Llegan las empresas creadas para velar por los trabajadores y el planeta
El Congreso ha reconocido las sociedades de beneficio e interés común a propuesta de B-Lab Spain, que este miércoles participó en la jornada ¿Otra economía es posible? de Cáritas y la Pablo VI
¿Otra economía es posible? Esta es la pregunta que el miércoles lanzaron desde Cáritas y la Fundación Pablo VI durante una jornada en la que participaron José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, y un nutrido grupo de expertos. La idea es desarrollar un nuevo sistema económico «que haga vivir a la gente y no mate, que incluya y no excluya, que cuide la creación y no la saquee», como pidió el Papa hace tres años en la convocatoria del evento Economía de Francisco, que ha inspirado la jornada de Cáritas y que este fin de semana ha celebrado una edición presencial —las anteriores fueron online por culpa de la pandemia— en Asís.
La respuesta es clara: «no solo es posible, sino que también es necesaria», asegura Jesús Pérez Mayo, doctor en Economía y profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Extremadura, en conversación con Alfa y Omega. «Dependerá, eso sí, del compromiso de los distintos agentes: las personas, las empresas y los gobiernos», añade Pérez Mayo, que participó en la mesa Economía y personas: mirada a la actualidad.
Pero no solo es posible y necesaria, sino que además ya está en marcha. «Este año el Congreso de los Diputados ha reconocido una nueva forma jurídica en España en el marco de la Ley Crea y Crece». Se trata de las sociedades de beneficio e interés común. «Es una propuesta nuestra. Son empresas que equilibran su generación de valor económico —que es muy necesario—, con la generación de valor social y ambiental», explica Pablo Sánchez, director de B-Lab Spain, que participó en la mesa de Ejemplos reales de la jornada. Es decir, «no se trata ya de una certificación privada, sino que se institucionaliza» y, «a partir de ahí, se pueden desarrollar políticas públicas que pueden ayudar a la aceleración de este modelo empresarial».
Con este mismo objetivo, la Fundación B-Lab Spain promueve desde 2015 en España el movimiento B Corp, «que utiliza la fuerza de las empresas para dar respuesta a los principales retos sociales y ambientales», asegura Sánchez. La entidad ayuda a distintas compañías a completar todo un proceso de transformación para que el beneficio económico no sea el único objetivo. «Tenemos tres requisitos. El primero es el de desempeño; se trata de una herramienta para que las empresas puedan evaluar su impacto social y ambiental a través de un conjunto de preguntas. Está estructurado en cinco áreas: gobernanza, trabajadores, comunidad, medio ambiente y clientes». Para ser una empresa B Corp se debe obtener al menos 80 puntos de los 200 posibles. «El segundo requisito es el legal, que implica un cambio de estatutos en la compañía para introducir el compromiso de generar un impacto positivo a través de la actividad empresarial». De esta forma, la empresa ya no solo debe responder a los intereses de los accionistas, sino que también debe velar por los de los trabajadores, los proveedores, los clientes y el medio ambiente. El último requisito es el de la transparencia, «ya que la evaluación y puntuación de todas las compañías es pública a través de la página web de la fundación».
Modelo rentable
La Fundación Global Hub for the Common Good, conocida como NESI y que se dedica a «conectar a personas y organizaciones para impulsar propuestas innovadoras con el fin de construir una economía más justa y sostenible», fue otra de las experiencias positivas que se presentaron durante la jornada. «Para la economía actual tú y yo no somos personas, somos recursos humanos, y el planeta son recursos humanos. Nuestro fin es cocrear una economía donde las personas y el planeta estén en el centro», explica Diego Isabel La Moneda, director de la organización, quien defiende la rentabilidad de este modelo. «Hay que tener en cuenta que la innovación cuesta dinero, pero a la larga es rentable» porque «cada vez hay mayor concienciación entre los consumidores». Además, «la normativa pública está apoyando este camino de transición».
Unos días antes de la jornada de Cáritas y la Fundación Pablo VI, la localidad de Asís por fin pudo acoger presencialmente a los jóvenes de Economía de Francisco, quienes se comprometieron —en un pacto que firmaron junto al Papa— a entregar su vida para que la economía actual y la de futuro sea regenerada por la palabra de Dios. «Queremos una economía al servicio de la persona, de la familia y de la vida, respetuosa con cada mujer, hombre, niño, anciano y especialmente con los más frágiles y vulnerables»; una economía en la que «el cuidado sustituya a la indiferencia»; una economía «que no deje a nadie atrás, para construir una sociedad en la que las piedras descartadas por la mentalidad dominante se conviertan en piedras angulares», se lee en el documento firmado, que puso fin a un encuentro de tres días en el que participaron jóvenes economistas, empresarios y agentes de cambio de 120 países. «Nosotros creemos en esta economía. No es una utopía, porque ya la estamos construyendo. Y algunos de nosotros, en mañanas especialmente brillantes, ya hemos vislumbrado el comienzo de la tierra prometida», concluye el pacto.