Los problemas de voz del Papa no le impiden advertir sobre la Babel moderna
«Nos encontramos en la primera civilización de la historia que intenta organizar una sociedad humana sin la presencia de Dios», ha advertido durante la audiencia
«Todavía no estoy bien con esta gripe y mi voz no mejora», ha dicho el Papa Francisco con cierta dificultad al inicio de la audiencia general del 29 de noviembre. En su lugar, el sacerdote italiano Filippo Ciampanelli, miembro de Secretaría de Estado, ha leído la catequesis del Papa.
Ha estado centrada de nuevo en Evangelii gaudium, una exhortación apostólica que el Papa está desgranando con motivo de su décimo aniversario. En su predicación, Francisco ha explicado por voz de Ciampanelli por qué la fe, además de ser «una alegría» y «para todos», es también «para hoy».
«Casi siempre se oye hablar mal de hoy. Entre las guerras, el cambio climático, las injusticias planetarias, las migraciones, la crisis de la familia y de la esperanza… no faltan motivos de preocupación», ha dicho Francisco a través de su ayudante. El Papa ha señalado la paradoja de que «parece habitarnos una cultura que pone al individuo por encima de todo y a la tecnología en el centro de todo, con su capacidad para resolver muchos problemas», pero al mismo tiempo «esta cultura del progreso técnico individual lleva a afirmar una libertad que no quiere darse límites y es indiferente a los que se quedan atrás».
La Babel de hoy
Francisco ha sido crítico en su catequesis con «la lógica a menudo voraz de la economía, con una visión de la vida que descarta a los que no producen y tiene dificultades por mirar más allá de lo inmediato». Según el Papa, podría incluso decirse «que nos encontramos en la primera civilización de la historia que intenta organizar una sociedad humana sin la presencia de Dios». Un empeño fútil que provoca que «las enormes ciudades se queden planas aunque tengan rascacielos vertiginosos».
El Papa se ha apoyado en esta imagen, similar a la de la torre de Babel, para explicar el peligro de «un proyecto social que sacrifique cada individualidad para la eficiencia de la colectividad». Citando ese pasaje del Génesis, ha explicado que, cuando los vecinos de la ciudad «hablaban un solo idioma, podíamos decir que tenían un pensamiento único, como si estuvieran envueltos en una especie de hechizo general que absorbe la singularidad de cada uno en una burbuja de uniformidad».
Según esta interpretación del relato, el Papa ha sostenido que Dios devolvió a cada pueblo sus lenguas «para restablecer las diferencias y recrear las condiciones por las que puede desarrollarse la unicidad» allí donde «la ideología quiere imponer lo único». Y ha subrayado que este episodio «parece realmente actual» cuando se impone «la cohesión» por encima de «la fraternidad y la paz». Una «tentación» que, según Francisco, «a menudo se basa en la ambición, en el nacionalismo, en la estandarización, en estructuras tecnoeconómicas que inculcan la persuasión de que Dios es insignificante e inútil, no tanto porque se busque más conocimiento, sino por un afán de poder».
Anunciar a Jesús en la cultura de hoy
En su audiencia general, el Pontífice ha explicado que con Evangelii gaudium procuró invitar «a una evangelización que ilumine nuevos modos de relacionarse con Dios, con los demás, con el medio ambiente y que suscite valores fundamentales». Para el Papa, «se puede anunciar a Jesús solamente viviendo la cultura del propio tiempo». Ha citado además a san Pablo, quien decía en su carta a los corintios: «He aquí ahora el tiempo aceptable, he aquí ahora el día de salvación».
Francisco ha descrito «nuestro tiempo y nuestra cultura como un regalo» que permite «salir a la calle, ir a los lugares donde la gente vive, frecuentando los espacios donde la gente sufre, trabaja, estudia y reflexiona». Y ha encargado a la Iglesia ser «fermento de diálogo, de encuentro, de unidad» como la mejor precaución para «evitar que la teología se convierta en ideología». El riesgo de «no salir a las encrucijadas», ha dicho el Papa, es «empobrecer el Evangelio y reducir la Iglesia a una secta». «Hagamos nuestro el deseo de Jesús: ayudar a los compañeros de camino a no perder el deseo de Dios, abrir su corazón e Él y encontrar al único que, hoy y siempre, da al hombre la paz y la alegría».
A final de la audiencia, un circo ha actuado frente al Papa Francisco deseándole una pronta recuperación. Él ha pronunciado unas breves palabras de agradecimiento donde ha subrayado que «el circo expresa una dimensión del alma humana: la alegría gratuita y simple hecha con la mística del juego». Se ha despedido pidiendo un aplauso para los feriantes «porque nos hacen reír y nos dan un ejemplo de perseverancia muy fuerte porque lo que hacen requiere mucho entrenamiento». Finamente ha bendecido a todos los presentes.
En la tarde del 29 de noviembre, la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha enviado un comunicado con las últimas novedades sobre la salud del Papa. «No tiene fiebre, pero persiste la inflamación pulmonar», ha revelado Matteo Bruni, su director. Francisco aún padece «dificultades respiratorias» y «continúa la terapia antibiótica»