Los católicos chinos se lanzan a la calle
La comunidad china en España ha sido muy golpeada por la crisis, pero este parón en su ritmo de trabajo les ha dado la oportunidad de salir a evangelizar a sus compatriotas
—¿Qué lees?
—La Biblia.
—¿La Biblia? ¿Y qué es la Biblia?
—Es la Palabra de Dios, donde nos dice que nos ama…
Esta conversación tuvo lugar hace unas semanas en el barrio chino de Valencia, en un restaurante frecuentado por personas de esta nacionalidad. Las protagonistas, dos mujeres de mediana edad. Una pertenece a la comunidad católica china de la ciudad; la otra se echó a llorar después de la charla con su compatriota y hoy se prepara para recibir el Bautismo.
Con la pandemia, los católicos chinos de la capital valenciana están saliendo de su zona de confort para evangelizar a sus compatriotas. «Nos hemos concienciado de que tenemos que aprovechar mucho este tiempo», asegura Esteban Liu, sacerdote responsable de la parroquia personal de Nuestra Señora de Sheshan, y afirma que la gente de la parroquia «está experimentando la cercanía del Señor. Dios está cambiando la vida de muchas personas y ahora nos estamos moviendo para transmitir la fe a nuestros familiares y amigos».
De hecho, muchos miembros de la comunidad participaron recientemente en un taller sobre cómo evangelizar en la calle. «Fue una formación para aprender a hablar de nuestra fe a los más alejados y para saber cómo mantener el contacto después de un primer anuncio», cuenta Liu.
El sacerdote explica que en estos meses de pandemia es habitual que sus fieles salgan a la calle para evangelizar en restaurantes y tiendas de todo a cien, hablando con desconocidos y también con amigos. «Esta misma mañana una mujer ha ido a comprar unas flores y ya ha hecho un primer contacto. Ayer otras repartieron una hoja con frases del Evangelio en cinco tiendas».
Hace un par de semanas la comunidad recogió los primeros frutos de esta cosecha: acudieron una docena de personas para quienes Jesús era «un completo desconocido». Ahora «quieren conocerle más» y para eso se han apuntado a un itinerario de formación que terminará el año que viene con el Bautismo.
Estos últimos meses no han sido nada fáciles para los chinos en España. Muchos han tenido que cerrar sus negocios y vivir de sus ahorros, una costumbre –la de ahorrar– muy arraigada en este pueblo. Otros han tenido que pedir dinero a familiares o amigos. No han acudido a Cáritas «porque no está en nuestra cultura solicitar ayuda a desconocidos. En general, preferimos pedir dinero solo cuando no se puede hacer otra cosa, y luego devolverlo», afirma el párroco de Valencia.
Más interés de los alejados
Sin embargo, esta situación también «está fortaleciendo nuestra fe, porque ha supuesto un parón en el ritmo de trabajo de muchos, y eso les ha dejado más tiempo libre para buscar a Dios», afirma Pedro Liu, vicario parroquial de la Soledad y la Transfiguración del Señor, en Usera, el barrio con la comunidad china más numerosa de España.
El parón económico «ha permitido a muchos dedicar más tiempo a la oración estos meses», cuenta. Durante el confinamiento, por ejemplo, se habilitaron canales en YouTube para seguir las celebraciones, y reuniones por Zoom para mantener el contacto y rezar juntos. Ahora «se está perdiendo el miedo a salir y muchos están volviendo con ganas a las celebraciones. Quienes tenían una fe fuerte se han hecho más firmes, y los que vivían su fe de manera más superficial ya no vienen», asegura el sacerdote.
El vicario de la parroquia madrileña también ha percibido es un aumento del interés entre los más alejados: «Acabamos de acoger a siete personas que se bautizarán más adelante», asegura con esperanza. «La formación no la hemos parado en ningún momento. La gente lo necesita», concluye.