Jesús Vidal impulsa la labor de la Congregación de Actores - Alfa y Omega

Jesús Vidal impulsa la labor de la Congregación de Actores

La Congregación de Actores, cuya sede se encuentra en la parroquia de San Sebastián, recibe la visita pastoral de Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, en un momento de impulso a la asociación

Begoña Aragoneses
Zarzo y Lemos ante una representación de la Virgen de la Novena, obra de un discípulo de Carducho, en la sede de la congregación
Zarzo y Lemos ante una representación de la Virgen de la Novena, obra de un discípulo de Carducho, en la sede de la congregación. Foto: Begoña Aragoneses.

Año 1624. Catalina Flores era sastra de teatro y madre de actriz. Uno de sus partos la había dejado muy imposibilitada físicamente y eso, para su trabajo, era un serio inconveniente. Era habitual que pasara por delante de una imagen muy venerada por los artistas, los cómicos y los poetas, conocida como la Virgen del Silencio, que había en la esquina de la calle León con la calle Santa María, en el actual barrio de las Letras, llamado antes Huertas y, en aquella época gloriosa del Siglo de Oro, de Cervantes y Calderón, de Lope de Vega, barrio de las Musas. Una noche de julio, Catalina se paró delante de la Virgen del Silencio y le prometió una novena. «El último día, me curas», le pidió. Ocho noches fue a rezarle y, al amanecer del noveno día, estaba libre de todas sus dolencias. La devoción a la imagen se multiplicó y entre los actores, literatos y gentes del teatro se la empezó a llamar «la Virgen de la Novena». Así, aglutinados bajo esa advocación, surgió la Congregación de Actores.

David Zarzo, vicepresidente actual de la cofradía, recuerda que por aquel entonces los actores se englobaban en las gentes de mal vivir que ni siquiera tenían derecho a ser enterrados en lugar sagrado. Tampoco había organizaciones que los representaran, cuando «hasta las lavanderas del Manzanares tenían gremio». La congregación empezó a tener sus cultos y desarrolló su labor asistencial. En 1634 se hicieron con unas habitaciones de hospital para que los actores que deambulaban por las calles tuvieran un refugio. Además, atendían a viudas y huérfanos de actores. El cuadro de la Virgen se trasladó a una capilla adosada a la parte posterior de la cercana parroquia de San Sebastián —hoy hay allí una floristería—, en cuyo camposanto fue enterrado Lope. En la Guerra Civil la capilla desapareció y la imagen de la Virgen, junto con los tesoros de la cofradía —entre otros, diez obras inéditas de Calderón— se guardaron en casa de los Gutiérrez Caba, abuelos de Emilio Gutiérrez Caba, en la calle Mayor.

Posteriormente se hizo una colecta y se compró el actual altar del interior de la parroquia, una iglesia en la que se bautizaron personajes ilustres como Tirso de Molina, Leandro Fernández de Moratín o Jacinto Benavente y se casaron otros como Bécquer o Vallé Inclán. «Son 400 años de gente haciendo muchos sacrificios», resume Zarzo. A día de hoy, cuenta Esperanza Lemos, presidenta de la congregación, a la Virgen no le faltan actores, aun no creyentes, que acuden a pedirle trabajo o suerte antes del estreno de una función. «La Virgen te acompaña incluso sin tú quererlo», sostiene Zarzo. A lo que Lemos añade que «hay una gran devoción por la imagen —incluso de algunos, como Jardiel Poncela, de origen judío—; pero muchos no conocen la existencia de la cofradía». Por ello los responsables de la congregación están haciendo un esfuerzo por darla más a conocer. «Ojalá el año que viene estuviera aquí Antonio Banderas», bromea el vicepresidente.

Mantener la memoria

«Los actores tenemos mucho que ver con la fe: nos agarramos a cosas que ni se ven ni se tocan», subraya la presidenta. Así se lo explicaron a Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, en el encuentro que mantuvo con ellos en su sede el pasado domingo como parte de su visita pastoral a San Sebastián. «Le dije que son malos tiempos para todo lo que no sea tangible ni cuantificable». Él valoró que, en este momento de impulso renovado, quieran mantener «memoria de vuestra profesión y vuestro arte», pues «quien no sabe de dónde viene es difícil que sepa a dónde va». Agradeció también que quieran llevar la noticia del Evangelio «desde la sencillez» del teatro. Igual que la Palabra se hizo carne, también el teatro es palabra, constató. Desde ahí invitó a los congregantes a llevar a sus compañeros de profesión esa Palabra. «Si la Virgen puede llevarles la noticia de su Hijo a través de vosotros, bendito sea».