Emilce Cuda: «He visto al Papa realmente bien, incluso me hizo chistes. Era nuevamente Francisco» - Alfa y Omega

Emilce Cuda: «He visto al Papa realmente bien, incluso me hizo chistes. Era nuevamente Francisco»

El Santo Padre ha preparado las meditaciones del vía crucis del Viernes Santo en el Coliseo y ha retomado las audiencias de trabajo

Javier Martínez-Brocal
Emilce Cuda saluda al Papa Francisco en la celebración del Domingo de Ramo
Emilce Cuda saluda al Papa Francisco en la celebración del Domingo de Ramos. Foto: Vatican Media.

Es la primera vez que el Papa Francisco no presidirá las ceremonias públicas del Triduo Pascual, pero no significa que no esté presente. Ha preparado las meditaciones que se leerán el Viernes Santo en el vía crucis del Coliseo y compensa las dificultades para articular palabras con gestos de enorme fuerza expresiva. Con sus apretones de manos a decenas de personas el Domingo de Ramos envía un mensaje de cercanía a la Iglesia. Y con sus visitas espontáneas a la basílica de San Pedro para rezar ante el Pontífice que intentó frenar la Primera Guerra Mundial, da pistas sobre su mayor preocupación.

El Santo Padre continúa su convalecencia pero no está de brazos cruzados. Se adapta día a día a su nueva situación, calibra fuerzas para asumir poco a poco cierta normalidad y no se conforma con pequeños progresos. Aparte de sus salidas por sorpresa, ya ha consolidado las reuniones diarias con los colaboradores cercanos y el pasado lunes retomó las audiencias de trabajo.

El lunes volvió a publicarse su agenda oficial, que ha estado vacía desde que entró en el hospital. Ha retomado estas audiencias con una reunión con su amigo el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los santos. Allí firmó seis decretos de causas de canonización, entre ellos el del martirio del sacerdote Nazareno Lanciotti, asesinado en Brasil en 2001 por su labor en defensa de los pobres, y la declaración de las virtudes heroicas del español Antoni Gaudí.

Ya antes de la primera gran ceremonia de Semana Santa, el Domingo de Ramos, era un secreto a voces que el Santo Padre haría todo lo posible para salir a la plaza y que solo podrían detenerle las inclemencias del tiempo. Cuando el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio de cardenales, salió a la plaza para empezar la Misa, lloviznaba. Sin embargo, durante la misma se desplegaron algunos guardias suizos, que solo entran cuando está el Pontífice. Esperó a que acabaran de dar la comunión. En ese momento, las cámaras lo enfocaron en la silla de ruedas. «Buen Domingo de Ramos y que paséis una buena Semana Santa», saludó.

Francisco pasó entre los peregrinos hasta situarse ante el altar, y a su paso muchas personas le estrechaban la mano. Uno de ellos fue el abogado español Juan Pich-Aguilera, que se considera afortunado porque «pude verle muy de cerca». Explica feliz que estiró la mano para saludarle y que, aunque «los gendarmes que le acompañaban me la apartaron, le toqué en el brazo». «Fue muy breve, se le veía cansado y un poco desorientado. Me impresionó que, a pesar de su situación, quisiera salir, saludar a la gente, estar presente y que le viéramos. Lo viví como una muestra del cariño y amor que tiene a la Iglesia», asegura.

Otra persona con la que el Papa se detuvo es la académica argentina Emilce Cuda, una de las responsables de la Comisión Pontificia para América Latina. «Lo vi realmente bien, incluso me hizo chistes. Era nuevamente Francisco», reconoce a Alfa y Omega. En pocos minutos, se encontró dos veces con él, en la plaza y en la basílica. «Entró para rezar ante de la tumba de Pedro y cuando dio la vuelta para irse a Santa Marta, lo cruzamos inesperadamente y me hizo una broma».

El Pontífice no quería regresar a casa sin detenerse unos minutos para rezar ante el monumento fúnebre a su predecesor Benedicto XV, que intentó poner de acuerdo a las potencias mundiales para detener la «inútil matanza» de la Gran Guerra. Había solicitado rezar allí también cuatro días antes, el jueves por la tarde.