Lo que el cardenal Bergoglio dijo de ella en Buenos Aires. Santa Maravillas de Jesús, diez años después - Alfa y Omega

Lo que el cardenal Bergoglio dijo de ella en Buenos Aires. Santa Maravillas de Jesús, diez años después

«Santa Maravillas de Jesús vivió animada por una fe heroica, plasmada en una respuesta a una vocación austera, poniendo a Dios como centro de su existencia. Superadas las tristes circunstancias de la guerra civil española, realizó nuevas fundaciones de la Orden del Carmelo, presididas por el espíritu característico de la reforma teresiana. Su vida contemplativa y la clausura del monasterio no le impidieron atender las necesidades de las personas a las que trataba, ni promover obras sociales y caritativas a su alrededor»:

Miguel Ángel Velasco
Juan Pablo II, en la canonización de cinco españoles (Madrid: 4-V-2003).

La madrileña plaza de Colón y todas las calles adyacentes estaban abarrotadas de fieles que escuchaban emocionados estas palabras del Papa Juan Pablo II, hace ahora diez años, en aquel mayo luminoso de 2003. Recordaba el querido e inolvidable Pontífice: «Los nuevos santos tienen rostros muy concretos y su historia es bien conocida». Los españoles a los que acababa de declarar nuevos santos eran cinco: san Pedro Poveda, san José María Rubio, santa Genoveva Torres, santa Ángela de la Cruz y santa Maravillas de Jesús.

Entre los días 19 y 20 de julio de 1998, en la pequeña ciudad argentina de Nogoyá, se producía la curación rápida, completa y duradera, sin secuelas neurológicas, del pequeño Manuel Vilar, de 18 meses, que había sufrido ahogamiento en una piscina de agua estancada y fangosa, con prolongado paro cardio-respiratorio y coma profundo. Su madre, que tenía una profunda devoción a la Madre Maravillas, la invocó con extraordinaria confianza y el pequeño Manuel se recuperó instantánea e inexplicablemente. Poco después, el Santo Padre decidía inscribir en el Catálogo de los santos a esta carmelita descalza madrileña, confirmando así, en nombre de toda la Iglesia, que su vida, su obra y sus virtudes son un ejemplo válido a seguir por hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Por aquellas fechas, era arzobispo de Buenos Aires monseñor Jorge Mario Bergoglio, creado cardenal por Juan Pablo II en 2001 y hoy Papa Francisco, quien, como recuerdan las Carmelitas de la Aldehuela, con ocasión del décimo aniversario de la canonización de su santa Madre, «conoce y ama desde hace muchos años a nuestra Santa». Cuando fue beatificada, el 10 de mayo de 1998, las Carmelitas descalzas del monasterio del Corpus Christi de Buenos Aires le invitaron a presidir la Santa Misa de Acción de Gracias, y en la homilía dijo: «Cuando la Iglesia nos la pone para que la miremos como ejemplo, no es para engrosar el Catálogo de los Beatos o de los santos. Es para indicar un camino, un sendero, que también es válido para nosotros mismos: No anden inquietos ni nerviosos, no pierdan lo único necesario, hagan lo que tienen que hacer, al modo divino. Somos cristianos, pero tenemos que ser cristianos al modo divino, por este camino que la Madre Maravillas ha seguido. Ella fue madre y es madre hasta en los detalles. Sabe de debilidades, y por eso cuida la debilidad y la ayuda a que sea fuerte; sabe que Dios no hace las cosas de golpe, que se toma su tiempo y, sin negociar nunca la doctrina, se vuelca en esa paciencia, en esa comprensión hacia cada una de sus hijas, con una ternura maternal que solamente Dios puede inspirar. Hacer las cosas a modo divino, es decir, desde la contemplación del Corazón de Cristo, del Rostro de Cristo, hace fecunda a la Iglesia. Y eso es válido para las monjas, ciertamente, pero es válido para todos nosotros. La vocación a la santidad es de todos. La vocación a andar en este mundo con talante y con garbo divino es de todos. La Madre Maravillas nos haga entender este modo de actuar que ella llevó a cabo en su vida, de hacer las cosas contemplando a Dios, y contemplar a Dios haciendo las cosas, que dio tanta fecundidad a la Iglesia».