Líderes religiosos crean un frente común contra el odio
El secretario de la Comisión Islámica de España aboga por la justicia en el trato a todas las confesiones religiosas para «fortalecer la cohesión social»
Mohamed Ajana El ouafi es el secretario de la Comisión Islámica de España, una de las entidades firmantes de Pacto de Convivencia. Un Pacto que mantuvo recientemente su última reunión con motivo del 20 aniversario del 11M, y que cuenta también entre sus miembros con el Arzobispado de Madrid. Se trata, cuenta Ajana, de «un espacio de encuentro donde entidades, instituciones y expertos en distintos ámbitos y con visiones diversas» se unen «para dialogar, compartir ideas y construir, de manera conjunta, una sociedad pacífica». Gracias a los encuentros de los integrantes en Pacto de Convivencia —entidades religiosas, sociales y educativas españolas—, se ha creado «un frente común contra algunas amenazas a nuestra sociedad como el discurso de odio, el radicalismo y la desinformación».
• Pacto de Convivencia nace en 2016 como respuesta al terrorismo sufrido en España.
• Está integrado por, entre otros, el Arzobispado de Madrid, colegios oficiales de Psicólogos y Abogados, la Comisión Islámica de España, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, Diaconía, Movimiento contra la Intolerancia, la Plataforma del Tercer Sector y las Entidades Religiosas Evangélicas de España.
Participan católicos, protestantes y musulmanes. «Una de las características de nuestra sociedad hoy en día —cuenta Ajana— es el pluralismo religioso y esto no hay que percibirlo como una amenaza, sino como fuente de riqueza y conocimiento mutuo». En este sentido, destaca que, «siempre que las circunstancias lo aconsejan», se reúnen para «intercambiar impresiones y experiencias» en fechas religiosas señaladas o, por ejemplo, en el Día de la Fraternidad Humana. Otras veces, organizan mesas redondas para «discutir temas como la protección de la vida o el cambio climático». Siempre entendiendo el diálogo interreligioso, puntualiza, «como un proceso que no pretende cambiar las ideas de las personas sobre sus religiones o creencias, sino más bien descubrir y consolidar un terreno común que permita la convivencia armónica entre diferentes confesiones». En concreto, con los católicos, que es con quien hay «más interacción por la realidad social de España». De ahí, subraya, «la responsabilidad de los líderes religiosos de predicar con el ejemplo cuando hablan de valores como la solidaridad, el diálogo y la tolerancia». Y continúa: «Nuestro deber es promover el entendimiento mutuo a partir de lo que nos une, y no obsesionarse por buscar lo que distingue al uno del otro». Más bien, afirma, «hay que construir puentes de confianza y esperanza».
Cementerio nuevo
La comunidad musulmana de Madrid lleva años reivindicando su derecho a una parcela dentro del cementerio municipal de Carabanchel, donde poder enterrar a sus difuntos de acuerdo con sus ritos religiosos. Máxime cuando el único que había en la región, el de Griñón, está ya completo. «En Madrid, como en muchas otras ciudades con una creciente diversidad cultural y religiosa, la necesidad de garantizar la igualdad en el trato a todas las confesiones es más urgente que nunca», defiende el secretario de la Comisión Islámica de España. Esta carencia de un cementerio «no solo vulnera el derecho a la igualdad entre ciudadanos, sino que también incumple el principio de igualdad entre confesiones». Por el contrario, cumplir este deber institucional «no solo contribuirá a la justicia y la igualdad, sino que también fortalecerá la cohesión social y el respeto a la diversidad en Madrid». Actualmente, y a pesar de que el Ayuntamiento de Madrid aprobó en octubre de 2022 la adecuación de la parcela, las obras aún no han comenzado y la comunidad musulmana «se ve obligada a recorrer más de 300 kilómetros para enterrar a sus familiares en ciudades como Valencia o Burgos». Ante esto, Ajana pone de relieve el «apoyo» y la «comprensión» mostrados por otras religiones, «incluyendo cristianos y judíos», en su reivindicación. «Se reconoce que el derecho a disfrutar de este derecho fundamental no debe interpretarse como un ataque a otras confesiones».
El proceso del funeral y la forma de enterrar para los musulmanes no son costumbres culturales, sino que forman parte integral del rito religioso. Primero, se lava el cuerpo con agua y jabón por un musulmán del mismo sexo que el fallecido; si es un familiar, mucho mejor. Después se amortaja el cuerpo con sudarios blancos, tres si es hombre y cinco si es mujer. Una vez está preparado, se coloca en un ataúd cerrado y se traslada primero a una mezquita para la oración fúnebre y luego al cementerio. Este traslado debe ser lo menos ostentoso posible. El velatorio se suele hacer en la casa familiar del fallecido. La sepultura se debe realizar sin ataúd y en contacto con la tierra, apoyado el cadáver sobre la mano derecha y en dirección a La Meca (esto dependerá de la normativa que regula la Policía Sanitaria Mortuoria en cada comunidad autónoma).