Los obispos de Canadá piden perdón por los abusos a indígenas en el pasado
Las escuelas gestionadas por la Iglesia entre finales del siglo XIX y mediados del XX cortaron los vínculos de los nativos con sus familias
Los obispos católicos de Canadá, reunidos en Asamblea Plenaria esta semana, han admitido los diferentes tipos de abuso padecidos por indígenas del país entre finales del siglo XIX y mediados del XX, cuando la Iglesia tenía encomendada la educación de este colectivo a través de las Escuelas Residenciales Indígenas.
«Reconocemos los graves abusos cometidos por algunos miembros de nuestra comunidad católica; físicos, psicológicos, emocionales, espirituales, culturales y sexuales. También reconocemos con dolor el trauma histórico y continuo y el legado de sufrimiento y desafíos que enfrentan los pueblos indígenas y que continúan hasta el día de hoy», aseguran los prelados en un comunicado.
Los obispos admiten que «muchas comunidades religiosas católicas y diócesis participaron en este sistema, que condujo a la supresión de las lenguas, la cultura y la espiritualidad indígenas, sin respetar la rica historia, las tradiciones y la sabiduría de los pueblos indígenas».
Por ello, continúa el comunicado, «junto con aquellas entidades católicas que estuvieron directamente involucradas en el funcionamiento de las escuelas y que ya han ofrecido sus propias y sinceras disculpas, nosotros, los obispos católicos de Canadá, expresamos nuestro profundo remordimiento y pedimos perdón de manera inequívoca».
Más de 1.000 tumbas
Este mensaje llega tras el reciente descubrimiento de más de 1.000 tumbas sin nombres con restos de niños indígenas ubicadas cerca de las Escuelas Residenciales, creadas a finales del siglo XIX por el Gobierno canadiense y encomendadas a las iglesias cristianas locales, incluida la católica. El hallazgo de las tumbas desató una oleada de ataques a diferentes iglesias del país, incluyendo incendios que destruyeron totalmente algunos templos.
Se calcula que desde 1883 hasta la década de 1960, unos 150.000 niños de las llamadas «primeras naciones» (inuit y métis), fueron obligados a internarse en estas 139 escuelas repartidas por el país, rompiendo el vínculo con sus familias, su lengua y su cultura, y dentro de un plan gubernamental para aplicar una «política de asimilación de las poblaciones nativas».
«Estamos plenamente comprometidos con el proceso de sanación y reconciliación. Junto con las numerosas iniciativas pastorales que ya están en marcha en las diócesis de todo el país, y como una expresión más tangible de este compromiso continuo, nos comprometemos a emprender la recaudación de fondos en cada región del país para apoyar las iniciativas discernidas localmente con los socios indígenas», afirma el comunicado episcopal.