Los jóvenes quieren divertirse sin alcohol
Scholas Occurrentes, fundación promovida por el Papa, celebró en Madrid la segunda edición de su programa Ciudadanía. Los jóvenes se comprometieron a luchar contra las adicciones y la violencia de género
La muerte de un niña de 12 años en San Martín de la Vega a principios de noviembre tras ingerir gran cantidad de alcohol ha conmocionado a la opinión pública. Pero el caso, lejos de ser un suceso aislado, refleja un problema —el del abuso del alcohol y las drogas— que está muy presente entre los menores de edad y cada vez a edades más tempranas. El 76,8 % de los menores de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol, según la última encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España 2014-2015 elaborada por el Ministerio de Sanidad. En los 30 días anteriores a la realización de la encuesta, el 32,2 % de los jóvenes confesó haberse dado un atracón de alcohol (cinco copas o más en una misma ocasión). A los 13,8 años es la edad media a la que los jóvenes se inician en el consumo de alcohol.
Después de las drogas legales y del cannabis, la cocaína es la sustancia más consumida por los jóvenes españoles. A ella suele recurrir Tania (nombre falso para proteger su identidad) cuando está agobiada. Como vía de escape, se esnifa una raya de cocaína. Tiene 17 años. El miércoles de la semana pasada fue la última vez que quiso esparcir el polvo blanco sobre sus problemas. David, después de una conversación por internet de cinco horas, consiguió que la joven se quitara esa idea de la cabeza. «Ella estaba en una biblioteca y empezamos a hablar por Skype y WhatsApp. Al principio estaba bien, pero cuando se empezó a hacer tarde, sobre las once o así, me dijo que se sentía muy agobiada, que tenía mucha presión encima y que necesitaba un desahogo», asegura David Sánchez, un joven madrileño de 16 años. «Le empecé a decir que no lo hiciera, que pensara en su familia, en su gato, porque a ella le gustan los gatos, y que no me colgara, que si quería que se metiera la raya mientras me miraba», continúa. «Yo sabía que ella era incapaz de hacerlo mientras me miraba. Fui transformando los pensamientos negativos en positivos y le dije que tenía que cambiar de amigos, que los que tenía ahora no lo eran porque estaban destruyendo su vida», explica David, que conoció a la joven a través de las redes sociales.
Amoratada pero feliz
Tania se levantó en la mañana del jueves con el cuerpo amoratado por la fuerza que hizo con las manos para evitar llevarlas al lugar donde guardaba la droga. David, por su parte, se levantó y se puso en camino hacia el colegio de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, donde estaba participando en la II edición de Scholas Ciudadanía de Madrid.
Convocados por Scholas Occurrentes —fundación educativa promovida por el Papa—, 350 alumnos de 21 colegios públicos, privados y concertados de Madrid se juntaron entre las paredes de una misma aula para tratar de poner fin juntos a los problemas que más les preocupan: las adicciones y la violencia de género.
Durante una semana, David y el resto de sus compañeros formularon hipótesis, se reunieron con expertos y entrevistaron a la opinión pública. En la última jornada presentaron sus propuestas para atajar ambos problemas ante Manuela Carmena —alcaldesa de Madrid—, representantes de la Comunidad y del Arzobispado de Madrid. En concreto, la comisión de acciones presentó el prototipo de una aplicación —Hannah— a la que podrían acceder personas con distintas adicciones y a las que se pondría en contacto de manera anónima con expertos en la materia y con diferentes voluntarios. Algo parecido a lo que hizo David con Tania, pero más profesional.
Los estudiantes también propusieron, entre otras cosas, que se crearan «espacios de diversión alternativos, como sesiones humorísticas o actividades deportivas», donde no se consumieran alcohol o sustancias estupefacientes.
Ante la violencia de género
Otro de los problemas al que tomaron el pulso los alumnos es la violencia de género, un problema que ha costado la vida a 39 mujeres en lo que va de año, cifra que podría aumentar si se confirman alguno de los ocho casos que se encuentran en proceso de investigación. Muertes que, además, han dejado otras víctimas, los 25 menores que se han quedado huérfanos.
Antes de salir a la calle a investigar, los jóvenes se preguntaron qué piensan ellos mismos del tema, y su diagnóstico fie claro: el machismo y la violencia de género están mucho más presentes en los institutos de lo que los adultos piensan. Las chicas, en concreto, exteriorizaron su hartazgo por ser vistas como «objetos meramente sexuales», lo que se manifiesta, por ejemplo, en piropos fuera de lugar. Los chicos, por su parte, se mostraron cansados de tener que ocultar sus sentimientos «porque no es de hombres» o de tener que presumir de hazañas «poco honorables». «Nosotros también queremos la igualdad. Nacer chica no te hace débil, de igual manera que nacer chico no te hace rudo», apuntan.
En la calle se encontraron una visión parecida, pues cerca del 90 % de las personas que entrevistaron afirma que en Madrid existe discriminación, siendo la de género la más extendida. También quedó patente el descontento de la población con la actuación de la justicia en estos casos, sobre todo en lo que tiene que ver con la prevención de ataques.
Una vez analizado el problema en profundidad, los escolares hicieron propuestas y se pusieron deberes para logar una sociedad libre de violencia de género. Entre sus compromisos destacan evitar comentarios sexistas, trabajar en la concienciación del problema, no considerarnos ni superiores ni inferiores a nadie y a ser vehículo de transmisión de la experiencia de Scholas Ciudadanía. De sus reclamaciones, cabe reseñar la inclusión en el sistema educativo desde las etapas más tempranas de un plan de trabajo sobre la cuestión, el fomento de la publicidad no sexista o la agilización de los procesos judiciales.
Basta una imagen para medir el impacto positivo que Scholas provoca en los jóvenes que participan en sus actividades: la del alma de este proyecto, José María del Corral, con los jóvenes que participaron en la segunda edición de Scholas Ciudadanía en Madrid. Uno a uno, joven a joven, le fueron abrazando y dejando sus lágrimas en esa bata blanca de profesor que siempre le acompaña. Era el colofón de una semana intensa de trabajo sobre dos materias tristemente de actualidad: la violencia de género y las adicciones. Minutos antes, las autoridades –entre ellas, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena; el director de Educación Infantil, Primaria y Secundaria de la Comunidad de Madrid, Juan José Nieto; y el representante de la Delegación Episcopal de Enseñanza del Arzobispado de Madrid, Carlos Esteban Garcés— habían podido escuchar el diagnóstico de los jóvenes sobre estas problemáticas, así como sus propuestas, con un feedback esperanzador.
Manuela Carmena les agradeció el trabajo de toda la semana y algunas observaciones que le hicieron sobre servicios municipales. Y anunció, al igual que la celebración de un pleno para adolescentes, análogo al que existe ya para niños. «Cuando os escuchaba, pensaba que, entre otras cosas, nos falta mucha comunicación. Necesitamos estar más unidos y comunicados. Cómo no voy a estar de acuerdo en que los adolescentes no tienen un espacio. Propongo hacer un pleno de adolescentes, del mismo modo que tenemos con los niños y podemos pensarlo para antes de la primavera. Quiero que hagamos este enchufe y ya no nos desenchufemos».
Se trata, como dijo José María del Corral, de ver «la realidad que los jóvenes tienen dentro, todo lo que son capaces de hacer». Y añadió: «No solo vienen con denuncias, sino también con propuestas en los que tienen como aliados a la tecnología, el deporte y el arte». De hecho, los escolares trabajaron las problemáticas a través de la pintura, distintos tipos de música, el baile e, incluso, el humor, una experiencia que ya les ha cambiado. «Nunca había vivido nada así y me ha encantado. Animo a todos a participar, porque van a sentir que tienen voz; estar aquí es un privilegio demasiado bueno».
José Calderero @jcalderero
Fran Otero @franoterof