Los cristianos en Arabia se muestran cautelosos sobre la visita del patriarca maronita
El cardenal Bechara Butros Raï es el primer líder cristiano en visitar en décadas un país donde la construcción de iglesias está totalmente prohibida
El pectoral del patriarca maronita, el cardenal Bechara Butros Raï, es con toda probabilidad la primera cruz exhibida en público en Arabia Saudí en décadas. El cardenal Raï ha visitado esta semana el país, uno de los más cerrados al cristianismo. Allí se reunió, el martes, con el rey Salmán y con su heredero, el príncipe Mohamed bin Salmán.
La invitación al patriarca se produjo después de que el príncipe Mohamed hablara hace unas semanas de «regresar a un islam moderado que esté abierto a todas las religiones». Se trata de una decisión histórica. Solo en 1975, antes del giro ultraconservador de la dinastía saudí, visitó el país el patriarca ortodoxo de Antioquía.
Monseñor Camillo Ballin, vicario apostólico de Arabia del Norte y por tanto pastor –en la distancia– de los cristianos de Arabia Saudí, ha declarado a Alfa y Omega que «hasta ahora el príncipe heredero ha hecho buenas declaraciones. Espero que sea capaz de mantener sus promesas. Esperemos a ver…». Casi inmediatamente después de dejar Arabia, el patriarca Raï viajó al Vaticano, donde está previsto que sea recibido por el Papa Francisco.
Uno de los primeros frutos de la visita podría ser la apertura en el país de un centro de diálogo interreligioso, aprovechando el edificio de una antigua iglesia del siglo XII. Apunta a ello la agencia Fides, que cita fuentes libanesas, aunque este punto no ha sido confirmado por el Gobierno de Riad. Arabia Saudía ya financia, en Austria, el Centro para el Diálogo Interreligioso e Intercultural Rey Abdullah Bin Abdelaziz (KAICIID, por sus siglas en inglés), una organización intergubernamental de la que también forman parte España y Austria, y en el que la Santa Sede es miembro observador.
Crisis en el Líbano
La reunión del patriarca con el monarca y el heredero no fue muy largo –23 minutos–. Durante ella, según un comunicado oficial del Gobierno saudí, el cardenal Raï habló con sus anfitriones del «papel de las diferentes religiones y culturas en promover la tolerancia y renunciar a la violencia y el extremismo, para alcanzar la seguridad y la estabilidad en la región y en el mundo».
Junto con este encuentro, el otro momento de la visita que suscitó expectativa fue el que sostuvo Raï con el ex primer ministro libanés Saad Hariri. Hariri se encuentra en Arabia Saudí, desde donde el día 4 de noviembre anunció su renuncia al cargo que ocupaba desde diciembre de 2016. Alegó que se sentía amenazado por el grupo chií Hizbulá. Su padre, el también primer ministro libanés Rafic Haririr, fue asesinado en 2005.
La dimisión de Hariri ha desatado un conflicto diplomático entre Arabia Saudí y el Líbano, desde donde se ha apuntado a la posibilidad de que el ex primer ministro esté retenido en el reino del desierto.
Tras su encuentro con el político, el cardenal Raï se mostró «totalmente convencido de las razones que están detrás de su decisión, y sé que las debatirá con el presidente y el Parlamento» cuando vuelva a Beirut. Hariri ha prometido varias veces que este regreso ocurriría «en los próximos días», pero aún no lo ha concretado.
Guerra fría con Irán
El cardenal ha reconocido que las relaciones entre Arabia y el Líbano pasan por «una fase difícil». El Líbano, un país único en Oriente Medio por la división de la sociedad en grupos significativos de cristianos y musulmanes tanto suníes como chiíes, es uno de los territorios donde se desarrolla una particular guerra fría entre Arabia Saudí (suní) e Irán (chií) por el control de la región. Con todo, el principal líder cristiano del país espera que «las relaciones no se vean socavadas» por los últimos acontecimientos.
Más allá de las implicaciones políticas, la visita del patriarca maronita resulta especialmente significativa dada las gravísimas restricciones a la libertad religiosa del cerca de un millón de cristianos –sobre todo inmigrantes filipinos e indios– que viven en el país. La versión wahabita del islam es la única religión permitida, por lo que está totalmente prohibido que un musulmán se convierta, pero también la construcción de iglesias, cualquier actividad pública o la mera posesión de objetos religiosos.
Un reino en la encrucijada
Esta visita ha suscitado especulaciones sobre la encrucijada en la que se encuentra el país saudí en este momento. La invitación a un alto representante cristiano, junto con otras decisiones como la de limitar el poder de la policía islámica o la de permitir a las mujeres conducir hablan de una cierta apertura promovida por Mohamed bin Salám.
Sin embargo, otras actuaciones del príncipe heredero, como la detención de once príncipes y 38 ministros y empresarios acusados de corrupción, o el endurecimiento de su actitud hacia Irán suscitan dudas sobre sus verdaderas intenciones.