Los hermanos de San Juan de Dios se vuelcan con los refugiados
Desde 2017, cuando se puso en marcha su programa de refugiados, la orden ha atendido a más de 900 personas en los tres recursos que tiene en Manresa, Ciempozuelos y León
Entre los 80 centros de tipo social, asistencial o sanitario que la Orden Hospitalaria San Juan de Dios tiene en España hay tres que desde 2017 atienden a un colectivo que necesita una especial atención: refugiados y solicitantes de protección internacional. Un programa, financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en el que los hermanos de San Juan de Dios ponen su sello propio en el marco de una atención dirigida a la acogida de estos colectivos en condiciones de dignidad, respeto a los derechos humanos y equidad con respecto al resto de la población.
Según explica a Alfa y Omega Merlys Mosquera, coordinadora del Programa de Acogida de la orden, esta labor la desarrollan en tres localidades en España: Manresa (Barcelona), León y Ciempozuelos (Madrid). En la ciudad catalana el proyecto se asienta sobre la base de un centro de acogida colectivo con capacidad para 100 personas, fundamentalmente familias numerosas, personas solas o con una especial vulnerabilidad o discapacidad.
En León y Ciempozuelos esta realidad se atiende a través de pisos acogida, también para familias numerosas, familias monomarentales y para personas con perfil LGTBI. En el caso concreto de la localidad madrileña, por la cercanía con recursos de ámbito sanitario de la orden, también se atiende refugiados con situaciones médicas complejas: discapacidad, enfermedades oncológicas…
En total, desde octubre de 2017 han pasado más de 900 de personas por estos centros de los hermanos de San Juan de Dios, muchos procedentes de América Latina –El Salvador, Guatemala, Venezuela…–, aunque también tienen refugiados de Siria, Irán, Afganistán o Marruecos.
Todo el programa busca el bienestar integral de los usuarios, que se traduce en proporcionar a las familias un lugar donde vivir, la alimentación, la asistencia sanitaria y la educación en el caso de los niños. Además, desarrolla toda una serie de actividades para que puedan conocer el contexto social al que llegan y mejoren sus habilidades personales. Del mismo modo, se trabaja el acceso al empleo con un itinerario con formación y distintas acciones.
Acompañamiento psicológico
En todo el proceso, añade Merlys Mosquera, el acompañamiento psicológico es muy importante, pues muchas personas lo necesitan para seguir adelante. Especialmente difíciles son los casos de personas que hace diez años vivían como la población española. «Tenían su casa, su trabajo y una vida muy digna. La guerra y su impacto ha generado una serie de padecimientos, limitaciones, frustraciones y trauma», subraya.
Reconoce, además, que el programa «está muy atado a los principios y valores de la Orden de San Juan de Dios». En concreto, cita el acompañamiento centrado en la persona, en sus necesidades y habilidades, que apunta hacia la autonomía; en un carácter cercano, que «está relacionado con el estilo de san Juan de Dios» y de los valores de responsabilidad, espiritualidad, respeto, hospitalidad y calidad en el trabajo; y, finalmente, la aportación del resto de obras de la congregación –sanitarios, sociales, de hospitalidad–, que ofrece «muchas herramientas para atender estas necesidades».