León y Astorga unen fuerzas contra las adicciones
Ambas diócesis relanzan la Fundación CALS, que a través de Proyecto Hombre lucha contra adiciones de ayer y de hoy «que degradan a las personas y les quitan libertad»
«Cuantas más entidades colaboren en la visibilización y solución de las adicciones, mucho mejor, porque nuestro objetivo de ayudar a estas personas y a su entorno a tener una vida saludable y funcional», afirma Tania Paz, directora de la fundación CALS (Centro Astorgano y Leonés de Solidaridad), al valorar la actividad de una institución que cuenta entre sus patronos a las diócesis de León y de Astorga.
El trabajo de CALS ha sido relanzada esta semana por Luis Ángel de las Heras y Jesús Fernández, obispos de ambas diócesis, en un acto en el que el primero aseguró que la labor de la fundación es «responder a la realidad de deshumanización de las adicciones, porque nos preocupa este tipo de atención a las personas como Iglesia samaritana que quiere salir al paso para atender a aquellos que más necesitados están en cada momento».
Este objetivo se ha concretado ahora con la renovación completa del patronado de la Fundación y con el relanzamiento de todos los programas de acción social que realiza a través de Proyecto Hombre.
«Nosotros trabajamos en la prevención y el tratamiento de adicciones, damos habilidades a los padres para abordar este problema, trabajamos con menores y jóvenes en la prevención y uso adecuado de las nuevas tecnologías, detectamos en las Urgencias de los hospitales a menores son síntomas de haber consumido alcohol por si necesitan ayuda…», cuenta Tania Paz sobre las actividades de CALS, a las que añade varios programas de inserción sociolaboral para las personas que pasan por la fundación.
La institución lleva activa desde mediados de los años 80, y desde entonces «nos hemos adaptando según la problemática de cada momento», asegura Paz, que menciona por ejemplo el tratamiento de la adicción a los juegos online como uno de los nuevos rostros que ha tomado este problema en los últimos años.
Al comienzo de la pandemia, la directora de CALS observó que «el confinamiento ayudó a algunas personas por la mayor dificultad para consumir, pero poco después empezaron a llegarnos personas que entonces estaban en fases iniciales de un problema o que directamente no lo tenían. Y aun nos queda mucho por ver: tanto sufrimiento al final puede asomar la cara en forma de adicciones».
Por todo ello, para el obispo de Astorga, Jesús Fernández, la labor de CALS «es una respuesta de la Iglesia ante los efectos nefastos de la droga y de las nuevas adicciones, derivadas del uso del móvil, de los dispositivos electrónicos, adicciones que degradan a las personas y les quitan libertad y dignidad. Por eso desde la Iglesia, empeñados en hacer frente a esta lacra, seguimos planteándonos la ayuda».