«Los gestos de amor, hasta los más pequeños, cambian la historia»

«Los gestos de amor, incluso los más pequeños, cambian la historia»

En la fiesta de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia, el Papa alienta a los cristianos a «transformar el mal en bien todos los días»

José Calderero de Aldecoa
El Papa impartiendo la bendición
El Papa durante el rezo del ángelus. Foto: Vatican news

En un atípico ángelus, rezado desde la biblioteca del Palacio Apostólico y no asomado al balcón ante la Plaza de San Pedro, el Papa ha reflexionado sobre la figura de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia al que seguirá «una gran multitud de hermanos que, hasta hoy, siguen llevando luz a las tinieblas» a través del martirio físico o de pequeños gestos de amor.

Su fiesta ha sido aprovechada por Francisco para pedir oraciones por los que hoy «sufren persecución por el nombre de Jesús. Lamentablemente son muchos. Más que en los primeros tiempos de la Iglesia», ha asegurado el Pontífice, quién ha destacado de ellos que «responden a la opresión con mansedumbre y, como verdaderos testigos de Jesús, vencen el mal con el bien».

Gestos cotidianos

Pero esta actitud es válida «también para nosotros», para todos, incluso para aquellos cristianos que ven lejos la posibilidad del martirio. En este caso, el sacrificio se materializa en los gestos más cotidianos. «El Señor quiere que hagamos de la vida una obra extraordinaria a través de los gestos comunes, los gestos de todos los días», ha explicado el Santo Padre. «En el lugar donde vivimos, en familia, en el trabajo, en todas partes, estamos llamados a ser testigos de Jesús, aunque solo sea regalando la luz de una sonrisa, luz que no es nuestra: es de Jesús, e incluso solo huyendo de las sombras de las habladurías y los chismes».

En este sentido, el Papa ha pedido que «si vemos algo que no va bien, en lugar de criticar, chismorrear y quejarnos, recemos por quienes se equivocaron y por esa difícil situación. Y cuando surja una discusión en casa, en lugar de intentar prevalecer, intentemos resolver; y empezar de nuevo cada vez, perdonando a quien ofende».

Cambian la historia

Todos estos gestos de amor, hasta los más «ocultos y cotidianos», son «pequeñas cosas», pero que «cambian la historia, porque abren la puerta, abren la ventana a la luz de Jesús. San Esteban, mientras recibía las piedras del odio, devolvía palabras de perdón. Así cambió la historia. También nosotros podemos transformar el mal en bien todos los días, como sugiere un hermoso proverbio que dice: “Haz como la palmera, le tiran piedras y deja caer dátiles”».