Los padres de la guerra de Gaza: «Nuestras hijas piden que evitemos el próximo asesinato»
Bassam Aramin, palestino, y Rami Elhanan, israelí, son dos padres a los que el largo conflicto en Tierra Santa les ha costado lo que más querían: sus propias hijas. Acaban de conocer al Papa Francisco
«No es mi amigo, es mi hermano», dice Bassam Aramin de Rami Elhanan. El primero es palestino. El segundo es israelí. Comenzaron siendo enemigos y hoy, como hermanos de distinta madre, comparten propósito en la vida. Para llegar hasta él atravesaron, y atraviesan, probablemente lo más duro y antinatural que exista: sobrevivir a un hijo.
En 1997, Smadar fue a comprar libros con unas amigas. Dos suicidas palestinos se cruzaron en su camino en Jerusalén y se hicieron explotar llevándosela por delante. Ese año, no muy lejos, nació Abir quien, en 2007, resultó gravemente herida en la cabeza por una pelota de goma disparada por un policía israelí. Murió tras horas de agonía. Rami y su esposa pasaron esos dos días en el hospital junto a su amigo Bassam y su familia. En el abismo del mismo dolor su vínculo se estrechó para siempre. Pero la historia de estos hombres comenzó en 2005, cuando se conocieron en un encuentro entre exsoldados israelíes que se negaban a volver a empuñar las armas y exprisioneros palestinos. Rami luchó en la guerra del Yom Kippur en 1973. Bassam fue combatiente palestino y pasó siete años en prisión. Ambos, que anhelaban la paz y ya habían padecido el conflicto en primera persona, conectaron ese día. «Porque teníamos y tenemos los mismos valores. Por eso nos hicimos tan amigos. Creemos que todo el mundo, israelíes y palestinos, tienen el derecho de vivir dignamente, libres y seguros», recuerda Bassam, que conversa con Alfa y Omega tras compartir con su familia el iftar, la rotura del ayuno del Ramadán.
Juntos llevan años nadando a contracorriente en las turbulentas aguas del conflicto, conscientes de que es necesario poner un dique al torrente de violencia. Lo hacen desde The Parents Circle, una organización formada por unas 600 familias israelíes y palestinas creada en 1995. Todas han perdido a un ser querido por el intercambio de violencia, pero creen firmemente que la reconciliación no es una utopía. Todas han rechazado sucumbir al ojo por ojo. «La venganza siempre es mucho más fácil porque no eres tú. La ira te domina, pero la ira no es buena consejera. Cuando buscas venganza, tienes que cavar dos tumbas: una para tu enemigo y otra para ti. Es mucho más difícil enfrentarse a la ira y a la frustración que situarte por encima de ellas y tratar de encontrar las razones de lo que ha pasado, entender qué puede hacer que alguien esté tan desesperado como para volarse por los aires llevándose a tu hija en el camino», reflexiona Rami. Por su parte, Bassam explica que «las respuestas no están en la venganza, que no es la forma más efectiva de actuar».
Francisco recibió en privado, por segunda vez desde el 7 de octubre, a algunos familiares de los rehenes israelíes en manos de Hamás. A la audiencia acudieron ocho personas acompañadas por las fotografías de sus seres queridos. Francisco se detuvo especialmente en las instantáneas de los pequeños Ariel, de 4 años, y Kfir, de solo 1, el rehén más joven. El bebé cumplió su primer año de vida bajo secuestro. «No podemos creer lo cercano y acogedor que ha sido con nosotros y todo el tiempo que nos ha dedicado», declararon los familiares tras el encuentro. Contaron además que el Papa les aseguró que está haciendo todo lo posible para ayudar en la liberación de los rehenes. La audiencia sirvió para rebajar la tensión entre Roma y Tel Aviv, molesta por algunas afirmaciones de Francisco. El Papa, que se ha pronunciado sobre esta crisis en más de 70 ocasiones, en sus llamamientos nunca se ha olvidado de exigir la liberación inmediata de los secuestrados israelíes, así como la ayuda humanitaria para Gaza.
Sostienen que es necesario conocerse mutuamente. Poner un nombre al israelí o al palestino que la atmósfera viciada durante años deshumaniza como un indeseable vecino. «Somos dos sociedades en guerra donde se prepara a los jóvenes para que puedan sacrificarse cuando llegue el momento. Para ello, nos ocultamos los unos a los otros, demonizándonos. Es un lavado de cerebro al que se somete a los niños de ambos lados. Y el resultado es horrible y todo porque no se conocen, porque se tienen miedo», lamenta Rami. Bassam ha experimentado en muchas ocasiones que el muro de hostilidad «se agrieta» con argumentos y palabras sosegadas. «Así nos situamos en el mismo bando y podemos actuar», afirma. Ellos actúan por el amor a sus hijas, que Rami define como «una energía nuclear, un poder enorme para poner fin al derramamiento de sangre y la espiral de violencia». «Su recuerdo vive con nosotros. Sentimos que nos dan fuerzas y nos piden que hagamos todo lo que esté en nuestra mano por evitar el próximo asesinato, un dolor como el nuestro», concluyen.
Esta historia, en este momento, es la que ha conmovido al Papa Francisco, quien recibió hace unos días a ambos padres. Le mostraron las fotografías de Smadar y Abir y Francisco puso sus manos sobre ellas. «Vi que tenía los ojos vidriosos», cuenta Rami a Alfa y Omega. Durante la audiencia general tras su encuentro, el Santo Padre alabó el testimonio de estos «dos hombres, que han pasado por la misma cruz», y les dio las gracias. Estos padres desean que el grito del Pontífice por la paz pueda por fin escucharse por encima del estruendo de las armas en Tierra Santa.