Premio Harambee 2022: «Los nigerianos no queremos ayudas sino socios»
La corrupción lastra a las empresas públicas. Es el sector privado el que hará crecer a Nigeria, asegura Franca Ovadje
Adenike Ogunlesi fue, en 1999, una de las primeras alumnas en participar en el programa de formación del Foro de Mujeres Empresarias, ONG nigeriana fundada por Franca Ovadje. Con 20 empleados, fabricaba ropa en su garaje y la vendía en una tiendecita. Hoy, Ruff n Tumble es la principal marca de ropa infantil de Nigeria, con 300 empleados, 17 tiendas y venta online. Durante la pandemia, fabricaron un millón de mascarillas para instituciones públicas. También donan cada año uniformes y zapatos a 500 niños desfavorecidos.
Este programa, en el que ya han participado 5.000 empresarias, no se centra en el ámbito de los «micronegocios de subsistencia», aclara Ovadje a Alfa y Omega. Busca ayudar a crecer pequeñas empresas fundadas por mujeres, que generalmente tienen al menos estudios secundarios. En Nigeria, más allá de algunas compañías tecnológicas de éxito, «las compañías pequeñas no evolucionan a medianas, ni las medianas a grandes». Las de sus exalumnas sí. Ahora son negocios «estructurados, con marcas reconocibles, una visión clara, y que dan trabajo a muchas personas». Algo especialmente relevante en un país donde la mitad de los jóvenes están desempleados, según Ovadje. Muchos, formados y talentosos, «se van del país». Economista, profesora de la Lagos Business School (LBS) y doctora en Administración de Empresas por el IESE, Ovadje también forma a mujeres en gestión de recursos humanos y liderazgo. Empezó a dedicarse especialmente a ellas al ver que eran muy pocas las que se matriculaban en la LBS. Y ha comprobado que, «si les das formación y las introduces en el mercado, les va bien». El pasado martes recogió en Madrid el Premio Harambee 2022 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.
País rico, gente pobre
El éxito de sus alumnas contrasta con la penosa situación económica del país más poblado de África. «Las familias extensas y las parroquias cada vez tienen que ayudar a más personas», apunta. El último ejemplo es la crisis de suministro de combustible, que se desató en enero y la guerra de Ucrania solo agravó. Colas de horas para llenar el depósito, agricultores que no podían trabajar sus campos y hasta dificultades para mantener algunos vuelos han sido algunos de los efectos más visibles. Para la economista, es la «paradoja» de «un país que es rico, pero donde la gente es pobre».
215,7 millones
15,92 % en marzo
Este año afectará a 95,1 millones (44 % de la población), estima el Banco Mundial
Explica que «el sector petrolífero es el más afectado» por la corrupción, uno de los principales problemas del país. Junto con la violencia, que además de los daños que produce aleja las inversiones y agudiza la pobreza. La Compañía Nacional Nigeriana del Petróleo (NNPC por sus siglas en inglés), que el año pasado se transformó en una empresa de responsabilidad limitada todavía en manos del Gobierno, podría producir 445.000 barriles de combustible por día, «pero sus cuatro refinerías funcionan al 15 % de su capacidad». Así, aunque el país exporta crudo, «importa el 80 % de los productos derivados que consume».
Parte del resto proceden de las docenas de pequeñas refinerías ilegales que han proliferado en algunas zonas. El sábado, una explosión en una de ellas mató a 100 personas. Ovadje confía en que la puesta en marcha, el año que viene, de una refinería privada pueda con sus 650.000 barriles diarios no solo satisfacer la demanda del país sino permitirle exportar también combustible procesado. Su dueño es Aliko Dangote, el hombre más rico de África.
«Necesitamos capital»
Es una de muchas pruebas de que «las empresas del Gobierno no funcionan; mientras que el sector privado sí». Al menos, matiza, en su país. «Somos una nación muy emprendedora». Y lo podrían hacer «mucho mejor en un entorno macroeconómico adecuado». Pero el sector público «no lo está creando» tampoco: faltan infraestructuras, hay problemas de conectividad y «simplemente transportar bienes de una parte de una ciudad a otra es un problema». Hay una mala gestión «deliberada» a causa de la corrupción, lamenta.
Esto la lleva a asegurar que «la gente, el sector privado, tienen que estar en el asiento de delante del desarrollo, no los gobiernos». Además, este tiene que nacer de lo local, no basarse en ayudas externas. Más que estas, «necesitamos capital» que financie la puesta en marcha de buenas ideas. Porque, además, «nadie da ayudas gratis, y no quieres perder tu libertad». En cualquier caso, de apostar por las ayudas, estas «deberían dedicarse a la formación, para permitir a las mujeres seguir adelante con sus sueños». Sus programas, por ejemplo, los ha patrocinado el Banco Mundial.
«No queremos ayudas, sino socios que se preocupen por nosotros», insiste. Esto no significa que «todo dependa solo de Nigeria». Las instituciones internacionales deben jugar un papel importante: «Los líderes de África se fijan en lo que dice la comunidad internacional» mucho más que en las reivindicaciones de sus ciudadanos. Así, por ejemplo, «si la ONU y el resto hablan del problema de la inseguridad» o del resto de lacras del país, «pueden cambiar las cosas».