Liturgia: romper la inercia desde la caridad y la calidad - Alfa y Omega

Liturgia: romper la inercia desde la caridad y la calidad

Javier Igea
Un sacerdote en el momento de la consagración
Un sacerdote en el momento de la consagración. Foto: Cathopic.

La liturgia dominical es algo serio, porque es una oportunidad muy grande para el sacerdote y para los fieles. Lo primordial, me atrevo a afirmar, es el corazón de quienes participan en la liturgia, pues todo brota del corazón; al hombre le hará impuro lo que salga de él, pero, sobre todo, le santificará y dará gloria a Dios lo que brote de él. La alabanza, la acción de gracias, la petición, la adoración, no son acciones rutinarias, aburridas, sino que llenan el corazón de alegría de quien celebra el domingo la resurrección del Señor.

Este principio hace que la vida del pastor tenga un estilo que invade toda su acción. Se nota en la acogida en la puerta de la Iglesia, también llena de vida los gestos que realiza en la liturgia, y lo experimentan los fieles en la despedida en la puerta del templo. Es lo que crea la comunidad. Sin esta actitud, la liturgia será falsa y quizá desedifique más que construya a Iglesia. En teología, esto se llama el ex opere operantis.

El pasado de la Iglesia en España es una de las grandes dificultades que tenemos para vivir un domingo en plenitud. Revisando papeles viejos del archivo parroquial, encontré los horarios dominicales de hace 50 años, y había en la parroquia más de ocho Eucaristías, lo cual convertía al domingo en una especie de ametralladora de Misas a cada hora. Los efectos han sido Eucaristías celebradas con poco amor en las que quien participa en ellas desea que acaben lo antes posible, pues vive el mandamiento de ir a Misa como un obstáculo para poder hacer otras cosas que se tienen por más importantes. Es posible romper esta inercia desde la caridad y la calidad. La caridad nos llevará a la positividad, a no echar broncas, sino a amar a nuestros feligreses; y la calidad nos llevará a la preparación de la homilía, a unos gestos que integran a quienes participan en la Misa porque experimentan que quien re-presenta a Cristo hace contacto visual con ellos y les conoce personalmente. ¡Qué diferente es la Eucaristía cuando el pastor mira a las ovejas con el corazón de Cristo cuando dice «por vosotros» en la consagración, de cuando se repite de modo rutinario la fórmula de la consagración!