Los nuevos vicarios episcopales de Madrid juran su ministerio en la Misa de la Inmaculada - Alfa y Omega

Los nuevos vicarios episcopales de Madrid juran su ministerio en la Misa de la Inmaculada

El arzobispo subrayó el papel de los nuevos vicarios como mediadores del obispo para la misión evangelizadora de la diócesis

Infomadrid
Los nuevos vicarios junto al cardenal el pasado 8 de septiembre
Los nuevos vicarios junto al cardenal el pasado 8 de septiembre. Foto: Archimadrid / Ignacio Arregui.

La catedral de la Almudena en Madrid celebró el día 8 de diciembre la Misa por la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, presidida por el cardenal arzobispo, José Cobo Cano. Al final de la celebración, los nuevos vicarios episcopales juraron su ministerio ante el obispo y los fieles presentes.

En la homilía, el cardenal reflexionó acerca de la necesidad de las personas de responder a la pregunta que resuena en la historia humana: «¿Dónde estás?». Desde el principio, el cardenal recodó la narrativa bíblica de Adán y Eva, resaltando el miedo que infundió en la humanidad la mencionada pregunta. Haciendo hincapié en la importancia de mirar a nuestro alrededor para recordar que estamos interconectados, Cobo Cano introdujo el tema de la comunidad en la búsqueda de respuestas espirituales.

El líder de la Iglesia en Madrid abordó la conexión entre el pecado original y la búsqueda de querer ser más de lo que somos, señalando cómo este desvío nos ha alejado de la comunión con Dios. Por tanto la llamada, continuaba el arzobispo, es a no sucumbir a la mediocridad, recordando que el mal no tiene la última palabra en nuestras vidas.

El cardenal recordó a los fieles que somos creación a imagen y semejanza de Dios. Esta afirmación contrarresta la percepción común de que la mediocridad es la respuesta inevitable a las complejidades de la existencia. También recordó que la esperanza de los cristianos está en la promesa de Dios de redimirnos a todos. Una espera que no es unilateral; es también la espera de Dios para transformar la historia y sacar lo mejor de la humanidad. En este punto, destacó la necesidad de la colaboración humana como un instrumento vital para la obra divina y enfatizó que, a pesar de las tentaciones para aceptar la mediocridad, hay remedio.

Como no podía ser de otro modo en la solemnidad de la Inmaculada, el prelado abordó el papel de María, la mujer del «sí», contrastándola con Eva, la mujer del «no». El cardenal destacó cómo María fue seducida por la voluntad divina, convirtiéndose en un ejemplo de entrega y servicio; en contraposición a la seducción que el mal tuvo sobre Eva. «La pureza de su vientre inmaculado —expresaba Cobo— es símbolo de una corriente salvífica destinada a restaurar a toda la humanidad».

Al expresar gratitud por los «síes» dados, Cobo Cano reconoció especialmente el servicio de los vicarios episcopales, subrayando su papel como mediadores del obispo para la misión evangelizadora de la diócesis. Concluyó llamando a la colaboración y el compromiso de toda la diócesis (laicos, sacerdotes y religiosos) para abrazar la voluntad divina y trabajar juntos hacia la restauración de la imagen de Dios en la humanidad.