Los ancianos que no pudieron llegar al hospital
El secretario general de LARES ha asegurado que en la primera ola de la pandemia del coronavirus no pudieron derivar a algunos enfermos a hospitales
El secretario general de LARES, asociación de residencias y servicios de atención a los mayores, ha asegurado este viernes en la Asamblea de Madrid que en la primera ola de la pandemia del coronavirus no pudieron derivar a muchos enfermos a hospitales, y ha recalcado que, en ocasiones, las ambulancias y funerarias llegaron tarde a sus centros.
Según recoge Europa Press, Juan José García Ferrer, ha explicado durante su intervención que su grupo estableció un gabinete de crisis en toda España a principios de marzo para evaluar lo ocurrido.
El secretario general de LARES ha afirmado que en la primera ola consiguieron derivar a hospitales a unas 400 personas de las 2.500 que asisten, y ha recalcado el drama que se vivió esos días por la falta de comunicación entre residentes y familiares, y por la dificultad del duelo.
García Ferrer también ha relatado que no hubo material suficiente en los centros en el punto álgido de la crisis. «Hubo algunas residencias que tenían la posibilidad de comprar material y al principios del mes de marzo compraron; pero otras viven al día, sin apoyo de las administraciones públicas». «No había mascarillas, material, PCR y los test eran una vergüenza (en fiabilidad)».
Asimismo, Ferrer ha indicado que la relación con la Consejería de Políticas Sociales fue muy fluida y más continua que con la de Sanidad, «pero no eficiente», mientras que con el Ministerio de Derechos Sociales fue prácticamente nula. Y ha reprochado que el mando único del Gobierno de España dejara casi todo en manos de las comunidades.
«Si habitualmente hay problemas para encontrar personal, en un contexto del 30 % de bajas es muy complicado. Nos decían que había que llevar las mascarillas, pero no teníamos. Desde IFEMA podía haber suministrado más material a residencias», ha manifestado.
Sin test fiables, el secretario general de LARES ha reconocido que la sectorización de las residencias «se hizo como se pudo». «El problema que hubo fue con los asintomáticos, sobre los que desde el principio no se sabía mucho». Además, muchas residencias no están preparadas para atender este tipo de situaciones.
También influyó que casi el 60 % de los usuarios que atienden tienen problemas de demencia «y era complicado aislarles». Además, «a una persona con demencia no la puedes poner en la tablet interactuar con sus familiares. Era una medida bien pensada, pero que en la práctica no puede producirse para estas personas».
Según los datos que ha aportado García Ferrer, de las 1.600 personas que cuidan en sus residencias, fallecieron por COVID-19 un total de 363 ancianos.