La presencia de la Compañía de Jesús en el cine nos ha dejado grandes títulos, como La Misión (Roland Joffé, 1986) o Silencio (Martin Scorsese, 2016). En este caso es un director español –aunque nacido en El Salvador– y ajeno a cualquier filmografía de ecos religiosos el que nos acerca a un episodio reciente en la historia de los jesuitas. Imanol Uribe (Días contados, Bwana…) recrea unos hechos terribles que, imprevisiblemente, cambiaron el rumbo de la historia del país donde ocurrieron. Nos referimos al asesinato de seis jesuitas en El Salvador en 1989. El suceso tuvo lugar en la UCA, universidad católica que regentaba la Compañía de Jesús en San Salvador. No solo mataron al rector, el padre Ignacio Ellacuría, y a cinco compañeros suyos, sino que también fueron asesinadas una mujer del servicio y su hija de 15 años. Este tremendo crimen, perpetrado por militares salvadoreños, paradójicamente fue la espoleta improvisada que dio un impulso definitivo a los acuerdos de paz de El Salvador, acuerdos que pusieron fin a la guerra civil.
Los jesuitas, y especialmente el padre Ellacuría, estaban implicados en la búsqueda de la pacificación nacional, y que rechazaran claramente la violencia no les impedía tener contactos en el mundo de la guerrilla, tratando de tender puentes de diálogo y paz. La película se centra en la intriga política, concretamente en los interrogatorios a una trabajadora de la universidad, única testigo de la masacre, interpretada por Juana Acosta. Algunos altos cargos militares y civiles tratan de evitar a toda costa su testimonio, acusándola de mentirosa y sometiéndola a ella y a su marido a una insoportable presión.
Al margen de esta trama de crítica política, lo más llamativo es que el filme de Uribe expresa con gran elocuencia la labor de la Iglesia a favor de la paz, del servicio a los más necesitados y del testimonio del Evangelio que representaban estos jesuitas. Llegaron de noche hace un retrato muy positivo de la Compañía de Jesús, y por extensión de la Iglesia, y no cae en el previsible esquematismo ideológico típico de católicos buenos y católicos malos, o curas carcas y curas progres, que ha caracterizado ciertas películas, incluida la reciente producción de Netflix Los dos Papas (Fernando Meirelles, 2019). El delicado asunto de la teología de la liberación, tan significativo en aquellos años, solo es sugerido como un mero apunte en una escena en la que Ellacuría (Karra Elejalde) se dirige en clase a sus alumnos.
En definitiva, es una gran alegría que una película dirigida por Uribe y con guion de Daniel Cebrián (hijo de Juan Luis Cebrián) se acerque de una manera tan natural y positiva a la Iglesia, tan vapuleada mediáticamente en los últimos años. Un largometraje de esta temática se prestaba a todo tipo de reduccionismos, lecturas parciales e ideológicas, y sobre todo a ser profundamente injusto. Es una estupenda noticia que se estrene esta interesante película que merece la pena ser vista.
Imanol Uribe
España
2021
Thriller
+12 años