Mientras Israel reabre sus playas y suspende el uso de mascarilla al aire libre, la India reporta miles de muertes diarias y organiza cremaciones masivas en las calles. Mientras Nueva Zelanda y Australia retoman los vuelos entre ambos países sin cuarentena, Brasil avanza hacia las 400.000 muertes y ve aumentar el hambre. Mientras parte del mundo empieza a ver la luz al final del túnel, otra parte se encuentra aún sumida en la más absoluta oscuridad y el caos.
Como recordó el Papa en su mensaje a la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, es una gran noticia que se haya logrado «una vacuna efectiva» frente al coronavirus «en tan breve tiempo» y que se empiecen a notar sus efectos, pero «la inmunización extensiva debería ser considerada como un bien común universal». Hacen falta –detalló– «acciones concretas que inspiren todo el proceso de investigación, producción y distribución de las vacunas» y son «particularmente bienvenidas» las iniciativas solidarias para garantizar que lleguen a «los más vulnerables y necesitados». Hagámoslo por pragmatismo, pues al final estamos todos conectados. Pero, sobre todo, hagámoslo por pura humanidad.