Los hombres y las mujeres que estarán al servicio del seminario
La diócesis constituye un grupo consultor del seminario de cuatro mujeres, tres de ellas laicas, y tres hombres, para seguir el deseo de la Iglesia de que colaboren en la formación de los futuros curas
«Teniendo presente las indicaciones de la exhortación Christifideles laici y de la carta apostólica Mulieris dignitatem, que advierten de la utilidad de un sano influjo de la espiritualidad laical y del carisma de la feminidad en todo itinerario educativo, es oportuno contar también —de forma prudente y adaptada a los diversos contextos culturales— con la colaboración de fieles laicos, hombres y mujeres, en la labor formativa de los futuros sacerdotes». Esto, que ya en 1992 el Papa san Juan Pablo II firmaba en el número 66 de Pastores dabo vobis, se materializa en el Seminario Conciliar de Madrid con el grupo consultor del seminario, recientemente creado a instancias del cardenal José Cobo. Su función será, tal y como indica Cobo en su convocatoria, «asesorar y conectar de forma más intensa la formación y las actividades del seminario de Madrid con las necesidades y la vida diocesana». Está formado por cuatro mujeres y tres hombres, de entre 32 y 80 años, con recorridos muy diversos en la diócesis madrileña, aunque todos ellos con una característica común: su amor y vocación de servicio a la Iglesia que camina en Madrid. Por eso, la llamada personal que han ido recibiendo del cardenal para proponerles esta nueva misión la recibieron con sorpresa, pero también con responsabilidad. «Si un obispo te propone algo, es porque es de Dios», sostiene Leticia Arroyo, catequista de la parroquia Santos Apóstoles Felipe y Santiago el Menor, en el barrio de La Elipa. Leticia recoge el sentir de todo el grupo, «nos ponemos al servicio de los formadores [del seminario]; la tarea es de ellos, y nosotros los acompañamos», y Lorenzo Santos, sacerdote, director del Instituto Superior de Pastoral, apostilla: «No somos un segundo equipo de formadores a la sombra; no somos formadores de los formadores».
El grupo se conoció este pasado lunes en el Arzobispado de Madrid, en un encuentro informal que les sirvió para valorar la pluralidad de personalidades y experiencias que lo conforman. A algunos, el arzobispo de Madrid los llamó ya hace meses. Como a Rafael Herruzo, casi nueve años de ministerio sacerdotal, párroco de Nuestra Señora de Europa, que piensa que su aportación puede ser, «desde un cura normal de parroquia», ayudar a acortar la distancia entre el seminario y la vida postseminario. Y habla de «acortar» porque los seminaristas, ya desde el propedeútico, tienen experiencias pastorales fuera. A otros, como aquellos a quien el dueño de la viña llamó a última hora, Cobo los convocó incluso un día antes de anunciarse la formación del grupo, el jueves de la semana pasada. Tal es el caso de Julia Parra, laica, toda una vida dedicada a la pastoral social desde Cáritas, Manos Unidas, la Mesa por la Hospitalidad y la docencia. Julia descomplica la repercusión mediática de la presencia de mujeres en este grupo: «Somos complementarios; la manera de vivir la fe, de leer la realidad, la sensibilidad… Todo es complementario». De hecho, ninguna de ellas quiere entrar en el juego de destacarlas por encima de los varones.
Visita del seminario al Papa
Los veteranos del grupo son José Manuel Sacristán y Julia García. El primero ha cumplido ya sus 55 años de cura, diocesano de Madrid, aunque su familia es de Segovia, y actualmente es párroco de la localidad de Canencia, en la sierra de Guadarrama. «Si me pides otra cosa igual me lo pienso —le dijo al arzobispo cuando le llamó—, pero si es para el seminario, no; si nosotros, los sacerdotes, no mimamos al seminario…». Su vida pastoral es larga, desde «cura de camiones [pastoral de la carretera] hasta las obras [departamento de Obras de la diócesis]». Tiene claro que «la prueba de que la Iglesia es obra del Espíritu Santo es que uno hace catequética y le ponen de director del departamento de Obras», bromea. Solo teme José Manuel una cosa de sí mismo, «que yo quiera proyectar en el seminario lo que viví en mis tiempos».
Con seis años de trabajo en la Vicaría para la Vida Consagrada, Julia García, religiosa calasancia, ha analizado para el grupo, desde que fue convocada, los documentos de la Iglesia en los que se afirma que «todos somos corresponsables de la formación de los sacerdotes». Así, «este equipo tiene como novedad que se haya constituido, pero esto ya estaba en el deseo de la Iglesia». La benjamina es Marta Medina, profesora de la Universidad Pontificia Comillas y estudiante del doctorado en Teología Dogmática. Pero su «trabajo más intenso» es el de esposa y madre de tres hijos. «Creo que voy a aprender mucho», reconoce, y revela la palabra que «me venía mucho estos días: comunión».
El grupo se reunirá por primera vez con el rector del seminario, José Antonio Álvarez, tras la visita que este sábado, 3 de febrero, harán todos los seminaristas al Papa Francisco. Un encuentro que había solicitado Cobo y al que acudirán los 84 seminaristas y sus doce formadores; entre ellos, los ocho jóvenes que viven en comunidad en el Seminario Menor y sus dos formadores. La audiencia privada será una forma de «crecer en la comunión con la Iglesia y reconocer en el Santo Padre a quien guía y anima la fe», resume el rector.