Los peregrinos de hoy tienen ampollas en las manos - Alfa y Omega

Los peregrinos de hoy tienen ampollas en las manos

La Iglesia en España ha creado la Hospitalidad Atlántica, esa virtud de asistir al peregrino que, ahora, llega en barcaza

Alfa y Omega

El término hospitalidad alude a una virtud que se ejerce con foráneos, a los que se presta debida asistencia a sus necesidades. Desde tiempos ancestrales, el hospitalario entrega su vida en los albergues de caminos de peregrinaje para dar de beber al sediento, pan al hambriento y cobijo al caminante. Esa forma de entrega milenaria y repetida en no pocas vidas de santos es la que el Papa Francisco puso desde el inicio de su papado como una de las piedras angulares de lo que debe ser la Iglesia del siglo XXI, que no es otra cosa que lo que supone ser cristiano desde el siglo I después de Cristo: un hospital de campaña en el que acoger a los heridos en mitad del frente. Acoger con la mirada cálida. Acoger con la palabra confortadora. Acoger con la caricia necesitada. Acoger con la casa abierta. Acoger con el bisturí que suture las heridas. Esto puede parecer una sucesión de palabras biensonantes y reiterativas si uno no las coloca en el lugar y el contexto adecuado. O si, quizá, tiene todas las comodidades y afectos a su alcance —en este momento de la vida— y cree que lo que le pase al otro es una serie de malas decisiones que él nunca tomará. Pero, no nos engañemos, de determinados modos y con diversos alcances, todos necesitaremos en algún momento cobijarnos en esa tienda de campaña-hospital. Ahora toca a los casi 40.000 migrantes que recibieron las islas Canarias durante 2023, que no son meros números. Son hombres, mujeres y niños —muchos de ellos solos— con miedo, frío, enfermedades, desesperación y angustia que llaman a la puerta de un vecindario, el isleño, bondadoso y entregado, y también sobrepasado por la soledad ante un drama humano que no pueden gestionar sin ayuda. Por eso la Iglesia en España ha recogido la petición papal y ha creado la Hospitalidad Atlántica, esa virtud de asistir al peregrino, en este caso, al que cruza en barcaza el mar, con ampollas en las manos de aferrarse a la vida. Es el nuevo camino de redención.