Los madrileños siguen las huellas de san Isidro
Pasamos una mañana con uno de los grupos que ya ha realizado la Ruta de San Isidro, una peregrinación puesta en marcha por la archidiócesis de Madrid para celebrar el Año Santo
Que san Isidro era labrador es lo único que sabía Tili (Otilia) del patrón de Madrid hasta el primer sábado de noviembre, cuando hizo la Ruta de San Isidro. Puesta en marcha por la archidiócesis de Madrid con motivo del Año Santo, en la iniciativa han participado ya una treintena larga de grupos entre parroquias —algunas de ellas de fuera de Madrid—, movimientos y asociaciones y colegios, además de familias y personas individuales. Casi 2.000 peregrinos acompañados, cada sábado, por cuatro guías voluntarios. Tili acude con el grupo de la ultreya Virgen del Camino, de Cursillos de Cristiandad, y a ella la intensa mañana se le ha hecho corta; se queda con ganas de más.
La jornada comienza en la calle del Águila, 4, donde nació Isidro (1082-1172). Es el primer día que en Madrid hace fresco otoñal después de un octubre veraniego, y en la capilla que recuerda el primer hogar del patrón el grupo, a resguardo del relente, se sumerge en el Mayrit de entonces, ciudad mozárabe de 12.500 habitantes, de los que tan solo 2.500 eran cristianos. Se lanza allí la primera pregunta para la reflexión, porque la ruta recorre la vida de san Isidro, pero también se aproxima a su relación con Dios y en qué modo un santo de hace 1.000 años interpela al cristiano de hoy. «Ninguno ha nacido por casualidad —apunta Rodolfo, uno de los guías—, es el momento de ver a qué nos llama Dios».
En la cercana iglesia de San Andrés, segunda parada, fue bautizado el pequeño Isidro, y a ella acudía a rezar con muchísima frecuencia. Precisamente lo que más le ha llamado la atención a Tili es «esa relación tan sencilla que tenía con Dios; pero de lo sencillo se saca lo más bonito». Aquí también recibió sepultura el patrón de Madrid. Directamente en la tierra, en la zona destinada a los pobres. «Qué humildad la de alguien que, siendo santo, es enterrado de esta manera», expresa Joaquín, otro de los integrantes del grupo. El Museo de San Isidro, tercera parada de la ruta, es el lugar en el que vivió Isidro junto a su esposa y su hijo mientras trabajó como labrador y pocero para Iván de Vargas. En el recinto se encuentra el pozo del que Isidro y María de la Cabeza recuperaron milagrosamente a su pequeño Illán. «De cuántos pozos nos ha sacado Dios», anima a hacer memoria agradecida Isabel, otra de las guía. «Y si estamos ahora en uno, le pedimos que nos saque por mediación de san Isidro».
La visita continúa en la colegiata de San Isidro para asistir a la Misa del peregrino —todos los días, a las 12:00 horas—, subir a la tumba del santo y ganar el jubileo. El sacerdote recuerda en la homilía que ser fieles en lo poco «significa, en la cotidianidad, poner a Dios en el centro de nuestra vida». Esto, «como hizo san Isidro, es hacerlo todo teniendo como meta el cielo». Él fue, abunda, «un hombre extraordinario en lo ordinario». La ruta finaliza en la ermita de San Isidro, donde se encuentra la fuente del santo, y la ermita de Santa María la Antigua, en los campos que labraba. Los grupos pueden concluir con una comida de Carifood, empresa de inserción sociolaboral de Cáritas Diocesana de Madrid.
Ingleses, polacos, italianos, alemanes, filipinos… Peregrinos de todo el mundo han pasado en este Año Santo por el camarín donde reposan los restos del patrón de Madrid. Más de 135.000 personas que han presentado a sus bebés, su matrimonio recién estrenado o su feligresía, porque no solo en Madrid —ni en España— hay parroquias dedicadas al labrador. Hasta allí han llegado también muchas de las 500 hermandades con las que la Real Congregación de San Isidro mantiene relación. Como la de Múnich, que acudió en verano, o la más nueva, fundada este mismo año en Pozuelo de Alarcón.
El Año Santo se prolongará hasta mayo de 2023, y durante este tiempo la congregación sigue organizando eventos culturales. La semana pasada se celebró un concierto de marchas procesionales durante el cual fue presentada Fuente de fe, una obra en honor al santo con motivo del jubileo. Compuesta por Manuel Ortiz Loro, incluye temas relacionados con el patrón y su vida. Uno de ellos evoca el canto de los pájaros, con un «diálogo entre flauta y flautín» que suena muy alegre, y otro es una «especie de chotis». «He hecho la marcha con mucha ilusión y cariño; han sido muchas horas de trabajo, pero lo importante es que a la gente le guste», afirma el compositor.