Los obispos españoles, ante el Año de la fe. La fe está viva - Alfa y Omega

Los obispos españoles, ante el Año de la fe. La fe está viva

El Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana y el Año de la fe, que hoy comienza, han colocado a la Iglesia en una renovada actitud evangelizadora. Los obispos españoles también han insistido en el anuncio abierto del Señor como fundamento de la vida misma de la Iglesia

Redacción
1
Más allá de la Primera Comunión

Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo

Podríamos pensar que la fe es algo ya adquirido, y así solemos considerarla tantas veces. Pero, de hecho, la fe que se profesa en el Bautismo es algo vivo, objeto de crecimiento o de atrofia. Por eso no debe jamás darse por supuesta la fe, porque es susceptible de debilitamiento, pérdida, o de crecimiento y maduración.

La fe hemos de nutrirla. Esto significa que debemos cuidarla y formarla al tiempo que nuestra vida va creciendo en su camino humano. Sería una quiebra que tengamos una vida de adultos, con sueños y heridas de adultos, con problemas y satisfacciones de adultos, y mantengamos una fe infantil. No pocas pérdidas de la fe se deben a que ésta quedó en aquella lejana vivencia de la Primera Comunión.

2
Predicación y testimonio a la vez

Juan Antonio Reig Plà, obispo de Alcalá de Henares

La fe en Cristo no puede confundirse con el costumbrismo religioso, ni con las manifestaciones exteriores de carácter religioso o sagrado. La fe se obtiene cuando uno es tocado por la gracia. Es necesario que el corazón quede traspasado por la predicación para que se produzca el acto de fe. Así sucedió con los primeros discípulos, y así sucede ahora con nosotros. De ahí la importancia de la evangelización, de la predicación del Evangelio y del testimonio de los creyentes.

En estos momentos de crisis de humanidad, el Espíritu Santo nos convoca a ser respuesta para la sed de Dios que hay en el corazón de cada hombre. Ésta es una ocasión de gracia para renovar nuestra adhesión a Cristo y para sabernos enviados por Él a anunciar el Evangelio.

3
Recuperar la alegría

Casimiro López Llorente, obispo de Segorbe-Castellón

Ante el cansancio, el debilitamiento o las dudas de la fe, ante el ambiente de increencia e indiferencia religiosa, el Santo Padre nos llama e invita a una renovada conversión al Señor Jesús para redescubrir la fe y recuperar la alegría de creer. Este Año de la fe es un tiempo de gracia para agradecer a Dios el don de la fe y redescubrir lo que significa creer a Dios, así como para conocer mejor los contenidos de la fe en la tradición viva de la Iglesia. Aprender, recitar y rezar el Credo a solas o en familia, por ejemplo, o el estudio del Catecismo de la Iglesia católica, nos ayudarán a profundizar en la fe.

4
Lo primero, convertirnos de corazón

Julián López, obispo de León

La fe es una gracia que hemos de recuperar en su belleza, cultivar en su valor y testimoniar con la alegría de ser cristianos. Vivimos en medio de una sociedad marcada por el agnosticismo, la increencia y aun la indiferencia religiosa. La pregunta que Jesús hizo un día debe interpelarnos: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra? (Lc 18, 8). Por eso, el Año de la fe nos pide convertirnos al Señor, único Salvador del mundo. La conversión del corazón es el primer paso para captar y vivir la belleza de la fe en Jesucristo.

5
¡La fe se fortalece dándola

Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander

Esperamos que, con el Año de la fe y a partir de la celebración del Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, crezcan en la Iglesia el coraje y las energías en favor de la nueva evangelización, que lleve a redescubrir la alegría de creer, y ayude a encontrar nuevamente entusiasmo en la comunicación de la fe. No se trata de imaginar solamente algo de nuevo o de promover iniciativas inéditas para la difusión del Evangelio, sino más bien de vivir la fe en una dimensión de anuncio de Dios: La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!