Los maristas de Siria temen que el nuevo régimen les impida trabajar con musulmanas
La «islamización simbólica» que se empieza a notar tras el cambio de régimen puede obstaculizar también el proyecto educativo que prepara a niños musulmanes para el colegio a la vez que les da apoyo nutricional y psicosocial
Perdió a su marido hace 18 años. Cuando a causa de la guerra en Siria sus dos hijos huyeron del país, R. S. se quedó en Alepo y sumida en «la soledad y la frustración». Hace poco entró en el proyecto de desarrollo de la mujer de los maristas. Las dos reuniones semanales con 29 compañeras, las excursiones y fiestas (hace poco celebraron juntas el final del Ramadán) le han devuelto las ganas de vivir. También a N. A., que llegó «exhausta» por la carga de sus seis hijos y de un marido «difícil». En el caso de G. J., cuando vuelve de las reuniones su esposo le pregunta: «¿Qué he aprendido yo hoy en tu curso?». Más allá de la broma, asegura que «nunca había compartido tan profundamente con él».
Samar Asmar, responsable del programa, explica que este es un «espacio seguro» para promover el bienestar y el crecimiento de las participantes (180 al año) y «revitalizar sus vidas, aumentar su confianza y construir una red de apoyo». Otra de sus prioridades es «juntar a musulmanas y cristianas para construir puentes y crear una sociedad más cohesionada». «Ese encuentro es lo que va a reconstruir internamente el país», afirma convencido Bahjat Azrie, responsable del apoyo psicosocial dentro de Maristas Azules. La congregación ha bautizado así su labor social porque al comienzo de la guerra la gente los llamaba «los azules» por las sudaderas de los voluntarios.
Azrie acaba de visitar España para dar a conocer su labor y reunirse con los responsables de Manos Unidas, que con muchas dificultades por las sanciones financia su proyecto de mujeres y otros. En total tienen 13, desde ayudas al alquiler o reparto de leche a formación para el empleo, emprendimiento y, sobre todo, apoyo escolar y psicosocial para niños.
Después de un parón inicial tras el derrocamiento de Bashar al Assad en diciembre, todos han seguido funcionando con relativa normalidad a pesar de la incertidumbre sobre hacia dónde se dirige el país. La ayuda humanitaria sigue siendo necesaria porque el alivio de las sanciones «no se nota»: el coste de la vida aún es «inmenso» y cuesta mucho obtener productos básicos o medicinas, compartió el marista con los medios. A ello se suma el golpe que supone para la industria local la entrada masiva de productos importados al abrirse las fronteras.
Pero lo que más preocupa a cristianos y musulmanes moderados, además de las matanzas de alauitas a comienzos de marzo, es la «islamización simbólica» que se empieza a notar. En las ciudades, el clima está enrarecido por «la presencia de encapuchados que no sabes quiénes son». Azrie añade otros motivos de inquietud, como que la Constitución provisional mantenga el mandato de que el presidente (con amplios poderes) sea musulmán o el anuncio de que una comisión sobre ley islámica analizará cada decisión política. En su ámbito más cercano, el educativo, le alarma «que en el currículum escolar se ha impuesto que la sura del Corán que habla de los infieles se interprete refiriéndose a judíos y cristianos».
«¿Nos van a dejar educar a niños musulmanes?», se pregunta. Lo son, por ejemplo, los 120 pequeños de 3 a 6 años que participan en Quiero Aprender. «La educación temprana es muy importante para el crecimiento emocional, social y académico de los niños», subraya Mariam Arab, su responsable. Pero «las guarderías son privadas y las familias no pueden pagarlas». Además de «la preparación académica», les ofrecen un almuerzo sano, apoyo psicosocial, formación en valores y escuela para los padres.
También Samar Asmar teme que en el futuro «las mujeres musulmanas no puedan participar» en el proyecto que dirige. «Sería una gran pérdida para ellas» y quedaría anulada una de las razones de ser de la iniciativa, la convivencia interreligiosa. Como prueba, comparte cómo hace poco A. K., armenia que nunca había tratado con musulmanas, agradecía «haber experimentado su humanidad, su amabilidad y lo mucho que compartimos». «Y yo me siento cómoda con las cristianas, como si nos conociéramos de hace tiempo», le respondía N. S. «He llegado a quereros mucho».
Azrie reconoce que de momento están a la expectativa de cómo evolucionan las cosas. Cualquier interlocución con el nuevo Gobierno se hará «siempre a través de la Iglesia local». De cara a posibles contactos con la ministra de Asuntos Sociales del nuevo Gobierno, Hind Kabawat, que es cristiana, pide de antemano «claridad sobre si nos van a dejar libertad de acción».

Tras participar en la preparación de la Conferencia de Diálogo Nacional de finales de febrero, Hind Kabawat se ha convertido en la única mujer y la única cristiana del nuevo Gobierno. No está «muy contenta de que no haya más» féminas, reconoce a Alfa y Omega; «pero tenemos una cierta seguridad de que habrá más en puestos importantes» en el futuro. Cree que estar al frente del Ministerio de Asuntos Sociales le permitirá «trabajar con la sociedad civil, que es central en la transición» como lo ha sido ofreciendo ayuda humanitaria durante la guerra. «Queremos que tenga un papel mayor» en «plena asociación con el Gobierno». Para ello, anuncia «una nueva ley para apoyar a sus empleados».
Dentro de la sociedad civil, Kabawat subraya que las Iglesias «han jugado un papel vital como puente. Han apoyado a los necesitados de ambos lados» y pueden seguir mediando para construir una «paz social» que es «muy importante». Otras de sus prioridades son legislar a favor de los más vulnerables y «comenzar la reconstrucción lo antes posible», para fomentar el regreso de los desplazados y crear empleo.