Llega a Roma la causa de martirio del Kolbe español
La diócesis de Jaén presenta en la Congregación para las Causas de los Santos el proceso con el número de mártires más alto de toda España, 130, entre los que se encuentra Francisco de Paula Padilla, que dio su vida a cambio de la de un padre de familia
El 2 de abril de 1937, pasada la medianoche, se abrieron los cerrojos de la cárcel de Jaén, en la que estaban hacinados multitud de presos, muchos de ellos solo por el hecho de ser católicos. El día anterior, la aviación franquista había bombardeado la ciudad y las autoridades republicanas querían dar una represalia. Uno de los jefes de la prisión se situó en el centro de la galería y empezó a pasar lista. A los que nombraba les ataban las manos con alambre: eran los que iban a morir esa noche. La mayoría de los presos fueron a la muerte en camisa, no le daban más tiempo para terminar de vestirse.
Llamaron a un hombre llamado José, que se resistía a salir y lloraba alegando tener seis hijos. De un salto, Francisco de Paula Padilla, párroco de Mancha Real, se puso en la cola dispuesto a que le ataran las manos. Entonces el miliciano que pasaba lista le dijo: «A ti no te he llamado», a lo que el otro contestó: «Soy sacerdote. No tengo esposa ni hijos, por lo que suplico me llevéis a mí y no a este pobre hombre». A las pocas horas fue fusilado en el cementerio de su pueblo, después de dar la absolución a todos sus compañeros de martirio y también a sus asesinos.
Este sacerdote jienense cuyo martirio emuló años más tarde san Maximiliano Kolbe forma parte de la causa que la diócesis de Jaén ha presentado en la Congregación para las Causas de los Santos en Roma. Se trata de la causa numéricamente más abultada de España ya en fase romana: 130 mártires entre los que hay 109 sacerdotes, una clarisa, un matrimonio, 17 varones seglares y una viuda.
Entre los sacerdotes hay desde doctorados en Teología en Roma y humildes curas de pueblo, hasta fundadores de comedores sociales y de sindicatos agrarios; entre ellos hay tres parejas de hermanos, todos sacerdotes. Entre los laicos –en su mayoría vinculados a la Adoración Nocturna o la Acción Católica–, hay un periodista, un farmacéutico o un médico; hay un padre y un hijo; y hasta un discapacitado psíquico «al que mataron simplemente porque estaba siempre con los curas», afirma Rafael Higueras, postulador de la causa. Hay también una viuda muy joven a la que mataron solo porque su marido tenía un hermano sacerdote: «ser de una familia con un cura ya te hacía candidato al martirio», asegura Higueras.
Todos ellos murieron por causa de odio a la fe, casi todos fusilados y muchos con ensañamiento y burlas previas, y todos «tienen mucho que decirnos hoy. Tenemos que mirar la vida de estos mártires no para alimentar revanchas o venganzas; eso sería perder el sentido de su muerte», afirma el postulador de Jaén.
Por el contrario, estos testigos «son ejemplo para todos, un modelo de vida y de fe. Nos muestran con su muerte aquello que dice Cristo en el Evangelio: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Ellos mueren como Cristo, que es el primer mártir. Su martirio es muy actual, es una lección de amor que nos llega hasta hoy».