«Los obispos uruguayos no vienen a fiscalizar los seminarios, sino a ayudarnos»
El presidente de la Subcomisión Episcopal de Seminarios, Jesús Vidal, analiza la visita de dos obispos uruguayos, enviados por la Santa Sede, a los centros donde se forman los futuros sacerdotes
¿Quiénes son los obispos uruguayos a los que la Santa Sede ha encargado visitar los seminarios españoles?
Son Milton Luis Tróccoli y Arturo Eduardo Fajardo, dos obispos que fueron en su día formadores del seminario interdiocesano de Uruguay, donde estudian los seminaristas de todas las diócesis del país.
¿Les ha extrañado que cada diócesis tenga su propio seminario?
No es tanto la tendencia como la realidad de la que venimos, en la que cada diócesis tiene su propia casa de formación. La tendencia hoy es que los seminarios se reúnan en casas de formación conjuntas. En España tenemos la experiencia del seminario interdiocesano de Cataluña, en el que varios seminarios están en una sola casa de formación. También aparece esa misma realidad en Ávila, Burgos, Madrid, Murcia…
Es importante resaltar que los seminarios no se cierran, sino que algunos tienen parte de su recorrido en un centro de formación conjunta. Esto es importante porque, si hay seminaristas, el seminario no se puede cerrar; si no hay una casa de formación porque no hay un número suficiente, entonces se van a otra fuera, muchas veces volviendo a su diócesis el fin de semana y en vacaciones para reforzar el vínculo con su origen.
¿Suele ser habitual este tipo de visitas?
En España no lo es, porque la última se hizo en 1993, pero no estaría mal que lo fuera. En Italia, por ejemplo, se hace más o menos cada cinco años. A mí, personalmente, me parece bueno que se organice de vez en cuando, del mismo modo que se hace una visita pastoral a las parroquias cada cierto tiempo.
¿Cuál es la finalidad?
Como la Conferencia Episcopal Española aprobó en 2019 el nuevo plan de formación para los seminarios, en la Santa Sede quieren ver cómo se está implantando. El Dicasterio para el Clero lo valoró muy bien en su día y quiere ver cómo se está desarrollando en los distintos seminarios: la introducción del curso propedéutico, el elemento de la comunidad formativa suficiente…
¿Son esos los puntos que más se van a analizar?
Los obispos nos han comunicado que no vienen con una agenda preestablecida, no tienen puntos que revisar. Desde nuestra perspectiva, sí puedo decir que los elementos más novedosos del plan de formación fueron la instauración del propedéutico y la búsqueda de una comunidad con un número suficiente de seminaristas y formadores con dedicación plena, así como la introducción de las cuatro etapas: propedéutica, discipular, configurativa y síntesis vocacional.
Hay quien ha visto esta visita con cierto recelo. ¿Es normal?
Es parecido a lo que sucede en una parroquia cuando el obispo hace su visita pastoral: todo el mundo quiere responder bien y dar una buena imagen, pero al final una visita pastoral es un momento de gracia. Esa es la idea: estos obispos vienen enviados por el Papa, no vienen a fiscalizar o controlar, sino a ayudarnos a tener una mirada desde fuera, que siempre es algo que nos viene bien a todos.
¿Qué pueden esperar entonces los seminaristas españoles?
Un ánimo constructivo. Mi percepción al hablar con los obispos es que vienen a ver cómo están aquí las cosas. Tienen mucho deseo de escuchar a los seminaristas. Llegan también con un fuerte espíritu de servicio, algo que tenemos que valorar, porque han renunciado durante seis semanas a su vida y a su misión en sus diócesis de origen para llevar a cabo esta tarea.
Como presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, ¿en qué partes del plan habría que hacer un mayor esfuerzo?
El seminario es siempre una institución delicada dentro de la diócesis, porque es donde se forman los futuros sacerdotes, la puerta de entrada al presbiterio diocesano. Por lo tanto, no caben los esprints. Yo tengo la experiencia como seminarista y como rector del seminario de Madrid, y pienso que los cambios en los seminarios tienen que realizarse poco a poco. No se pueden cambiar continuamente las cosas. Los cambios bruscos por modas o por cualquier otro motivo no son buenos. Se trata de caminar con tranquilidad en el objetivo de nuestro plan de formación: preparar pastores que generen vida comunitaria y que, a su vez, tengan un fuerte espíritu misionero para que la comunidad anuncie el Evangelio a quienes no conocen a Cristo, que cada vez son más.
¿Cuál es la hoja de ruta para después de esta visita?
Cuando acabe, los obispos uruguayos presentarán su visión y la información que hayan recabado al Dicasterio para el Clero y nosotros quedaremos a la espera de lo que este nos pueda transmitir a los obispos. No esperamos nada brusco ni inmediato, sino luces sobre cómo podemos seguir caminando.