Lo importante - Alfa y Omega

Lo importante

Martes de la 27ª semana del tiempo ordinario / Lucas 10, 38-42

Carlos Pérez Laporta
Jesús en casa de Marta y María. Vincent Malo. Rijksmuseum, en Amsterdam, Holanda.

Evangelio: Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose. dijo:

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».

Respondiendo, le dijo el Señor:

«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Comentario

Nosotros también queremos que Jesús se entretenga en su camino a Jerusalén, que pase por nuestra aldea, y entre en nuestra casa. En su camino a Jerusalén, que es su camino a la cruz, queremos que visite nuestras calles y venga a nuestra mesa a comer. No queremos que se detenga; lo que queremos es que su camino a la cruz sea también nuestra ciudad y nuestra casa, que nuestra vida y nuestro corazón sean lugar de paso en el camino a la cruz. Así, si nuestra vida forma parte de su camino, la salvará.

Queremos que venga a nuestro hogar, allí donde más íntimamente moramos, a nuestro corazón. Allí, como Marta, queremos servirle, mostrarle nuestro afecto en numerosos servicios. Pero, también allí, como María, queremos postrarnos a sus pies para escucharle. Porque todos somos Marta y María, somos dos hermanas como los dos caballos que tiran de nuestro hogar, de nuestra alma. Sabemos que Jesús pondrá orden en nuestro interior, ordenará nuestros afectos. Él no quiere ser servido, porque Él ha venido a servir. Poniendo a María por delante Marta servirá mejor, se expresará mejor. Poniendo lo único importante por delante, nada nos arrebatará del Señor. Porque muchas veces nos dispersamos incluso en el servicio al Señor, y perdemos de vista lo importante, y nos desordenamos. Pero si atendemos a lo importante, el Señor que está a la puerta y llama, vendrá y comerá con nosotros. Y su palabra será nuestro alimento, y comeremos hasta quedar saciados.