer la enfermedad. Que en Él la vida tiene tal potencia que basta con tocarle. Todo lo que Jesús toca se llena de vida. Todo en Él transmite vitalidad nueva. Su palabra, su contacto, su mirada. Por eso, «cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos».
Cierto, su vida vence la enfermedad. ¿Y la muerte? Aquellos que son curados hoy mañana volverán a enfermar y algún día morirán. ¿De qué sirven estas curación provisionales a estos enfermos? ¿De qué le sirven al resto de enfermos? ¿Y a nosotros que hoy no somos curados? Nos sirve para conocer que con Jesús la «enfermedad no es de muerte» (Jn 11,4). Ni siquiera cuando produce la muerte. Si Cristo es esa fuente de vida, si Cristo es la Vida misma, nada ni nadie podrá separarnos de su amor.