Los obispos de Ecuador piden no caer «en el pánico estéril» y llaman a trabajar por la paz
La Conferencia Episcopal reconoce en una nota que «la delincuencia organizada está sembrando, en la cotidianidad de nuestras vidas, caos y desesperación»
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, ha firmado este martes un decreto en el que declara «la existencia de un conflicto armado interno» en el país latinoamericano debido a la espiral de violencia desencadenada por la actividad de grupos «narcoterroristas». En el decreto, que ha entrado en vigor inmediatamente, ordena a las Fuerzas Armadas «ejecutar operaciones militares» bajo el derecho internacional humanitario y respetando los derechos humanos con el objetivo de «neutralizar» a los grupos armados.
En el texto se nombran a organizaciones y actores no estatales beligerantes como la banda delictiva Los Águilas, la pandilla de Los Lobos, los conocidos Latin Kings, la banda criminal de Los Tiburones o el cartel del narcotráfico Los Choneros, entre otros. Más tarde, la Asamblea Nacional ha señalado en un comunicado conjunto de todas las bancadas políticas su «respaldo» a las «acciones realizadas por el Gobierno nacional en materia de seguridad frente a la actual crisis para restablecer la paz y el orden en el territorio nacional».
Ante el actual contexto de violencia, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) ha emitido un comunicado en el que reconoce que «la delincuencia organizada está sembrando, en la cotidianidad de nuestras vidas, caos y desesperación» y en el que insta a la unidad y volver a convertir a Ecuador en el «lugar de paz, de trabajo» y «de fraternidad» que siempre ha sido. Con este objetivo en el horizonte, los obispos piden no caer «ni en el pánico estéril, que hace el juego de los violentos», ni en la «ingenuidad de bajar los brazos creyendo que esta lucha es solo de quienes nos gobiernan».
En la nota, la CEE advierte de que «toda actividad reñida con la ley», cometida por cualquier estamento de la sociedad o del Estado, «debe ser considerada como una traición a la patria, a los valores más sagrados de nuestra ecuatorianidad y a Dios que será el juez de nuestras vidas». Por último, la jerarquía eclesiástica ecuatoriana recuerda que «somos un país de fe». Por eso, «le confiamos a Dios la integridad de cada ecuatoriano de bien», «la estabilidad del Estado como garantía de que la paz volverá lo antes posible» y «le pedimos al Sagrado Corazón de Jesús» —al que la nación se consagró hace 150 años— que «salve al Ecuador».