Los problemas del mundo «nacen del rechazo a Dios» - Alfa y Omega

Los problemas del mundo «nacen del rechazo a Dios»

En su visita a Baréin, tercera a un país musulmán desde la pandemia, el Papa Francisco exhortó a los líderes religiosos a promover una libertad religiosa plena y a retirar todo «apoyo a los terroristas»

María Martínez López
Con alumnos con trajes tradicionales en el Colegio del Sagrado Corazón, el día 5. Foto: EFE / EPA / Maurizio Brambatti.

«Si nosotros, que creemos en el Dios de la misericordia, no escuchamos a los indigentes y no damos voz a quien no la tiene, ¿quién lo hará?». Estas palabras del Papa en la clausura del Foro de Baréin para el Diálogo marcaron el tono de su visita al país, del 3 al 6 de este mes. Con el lema Oriente y Occidente por la convivencia humana, este encuentro interreligioso era el motivo principal de su nueva visita al golfo Pérsico —estuvo en Abu Dabi en 2019—, y tercera a un país de mayoría musulmana desde la pandemia. Por ello, en sus mensajes ocupó un papel fundamental el papel de las religiones a la hora de afrontar los grandes desafíos contemporáneos.

No faltaron alusiones a la «realidad monstruosa e insensata de la guerra», como afirmó en el encuentro con las autoridades, aludiendo específicamente al cercano Yemen. También en la clausura del foro denunció cómo «se juega con fuego, misiles y bombas, con armas que provocan llanto y muerte, llenando la casa común de cenizas y odio». Y pidió no olvidar la «brecha en constante y dramático crecimiento» entre el norte y el sur, con sus consecuencias de pobreza y crisis ambiental. Sin embargo, el Santo Padre fue más allá de la enumeración. Hasta en tres ocasiones, subrayó que todos los «problemas y desequilibrios» surgen «del rechazo a Dios y al hermano», al «perder de vista al autor de la vida y en el no reconocernos ya como custodios de los hermanos», según indicó ante el Consejo Musulmán de Ancianos.

Esto implica, continuó, que los líderes religiosos «tenemos una tarea única, imprescindible, la de ayudar a encontrar estas fuentes de vida olvidadas» y «de volver a acercar a los fieles a la adoración del Dios del cielo y también acercarlos a los hombres, para quienes Él hizo la tierra». Para ello, citó dos medios fundamentales: la oración y la fraternidad. Horas antes, al clausurar el Foro para el Diálogo, había citado también la educación y la acción contra el fundamentalismo, aunque sin emplear esta palabra. En estos ámbitos «los líderes religiosos no podemos dejar de comprometernos y de dar buen ejemplo». Pero reconocer su papel no fue una excusa para caer en el halago fácil.

Más que libertad de culto

El Papa presentó exigencias concretas. Una de ellas giró en torno a la libertad religiosa, que no puede ser mera «libertad de culto» o protección y respeto a los lugares sagrados. Es un avance, por supuesto, que la catedral de Nuestra Señora de Arabia, en Awali, donde se celebró el encuentro ecuménico, se construyera en un terreno donado por el emir del país. Pero más allá, insistió el Papa al clausurar el Foro para el Diálogo, cada sociedad y cada credo deben «examinarse» sobre «si obliga desde el exterior o libera interiormente a las criaturas de Dios»; si promueve la rigidez o una libertad que «no significa hacer lo que nos dé la gana, sino orientarnos al bien».

También queda trabajo para prevenir la violencia religiosa. «No basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre», exhortó. Más aún, ni siquiera esto es suficiente, sino que «es preciso actuar en sentido contrario» de la intolerancia y el extremismo, cesando toda justificación o «apoyo a los movimientos terroristas». Es necesario asimismo para «establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra “minorías”», que puede llevar al aislamiento y la hostilidad.

Hacia África

El Papa espera ir a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur «a principios de febrero». Se lo dijo, un día antes de partir hacia Baréin, a universitarios africanos que participaban en el evento online Construyendo puentes. Este viaje, previsto para julio y suspendido por su dolencia de rodilla, es su próxima cita internacional. Ucrania y el Líbano siguen en el horizonte.

En sus encuentros con la comunidad cristiana, el segundo pilar del viaje, incidió en estos temas, con una llamada particular y más exigente a estos grupos. En la Misa en el Estadio Nacional de Baréin, ante unas 30.000 personas —llegadas también de los países vecinos, incluyendo Arabia Saudí—, profundizó en que la respuesta cristiana ante el mal que brota del corazón del hombre es «amar siempre y amar a todos».

No es una propuesta «fácil» o de un «amor sentimental o romántico, como si en nuestras relaciones humanas no existiesen momentos de conflicto». Jesucristo «no es irenista, sino realista». Pero con un realismo que «pide a los suyos la valentía de arriesgarse por algo que aparentemente parece la opción perdedora», como es permanecer «siempre, fielmente, en el amor, a pesar de todo, incluso ante el mal». El «ojo por ojo» humano implica «hacer justicia con las mismas armas del mal». En vez de soñar «con un mundo irénicamente animado por la fraternidad», el Señor pide compromiso para vivirla en primera persona, «perseverando en el bien».

Trabajo deshumanizador

Esta es la importante aportación que los cristianos están llamados a realizar en un país en el que solo hay 80.000 católicos, y casi todos son inmigrantes de países como la India, Sri Lanka y Filipinas. Francisco, que lleva los desafíos que afrontan los migrantes en el corazón, no podía pasar por alto que casi la mitad de la población de Baréin es extranjera. De hecho, dijo a las autoridades en su primer discurso, «ha sido precisamente la contribución de muchas personas de pueblos diferentes lo que ha permitido un considerable desarrollo productivo». Ejemplo de este mosaico es el Colegio del Sagrado Corazón, donde el Papa se reunió con los jóvenes. Entre sus alumnos hay cristianos, pero también musulmanes y de otras religiones. «Sin ustedes esta convivencia de las diferencias no sería posible», les dijo Francisco. Reconoció que «muchos están aquí de paso, por razones de trabajo». Pero no por ello deben vivir con «mentalidad de turista», sino aprovechar el presente y «dejar ahora una buena huella».

No ignoraba el Pontífice, sin embargo, las dificultades que viven estos inmigrantes. Por eso recordó a las autoridades que «el trabajo aún es muy escaso y hay demasiado trabajo deshumanizador», o incluso que «esclaviza». «Eso no solo conlleva graves riesgos de inestabilidad social, sino que representa un atentado a la dignidad humana». En relación a este y otros desafíos, les alentó a trabajar para que «la misma dignidad y la igualdad de oportunidades sean reconocidas concretamente a cada grupo y a cada persona; para que no haya discriminaciones y los derechos humanos fundamentales no sean violados». Por ejemplo con la pena de muerte, que el país retomó en 2017 tras una moratoria. Con trabajo en estos ámbitos, resaltó, Baréin puede ser «un faro que promueva, en la región, derechos y condiciones justas y cada vez mejores para los trabajadores, las mujeres y los jóvenes».

RELACIONADO