Los «nuncios» deportivos del Papa
Rien Schuurhuis, representante de la Athletica Vaticana, acaba de participar en el mundial de ciclismo de Australia vistiendo el maillot de la Santa Sede: «En algunos momentos mi cuerpo parecía que decía “basta”, pero ha sido una experiencia fantástica»
Los representantes de Bélgica, Francia y Australia se han hecho con el podio en la clasificación general del Mundial de Ciclismo que se ha celebrado en Wollongong en Australia en la madrugada de este domingo, hora española. 266 kilómetros y, de media, más de 6 horas pedaleando dan cuenta de la dureza física de la prueba en la que ha participado, por primera vez, la Santa Sede con el ciclista Rien Schuurhuis.
«En algunos momentos mi cuerpo parecía que decía “basta”, pero ha sido una experiencia fantástica. Mucho más de lo que podría haber soñado. Estoy orgulloso de lo que he hecho», aseguraba a los medios el deportista con una sonrisa en los labios poco después de haber culminado la gesta.
Nacido en los Países Bajos hace 40 años, padre de dos hijos y marido de la embajadora de Australia ante la Santa Sede, el ciclismo siempre ha sido una de sus pasiones. «De niño, con mi primera paga me compré una bicicleta. No sé exactamente cuándo nació este amor por el deporte, pero siempre ha estado presente en mi corazón», explicaba hace unos días a L’Osservatore Romano antes de emprender rumbo a Australia. En esta entrevista se declaraba «increíblemente honrado» de representar en esta competición de élite a la Santa Sede con la Athletica Vaticana-Vatican Cycling que, hoy en día, cuenta ya con 10 miembros. Rien también revelaba su admiración por Miguel Induráin y «su modestia y su humildad dentro y fuera del ciclismo».
«Embajadores del Papa en el deporte»
La participación de Rien Schuurhuis ha suscitado un enorme interés entre los medios de comunicación de todo el mundo. Pero, lejos de los reflectores, para los miembros de la Athletica Vaticana lo más importante es «mostrar el rostro solidario del deporte», indica a Alfa y Omega Giampaolo Mattei, responsable del equipo oficial de la Santa Sede, parafraseando unas palabras del Papa Francisco. Para Mattei, periodista de L’Osservatore Romano, esa es precisamente la esencia de la Athletica Vaticana, ser, como les dijo Francisco en un mensaje con motivo de su participación en los Juegos del Mediterráneo, «embajadores del Papa en el deporte». Por eso, Mattei asegura que, si bien sus estatutos oficiales son los que aprobó la Secretaría de Estado, los estatutos espirituales de la Athletica Vaticana son la encíclica Fratelli Tutti, para «un deporte como quiere el Papa». «Porque no hacemos deporte y ya está», concluye.
Esto se ha traducido en Australia en un gesto de Rien junto al pequeño equipo que le acompañaba. Apenas 48 horas antes de la competición, han sido emisarios del saludo y afecto del Papa en un proyecto de Cáritas Australia. Se trata de una colaboración de la Iglesia australiana con la Kinchela Boys Home Aboriginal Corporation (KBHAC), una asociación de supervivientes de la Kinchela Boys Home en Kempsey, un internado donde, entre 1924 y 1970, vivieron cientos de niños aborígenes, separados por la fuerza de sus familias, con el fin de asimilarlos a la cultura occidental. Cáritas coopera con esta asociación para crear conciencia sobre los atropellos cometidos contra estas comunidades y para desarrollar proyectos como iniciativas deportivas para niños nativos en los que sigue percibiéndose el trauma de las generaciones precedentes.
El equipo vaticano de ciclismo cuenta con un patrono que salvó cientos de vidas, el campeón Gino Bartali, vencedor de dos Tour de Francia y tres Giro de Italia. Bartali participó en una red clandestina organizada por la Iglesia italiana durante la II Guerra Mundial que contaba con el apoyo de Pío XII. El ciclista escondía documentos en los tubos de su bici que sirvieron para evitar que centenares de judíos fueran deportados a campos de exterminio. En un solo día llegaba a recorrer 400 kilómetros para transportar esetos salvoconductos y documentación por toda Italia sin que nadie sospechara de lo que estaba haciendo un héroe nacional del deporte. Por este testimonio de fe y humanidad, Bartali, cuyo proceso de beatificación está en marcha, es «el capitán» de la Athletica Vaticana-Vatican Cycling.