En las letanías de los santos, especialmente en Madrid, la asamblea implora invocando a san Isidro y santa María de la Cabeza con la advocación de esposos madrileños. Pues bien, en el marco de celebraciones del cuarto centenario de la canonización de san Isidro, acaecida el 12 de marzo de 1622, será Lope de Vega quien nos ayude a comprender las nupcias de los esposos madrileños.
Lope de Vega publica en 1599 la que es, sin duda, la obra hagiografía más importante sobre san Isidro, titulada Isidro. Poema castellano. Tal fue el acierto de Lope y la fortuna de su epopeya sacra que tanto el Isidro como su autor pasaron a formar parte del proceso de canonización de los santos esposos. Frente a la escasa importancia de las fuentes escritas precedentes, Lope de Vega hace a la esposa de Isidro un personaje destacado, e incluso protagonista, de diversos pasajes del poema, en especial del milagro de la traslación fluvial, al que luego me referiré, y de las nupcias que contraen los santos esposos.
En primer lugar, respecto del nombre, María de la Cabeza, importa saber que Lope es el primer escritor que reconoce con tal nombre a la esposa de san Isidro. De hecho, existen diversas hipótesis acerca de su origen, consignadas tras la aparición del Isidro, en 1629, por Jerónimo de Quintana. Por su parte, Lope, sin negar la tradición, aporta a la fórmula de la Cabeza, una exégesis simbólica de poderoso contenido nupcial. La escena del Isidro se sitúa en medio del debate entre los labriegos compañeros del virtuoso mancebo acerca de cuál de las mozas de sus familias sería la esposa más adecuada, a lo que el narrador concluye: «Discurriose larga pieza, / pero, en fin, el mismo día, / cupo a Isidro una María, / María de la Cabeza, / que este título tenía. / Si es corona del marido / la que es buena, el apellido / «de la Cabeza» no fue / sin causa, pues hoy se ve / que a Isidro corona ha sido».
La invención de Lope viene apoyada en la cita de Proverbios 12, 4, donde se declara que «una mujer buena es corona para su marido». Lope aprovecha el simbolismo en otras obras posteriores, en las que el propio Isidro reconoce el título honroso de su esposa.
Las líneas que dedica el fénix de los ingenios a contar las bodas de Isidro y María pretenden destacar la sencillez de los esposos, particularmente a través de la descripción de la novia, de la que resalta su belleza, que relumbra especialmente por sus virtudes, ataviando a María con una serie de prendas rústicas que indican el orden social y la modestia de la figura femenina que va a desposarse con un varón justo: «Blancas tocas, limpios mantos, / nunca dan cuidados tantos, / sino el costoso vestido / y el afeite, reprendido / de profetas y de santos».
Las nupcias de los santos esposos madrileños son, asimismo, una oportunidad para la exaltación del matrimonio cristiano con quintillas inspiradas en la doctrina expuesta por el dominico Guillermo Peraldo en el siglo XIII, en una tirada de versos que comienza declarando la excelencia del matrimonio por ser este instituido por Dios: «A tanta excelencia vino / del matrimonio el valor, / siendo el mismo Dios su autor, / que de excelente y divino / mereció nombre y honor».
En suma, Lope de Vega es el primer autor por quien conoce la tradición el nombre de la santa esposa de Isidro, y el primero que refiere por menudo sus bodas en el poema sacro del Isidro, con la intención de destacar la belleza del matrimonio en la sencillez de dos santos esposos que son modelo de esposos cristianos.
San Isidro y santa María de la Cabeza, esposos madrileños, ¡rogad por nosotros!