Los cofrades españoles siguen los pasos de san Vicente Ferrer
Más de 500 personas se dieron cita en Medina del Campo el pasado fin de semana para analizar el presente y el futuro de las hermandades
Son las 8:30 horas de un ya otoñal 22 de septiembre. A los pies del castillo de la Mota, orgullo de los medinenses por ser un lugar militarmente estratégico y cárcel para presos tan ilustres como Hernando Pizarro o César Borgia, llega, a paso lento y redoble de tambor, el Cristo de Santa Clara. Despierta a la ciudad, aún con sueño tras el homenaje nocturno al escultor Ricardo Flecha, zamorano fallecido el año pasado y autor de una de las tallas contemporáneas más impactantes del programa semanasantero patrio: Cristo en su Mayor Desamparo. El convento de San José se llenó de cofrades, de diferentes hermandades de la villa, que mostraron a los más de 500 asistentes al XXXV Encuentro Nacional de Cofradías —que tuvo lugar en la vallisoletana Medina del Campo del 20 al 22 de septiembre— el músculo cofrade de la localidad, acostumbrada desde hace siglos a evangelizar por las calles, ya que fue san Vicente Ferrer en el año 1411 el que instituyó las primeras «procesiones de disciplina, siendo esta villa la primera que dio principio a tan gran servicio de Dios y ejemplo para lo mismo a toda España», como se recoge en la noticia dada por Juan Antonio de Montalvo en su Memorial Histórico de Medina del Campo de 1633.
Continuó Cristo abrazado por la muerte encapuchada, con los brazos caídos y la esperanza de la resurrección a las puertas, recorriendo la madrugada medinense, al igual que cada Sábado Santo. En completo silencio. Iluminado por la tenue luz de las velas. «La belleza de las imágenes, la estética del acto, los preparativos y esfuerzos ponen de manifiesto valores arraigados y transmitidos de padres a hijos», manifestó el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, en un contundente mensaje a los cofrades al inicio del encuentro. A los que recordó que sí, que «una parte del pueblo se hace presente para hacer visible e invitar a la emoción religiosa», pero que, asimismo, «la religiosidad supone aceptar y contar con Dios en la vida, creer en Dios». Es decir, que no corra el riesgo «de ser barrida por un ambiente en el que dominan la manipulación afectiva y la utilización de todo en función de intereses económicos o políticos».
Recogiendo el guante del también presidente de la Conferencia Episcopal Española, los asistentes pusieron sobre la mesa en los grupos de trabajo el presente y futuro de las cofradías. Una de las asignaturas pendientes es el diálogo intergeneracional ante una sociedad «que ya no es la eminentemente católica de hace unos años», como aseguraron los participantes en las conclusiones. Integrar a los jóvenes en los órganos de gobierno; no tener miedo a la evolución; salir a buscarlos a los lugares donde están presentes, como son las redes sociales; organizar actividades que atraigan. Ejemplo vivo de los que han aceptado este reto fueron los miembros del vía crucis juvenil y la Pasión Viviente que los vecinos del pueblo de Fresno el Viejo intentaron recrear bajo la intermitente lluvia castellana. Una pequeña villa de 900 habitantes de los que 240 son cofrades, no pocos menores de la mano de sus padres, animados por un entusiasta sacerdote enamorado de su iglesia de San Juan Bautista, de estilo románico mudéjar y con un retablo semiconservado del siglo XII.
Que las hermandades están en un momento de cambio fue otra de las evidencias, pero que puede ser una oportunidad para vivirla con fe y esperanza también. Cuidarse de los enfrentamientos internos, acuciantes cuando hay elecciones «y que provocan auténticas rupturas», o ser «considerados ciudadanos de primera en la Iglesia como institución y tener más representación en la CEE o en los obispados» fueron otras de las reflexiones que trabajaron en los grupos. Ahora toca poner en práctica las palabras. Aunque para Elena Velasco, primera mujer cofrade en presidir uno de estos encuentros, el fin de semana ya fue todo un éxito completo de cohesión entre la Iglesia, las instituciones y los 130 voluntarios.