Los obispos de Venezuela denuncian el divorcio entre la política y el bien común y piden «elecciones libres»
«Ante el deterioro progresivo de la situación política venezolana, se hace necesaria la salida del actual Gobierno y la realización de elecciones presidenciales limpias, en condiciones de transparencia y equidad», subrayan los prelados al término de su asamblea plenaria al mismo tiempo que piden a los cristianos «renovar nuestra opción preferencial por los pobres»
En Venezuela se atraviesa una dura prueba. Lo reconocen los obispos del país en un comunicado al término de su CXIV Asamblea Ordinaria. «Vivimos inmersos en un caos generalizado presente en todos los niveles de vida social y personal: servicios públicos básicos muchas veces inexistentes, acción política divorciada del bien común y del desarrollo, inseguridad e indefensión, vida familiar vulnerada en su capacidad de gestionar y satisfacer sus necesidades, economía inflacionaria y dolarizada, golpeando a casi toda la población, educación paralizada en su gestión con el deterioro de la calidad de ese servicio», enumeran los prelados.
Además, esta situación se ha visto agravada por el COVID-19, que se ha extendido de manera exponencial en los distintos estados y que «ha aumentado alarmantemente el empobrecimiento de amplios sectores de la población, que sufren los riesgos del hambre y del desempleo. Cada día el pueblo se siente más desprotegido, sin estado de derecho ni instituciones que den respuestas justas a las violaciones de los Derechos Humanos».
A pesar de todo esto, el mensaje principal de los prelados es de esperanza, de «esperanza en el amor de Dios, que nos sostiene en medio de tantas calamidades y sufrimientos. Conscientes de las graves circunstancias que vivimos, tenemos la plena seguridad, propia de la fe, que el Señor está con nosotros y, que su Palabra ilumina nuestros pasos, para lograr auténticas y eficaces soluciones a nuestros problemas».
Elecciones libres
Esta solución pasa, según los obispos, por la democracia, para lo que «es necesario celebrar elecciones de modo imparcial», «auténticas elecciones libres y democráticas para constituir un nuevo Gobierno de cambio e inclusión nacional que nos permita construir el país que todos queremos». En esta categoría no se incluye las «elecciones parlamentarias» convocadas por «el régimen», que «se consolida como un Gobierno totalitario, justificando que no puede entregar el poder a alguien que piense distinto».
«Ante el deterioro progresivo de la situación política venezolana, se hace necesaria la salida del actual Gobierno y la realización de elecciones presidenciales limpias, en condiciones de transparencia y equidad».
La vida, en primer lugar
Mientras llegan estas elecciones, «no podemos quedarnos de brazos cruzados», subrayan los obispos, quienes además alientan a todos los actores políticos y sociales a poner «en primer lugar la vida y calidad de toda la población, comenzando por los más vulnerables». «Esto es prioritario porque nuestra gente se está muriendo y se está desesperanzando cada día más».
En este sentido, el comunicado de los obispos alaba «los innumerables signos de luz ofrecidos por la Iglesia en las circunstancias que emergen de la pandemia». Y animan a los cristianos, que «estamos llamados a reconstruir y reedificar la realidad venezolana, impregnándola de oración y de fuerza transformadora del Evangelio, pero también de acción», ha continuar en esta línea. Esto supone «renovar nuestra opción preferencial por los pobres e invitar a sumarse a todos los sectores sociales».
El comunicado concluye pidiendo «a las instituciones responsables de administrar la justicia, ser verdaderamente eficaces en la defensa de los Derechos Humanos; a los organismos de seguridad, respetar los derechos de los ciudadanos y ser garantes de una real seguridad de la ciudadanía —rechazamos la tortura, condenada por todos los convenios internacionales, y exigimos su total erradicación—; y a los organismos internacionales, estar siempre atentos en la búsqueda de los medios de ayuda humanitaria. Les reiteramos el grito del pueblo, de no dejarnos solos».