Desde hace doce años estabais apoyando esta idea. Fiándoos de mí, y de quienes, como yo, anuncian el Evangelio, os sumasteis al proyecto. Y ahora lo habéis conseguido. ¡Amel tiene ya su casa! Para los que no conozcan su historia diré, para resumirla, que se trata de una mujer a la que la vida no ha sonreído mucho. Sin familia y con un sueldo muy pequeñito (¡y una futura pensión aun más pequeña!) no podía ni alquilar eternamente ni adquirir una casa. Vivía, de prestado, en un local de la escuela.
El nombre de Amel significa «esperanza» en árabe. Lo elegí para proteger su identidad, por supuesto, pero también como fuente de inspiración y para no desanimarme. A ella la esperanza de tener un techo para su vejez le daba vida. Junto a unos amigos de Argelia y de España empezamos a reunir dinero, a pedir a diestro y siniestro, mientras ella iba poniendo un poquito de su parte y buscaba el apartamento que le convenía. Ha habido momentos en los que la esperanza vacilaba, las cuentas no salían o había sorpresas desagradables, como aquel apartamento que era el ideal… pero no tenía título de propiedad.
Pero, ¿por qué ella y no otra? La pregunta es legítima y yo también me la he hecho. En tiempos de Jesús había muchas viudas pero Él solo resucitó al hijo de la de Naim. Había muchas mujeres con hemorragias pero solo curó a una. Había muchas mujeres poseídas pero solo expulsó siete demonios de María Magdalena. Había muchas mujeres acusadas de adulterio pero solo salvó a una. Había muchas samaritanas pero solo entabló amistad con una… Y cada vez que actuó así, cambió para siempre la vida de esas mujeres en una dura sociedad patriarcal.
Para Jesús cada ser humano es tan valioso que cuando iba a dejar la tierra ordenó a sus discípulos que siguieran haciendo lo que Él hacía. Y añadió: «El que cree en mí hará las obras que yo hago e incluso más grandes». Porque habéis creído en la Palabra de Jesús que nos ordenó amar sin fronteras, todos los que de una forma u otra os habéis asociado a este proyecto, habéis atravesado fronteras, trabas administrativas, temores, dudas, indiferencia para concretar este sueño. Habéis realizado un milagro: construir una casa para la Esperanza. ¡Qué grandes sois!