Los obispos de R. D. del Congo piden una gran operación militar internacional en el este
El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo propone la reestructuración del Ejército y fortalecer los mecanismos de certificación internacional para que «fuerzas externas» no promuevan el conflicto para «saquear los recursos»
«La inseguridad en el este» de la República Democrática del Congo «es una verdadera tragedia que afecta a todo el país». Este no se podrá desarrollar mientras esa región «permanezca bajo el control de los depredadores». Es la denuncia que lanzó el jueves el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Nacional de la República Democrática del Congo (CENCO), en un mensaje significativamente titulado Dejad de matar a vuestros hermanos.
El documento es el fruto de la misión pastoral que una delegación de CENCO y de la Asociación de Conferencias Episcopales de África Central (ACEAC) realizaron a Kivu del Norte e Ituri del 14 al 26 de enero. Un mes después, el Comité Permanente decidió elaborar un documento especial para las autoridades. E incluir en él recomendaciones que hagan posible «una gran movilización para luchar contra las causas profundas de esta inseguridad».
Se trata de un nuevo intento de ayudar a resolver una situación enquistada desde hace tiempo en la República Democrática del Congo. «Todas nuestras llamadas» anteriores, lamentan, «aún no han encontrado ecos significativos de las personas implicadas». A este mensaje es probable que le siga, dentro de unos meses, otro relativo a Kivu del Sur, «donde la situación de seguridad sigue siendo muy preocupante» también. Para esa zona se está preparando otra misión de escucha.
2.000 muertos en 2020
La violencia ha dejado «más de 6.000 muertos en Beni desde 2013 y más de 2.000 en Bunia solo en 2020. También hay al menos tres millones de desplazados y alrededor de 7.500 secuestrados», además de saqueos y destrucción de casas y escuelas, denuncian los obispos. Los atacantes buscan «la ocupación de tierras, la explotación ilegal de los recursos, el enriquecimiento injusto, la islamización de la región», entre otros. Aunque la realidad varía ligeramente de unas áreas a otras.
En Beni-Butembo, por ejemplo, una estrategia de ocupación de tierras puede haber coincidido con conflictos étnicos y un intento de islamización de la región. En Bunia, «la situación es mucho más compleja, marcada por crisis recurrentes y multifacéticas». Allí, las autoridades «están abrumadas» o son cómplices por elección o por presión comunitaria.
Más de cien milicias controlan distintas zonas y las carreteras, donde cobran peajes. La CENCO reconoce el esfuerzo de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo. Pero señala diversos factores que obstaculizan su labor. Algunos de ellos son la multiplicidad de mandos, la desmotivación por la escasa paga, la mala gestión y la infiltración de agentes extranjeros o miembros de las mismas milicias.
«Fuerzas externas»
Al mismo tiempo, apuntan que el conflicto es posible por «la ausencia de autoridad estatal» o incluso por «la cobertura de ciertos actores políticos», que «continúan provocando conflictos para sacar provecho de ellos». A veces están «instrumentalizados por fuerzas externas» para «saquear los recursos naturales».
«Algunos líderes políticos y militares obstruyen o ponen en peligro la correcta toma de decisiones. Asimismo, la debilidad de las instituciones judiciales y la impunidad hacen que los ex presos vuelvan al ciclo de violencia por falta de reintegración a una comunidad civilizada». La Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) «es acusada de pasividad e incluso de complicidad por parte de la población», que se debate entre la sospecha y el escepticismo ante su labor.
Decálogo para la paz
Para responder a esta crisis multifacética, CENCO propone un decálogo de medidas. Además de la reestructuración de las instituciones políticas y policiales de la zona, abogan por una serie de cambios importantes en el Ejército. Piden apartar de la cadena de mando a quienes hayan sido miembros de grupos armados, y reforzar los equipos con recursos adecuados («incluidos drones de reconocimiento y ataque») y bien gestionados. Y con personal al que se pague y alimente de forma regular y suficiente.
En este mismo sentido, sugieren solicitar que se lleve a cabo una gran operación militar como Artemis, que la Unión Europea desarrolló en 2003 en Ituri. Más allá de las operaciones militares, a los socios internacionales y países amigos, se les pide que «se involucren en el fortalecimiento de los mecanismos de certificación de los productos agrícolas y mineros que circulan en la región», para asegurarse que no se han obtenido de forma ilícita o beneficiándose del conflicto.
Sobre todo, conversión
Por otro lado, el Comité Permanente de la conferencia episcopal subraya la necesidad de completar el proceso de desarme y desmovilización de miembros de las milicias iniciado en 2020, que debe ofrecerles una adecuada atención. Al verse desatendidos, «varios de ellos se están uniendo a grupos armados o engrosando las filas de bandidos».
Del mismo modo, afirman que hay que poner en marcha un «marco de consulta permanente» e interdisciplinar «para la cohesión y la paz en el este». Y sugieren implicar a los líderes locales «en la sensibilización para la convivencia pacífica». Esto iría unido a desarrollar en las zonas de conflicto «espacios de diálogo basados en la comunicación local». En este campo, la Iglesia se ofrece a implicarse directamente.
En contraste con estas aportaciones sobre todo técnicas, la última recomendación de los obispos es «la conversión». «Invitamos a aquellos arrastrados» a la división a saber que «con amor y unidad podemos vencer el mal y romper el espectro de la violencia». Por ello, piden a todo el país que durante el tiempo de Pascua se rece por la paz en la región.