Litvinenko. La cuestión del mal - Alfa y Omega

Litvinenko. La cuestión del mal

Isidro Catela
David Tennant interpreta al exespía ruso, fallecido en Londres. Foto: Movistar Plus+.

En la estela de las miniseries basadas en hechos reales, Movistar Plus+ se ha atrevido a ponerle imágenes a Litvinenko, una historia contada en cuatro episodios sobre el caso del exespía ruso que señaló directamente a Putin como culpable directo de su envenenamiento. Alexander Litvinenko fue un oficial fugitivo de la KGB, el servicio secreto ruso, que enfermó repentinamente el 1 de noviembre de 2006 y fue hospitalizado en Londres, donde murió el día 23 de ese mismo mes. La investigación sacaría a la luz que, en efecto, había sido víctima de un envenenamiento radioactivo con polonio.

De ritmo lento y pausado, la pretensión parece ser que los espectadores vayamos también poco a poco sufriendo la agonía del protagonista y acompañando a los dos agentes de Scotland Yard que son llamados para tomar declaración a un extraño paciente en un hospital de Londres. En medio de la incredulidad e incluso de la burla casi generalizada, el paciente asegura que ha sido envenenado por la todopoderosa Rusia de Putin, a la que en otro tiempo sirvió. No importa demasiado que, mayoritariamente, los que nos interesemos por una producción así nos sepamos qué ocurrió y cómo acaba la historia. Si el diablo está en los detalles, hay aquí muchos por los que merece la pena desentrañar los ingredientes de este plato de mal gusto estupendamente realizado.

Para que no nos quede duda de la posición moral que la cámara va a tomar en todo momento, la serie cuenta con el visto bueno de la familia de Litvinenko y de las personas clave que contribuyeron a la investigación, empezando por su viuda, que se convirtió desde entonces en adalid de la lucha por la justicia. La verdad padece, pero no perece y es, en su denodada búsqueda, donde resplandece la contribución de esta historia a la historia. Puede servir a profesores —preferentemente universitarios— para poner a sus alumnos encima de la mesa la cuestión del mal, la de los ademanes totalitarios de ciertos estados y esa, a veces incómoda, verdad que nos hace libres.