Literatura árabe cristiana en la Casa del Islam, en Madrid. Tradición del Oriente cristiano
Es un error identificar árabe e islámico, porque ni todo lo expresado en árabe es islámico, ni todo lo islámico se expresa en árabe. La literatura árabe cristiana, surgida como respuesta a la pretensión hegemónica del Islam, muestra lo erróneo de esta fusión
El nacimiento y la expansión del Islam (siglo VII) entrañó no sólo la islamización de Oriente Medio, sino también su arabización, impulsada por las medidas de los califas para favorecer el empleo de la lengua del Corán en detrimento de las otras lenguas orientales (griego, siríaco y copto). Éstas fueron abandonadas y el árabe las sustituyó en el siglo X. Este cambio lingüístico afectó a la literatura cristiana, que tenía una larga tradición en esta zona. El Estado islámico ejercía el poder político, y el Oriente cristiano entró en la Dar al-Islam, o Casa del Islam: la nueva religión regía definitivamente el modo de vida.
En el siglo VIII, surgió la literatura cristiana en árabe como respuesta al desafío intelectual de la autoproclamación del Islam como la última y verdadera religión. Y esta literatura árabe cristiana produjo sus mejores frutos en la Edad Media en Bagdad y El Cairo, para, tras una época de decadencia, renacer en el siglo XIX. Los escritores cristianos centraron su labor en la traducción de la tradición cristiana al árabe, y en la composición de obras apocalípticas, apologéticas, teológicas y filosóficas. Impulsaron los dos movimientos humanistas que favorecieron el esplendor de la cultura islámica.
Los monjes de los monasterios del territorio islámico tradujeron al árabe el Evangelio y parte del Antiguo Testamento, junto con obras hagiográficas, litúrgicas y patrísticas. La apocalíptica, vehículo literario en Oriente para contar el significado teológico de la Historia ante un poder invasor, consideró la opresión del Estado musulmán como el castigo divino merecido por los propios pecados, y se lamentó por la división de la cristiandad frente a la unidad del Islam. Las catástrofes de la conquista, previas al fin del mundo, sólo acabarían con el establecimiento del reino de Dios, que terminaría con el sufrimiento que el poder islámico había impuesto a la cristiandad. Los monjes también protagonizaron los diálogos apologéticos en los que mostraban su destreza con las Escrituras cristianas y musulmanas, para demostrar la superioridad de Jesús sobre Mahoma y defender la licitud del cristianismo.
Racionalidad del cristianismo
Los monasterios también iniciaron la teología árabe preocupada por exponer la credibilidad de los dogmas de la Trinidad y la Encarnación, que el pensamiento islámico definía como politeísmo e idolatría, y por presentar los rasgos que hacían del cristianismo la religión verdadera. Siguiendo al griego Juan Damasceno, Abu Qurra, Ammar al-Basri o Abu Raita respondieron a las enseñanzas del Corán defendiendo la integridad de la Escritura cristiana, de sus enseñanzas morales y de los sacramentos. El argumento de que la espada había sido el motor expansivo del Islam acalló la pretensión de verdad del profetismo de Mahoma.
La filosofía cristiana árabe prosperó en Bagdad, en los siglos del X al XII. Heredero de la labor de las escuelas episcopales de Mesopotamia, Yahya b. Adi empleó el razonamiento lógico aristotélico para demostrar la certeza de la religión. Si el Corán y la Biblia contenían la verdad, debían resistir el análisis lógico. Musulmanes y cristianos inauguraron el método del kalam, el ejercicio intelectual cuyo objetivo era demostrar sistemáticamente la credibilidad de la religión. Cuando los mongoles tomaron Bagdad, El Cairo fue la capital cultural islámica (siglos XIII y XIV). Floreció otra literatura cristiana en árabe menos preocupada por el desafío del pensamiento musulmán y dedicada a recopilar la sabiduría cristiana.
Intelectuales cristianos participaron en los dos renacimientos culturales. En la Casa de la sabiduría de Bagdad (siglo X), tradujeron al árabe las sabidurías griega (Aristóteles) y persa, contribuyendo a crear la ciencia árabe que admiró el Occidente latino. Como humanistas, usaron la filosofía para el diálogo islamocristiano, y enseñaron a algunos de los principales filósofos musulmanes. Tras la decadencia del imperio Otomano, en el siglo XIX nació otro renacimiento en Egipto y Siria. Cuando los reyes egipcios fueron enviados a educarse a Europa, después de la campaña de Napoleón, percibieron su retraso cultural. Las misiones cristianas en Siria reformaron la enseñanza, introdujeron la imprenta y becaron estudiantes para formarse en Europa. Nació una nueva clase portadora de las ideas liberales europeas que modernizó la sociedad árabe.
La literatura árabe cristiana, como la islámica, forma parte de la cultura árabe. Respondió a la necesidad de los cristianos arabizados de expresar literariamente su fe en el nuevo contexto islámico, y de establecer un diálogo con la nueva religión que dominaba el Oriente.
Pilar González Casado
La profesora Pilar González, de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, de Madrid, fue una de las ponentes, en una reciente Jornada sobre Literatura árabe cristiana, celebrada en la sede de la Casa Árabe, en Madrid, y en la que participaron también los profesores Juan Pedro Monferrer Sala, de la Universidad de Córdoba, y Rocío Daga Portillo, de la Universidad Ludwig-Maximilians, de Munich. La Jornada fue organizada, en colaboración, por la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, de la Universidad San Dámaso, y la Casa Árabe en Madrid. Su Coordinadora, doña Nuria Medina, y el Rector de San Dámaso, don Javier Prades, destacaron la importancia de contar con una Jornada sobre uno de los ámbitos de la cultura árabe menos conocido: el cristiano.